No
se encuentra sino lo que se busca, y se busca lo que en cierto modo está
escondido en lo más profundo y oscuro de nuestro corazón.
Porque
si no, ¿cómo el encuentro con una misma persona no produce en dos seres los
mismos resultados?
¿Por
qué a uno el encuentro con un revolucionario lo lleva a la revolución y al otro
lo deja indiferente?
Razón
por la cual parece como que uno termina por encontrarse al final con las
personas que debe encontrar, quedando así la casualidad reducida a límites muy
modestos.
De
modo que esos encuentros que en la vida de cada uno nos parecen asombrosos, no
son otra cosa que la consecuencia de esas fuerzas desconocidas que nos
aproximan a través de la multitud indiferente, como las limaduras de hierro se
orientan a distancia hasta los polos de un poderoso imán; movimientos...
Movimientos
que constituirían motivo de asombro para las limaduras si tuviesen alguna
conciencia de sus actos sin alcanzar a tener, empero, un conocimiento pleno y
total de la realidad.
Así,
marchamos un poco sonámbulos, hacia los seres que de algún modo son desde el
comienzo nuestros destinatarios.”
Ernesto Sábato
Sobre
héroes y tumbas
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