El Manifiesto.com
Javier
R. Portella
Ese
pueblo que parecía tener quebrado el nervio vital, ése es el mismo pueblo que,
gracias a vuestro revulsivo, está empezando a revivir.
De verdad,
gracias.
De
todo corazón y sin reserva mental alguna:
En
nombre de España os debemos expresar nuestro más profundo, sincero
agradecimiento.
Gracias
a vosotros, gracias a los vómitos que vertís sobre España y los españoles, un
milagro se ha producido. ¡Los vomitados
se han despertado!
Después
de estar cuarenta años poniendo la otra mejilla –esa otra mejilla predicada
(que no puesta) por los pastores de una Iglesia envilecida que ha dejado de ser
tal–;
después
de tanta ofensa y tanta injuria, los españoles de a pie –no los de arriba,
salvo algunas excepciones; pienso en Adolfo Guerra, pienso en Julio Anguita–
han empezado a decir:
¡Basta! ¡Se
acabó!
Ese
pueblo que parecía tener quebrado el nervio vital, este pueblo que parecía como
un manso sin resuello,
alma
ni aliento;
ese
pueblo que se despreciaba a sí mismo o se mantenía aletargado en la
indiferencia:
ése
es el mismo pueblo que, gracias a vuestro revulsivo, está empezando a revivir.
¡Nunca
se habían gritado más vivas a España que desde que habéis emprendido el ataque
final!
¡Nunca
habían ondeado al viento tantas banderas de la patria!
¡Nunca
se habían colgado tantas en balcones y ventanas!
¡Nunca
había bullido tan fuerte en nuestra sangre el orgullo de pertenecer a tan
antigua y gloriosa nación!
¡Nunca
nos habíamos sentido así de unidos a nuestros ancestros y a nuestros hijos:
frente al pasado y cara al mañana!
¡Nunca
se habían lanzado tantos españoles a la calle!
Pacíficamente,
hoy por hoy.
A
vosotros os lo debemos...
Como
os debemos también que, en medio del mayor estremecimiento colectivo desde el
fin de la guerra civil, haya surgido, de repente, como surgen siempre estas
cosas en la Historia, una voz como la de la gran historiadora María Elvira Roca
Barea, cuya proclama –publicada, y es significativo, en un periódico del
calibre de El Mundo– señala un camino que acaso pudiera ser el de la salvación
y la regeneración:
La realización
de un referéndum votado por todos los españoles para echaros de una santa vez
del país al que tanto odiáis y mancilláis.
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