¿Estamos destinados al éxito?
Frase memorable de Eduardo A. Duhalde durante su breve presidencia.
Releyendo la historia de nuestro país, cuesta creerlo.
Aunque quizás sí, estamos destinados al éxito, la pena es que lo saboteamos a conciencia, una y otra vez.
Hemos sido “defaulteadores” seriales, lo hemos hecho 4 veces y otras 4 zafamos porque a veces y a pesar de tenerlo harto, Dios se acuerda de nosotros.
Tenemos una historia curiosa, con altos muy altos y bajos muy bajos, todos por razones diferentes, por lo menos esa es la explicación.
La explicación que nos damos a nosotros, los argentinos, nunca tiene que ver con nuestro comportamiento. Pero la única constante en los altos y los bajos, somos nosotros. A las épocas de bonanza le siguen indefectiblemente periodos de duros ajustes, previsibles desde el vamos.
Y cada vez esos períodos buenos son más cortos y los malos más largos y se repiten con mayor frecuencia.
¿No habrá llegado la hora de hacer una seria introspección, entender que lo que viene fácil se paga caro, que la única manera de crecer es trabajar y esforzarse?
Hagamos historia.
Argentina estuvo a punto de entrar en cesación de pagos 4 veces y otras 4 lo consiguió.
En 1915 y en 1930 sucedieron defaults provinciales que no afectaron al estado nacional.
En 1956 se firmó el Acuerdo del Club de París, para evitar el cese de pagos.
Tenemos el honor de ser los responsables de la creación del Club de París.
La última (¿?) deuda la pagó sin negociar Axel Kicillof el 28/7/2014
En 1989 casi, casi defaulteamos, pero nos salvó el plan Bonex, canje mediante y así evitamos 4 cesaciones de pago.
Los 4 defaults declarados que pesan en nuestro haber como nación soberana, empezaron muy temprano en nuestro acervo cultural. La primera deuda la contrajo el gobernador de Buenos Aires Martín Rodriguez, gestionada en Londres por su ministro de gobierno, Bernardino Rivadavia el 1ª/7/1824.
La defaulteó Manuel Dorrego en 1827.
Se empezó a pagar recién en 1857.
El 2º default fue el de 1890, Juárez Celman era presidente y cuando quebró el Banco Nación, renunció.
Su sucesor, Carlos Pellegrini fundó el actual Banco Nación y en 2 años enderezó la economía de manera tal, que la deuda se pagó en 4 años.
La 3ª cesación de pagos fue en 1982 (compartida con otros varios países latinoamericanos), la negoció Cavallo en 1989 con el llamado Plan Brady.
La 4ª cesación de pagos fue proclamada ampulosamente por el presidente (escaso en días) Adolfo Rodríguez Saa, ante un congreso atiborrado de diputados, senadores y gobernadores.
Lo aplaudieron, de pie.
Sólo 9 honorables diputados no lo hicieron.
Sólo 9 diputados honestos que creían que las deudas se debían pagar en tiempo y forma o negociarla de la mejor manera posible para el país.
Fue el 23/12/2001. Kirchner/Lavagna reestructuraron la deuda en 2005 con la quita más feroz conocida hasta entonces.
Se repitió en 2010.
Quedaron fuera los holdouts.
Recién con el gobierno de Macri, a comienzos del 2015 se les empezó a pagar al grueso de los holdouts.
Todavía quedan algunos grupitos, pero oficialmente el país salió del default.
Con esta triste historia, ¿quién puede confiar en nosotros?
Somos como un alcohólico que recae una y otra vez en el vicio y cada tanto se interna y tiene una remisión.
¿Cómo asegurarle a un posible inversor extranjero, o nacional, que esta vez sí, que la remisión va a durar años y años?
¿Cómo convencerlos que pueden poner una cadena de pizzerías o una fábrica de bicicletas?
¿Qué las únicas chances de fracasar estarían en el mal manejo del negocio o en un vuelco del mercado internacional?
¿Cómo?
Es difícil creernos.
Exigimos un poder judicial justo, pero olvidamos que los jueces, los secretarios, los camaristas, todos los que lo conforman, son argentinos.
Nos molestan los periodistas militantes de quienes fueren, olvidamos que son argentinos.
La educación es un desastre, la manejan argentinos.
No hay gobierno que nos venga bien, si lo votamos es porque no hace exactamente lo que pretendemos que haga, pero los que lo componen, son argentinos.
Si el gobierno es nuestro “personal” opositor, no le reconocemos ni lo muy poquito que haga bien (no es posible hacer todo mal) y olvidamos que los integrantes del odiado gobierno, son argentinos.
Nos horrorizamos con el aumento de la droga y el narco tráfìco.
Viene de afuera, pero los dejamos entrar y los consumidores son argentinos en su mayoría.
Los barra brava son una piedra colgado a nuestros cuellos, pero olvidamos que son argentinos, amparados por los directivos de sus clubes, la policía y algunos políticos.
Todos ellos, argentinos.
La lista es larga.
No por repetida la frase carece de valor:
“estamos como estamos, porque somos como somos”.
Llegó la hora de cambiar.
De cambiar nosotros, no los otros.
De hacernos cargo de lo que hacemos o no hacemos.
Llegó la hora, no hay alternativa posible.
Cambiemos. Ya.
”Somos nosotros”, título de un programa de Willy Kohan
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