Malú
Kikuchi
“No.
No me arrepiento”.
Recordables
palabras de Cristina Fernández el 22/8/2018, desde su barricada, perdón, desde
su banca en el senado de la Nación.
Cuerpo
legislativo que aprobó el allanamiento de 3 propiedades de CFK, por unanimidad,
sin condicionar al juez Bonadío.
La
cuestionada ex presidente tuvo además de su exabrupto, algunas perlitas para la
historia.
Acusada
por varios arrepentidos, empresarios en su mayoría que juran haber sido
extorsionados por el matrimonio K para obtener trabajo en la obra pública, y
acusada por algunos funcionarios.
Todos
estos personajes están nombrados en los cuadernos de Oscar Centeno.
Pero
para CFK, forman parte, arrepentidos y cuadernos, de un creativo invento de la
CIA para ¿quedarse? con la Argentina y terminar con las exitosas
políticas sociales en la región, o sea con el populismo.
Se
comparó con Lula y con Correa.
Ambos
ex presidentes con suertes diversas, el primero está en la cárcel desde hace
unos meses y el otro refugiado en Bélgica para esquivar las alertas rojas de
Interpol, que le ha pedido el actual presidente de Ecuador, Lenín Moreno.
Tanto Lula como
Correa, acusados de corrupción comprobada, no por cuestiones políticas.
Para
referirse a la corrupción, que no negó, dijo:
“¿Ustedes
creen que la patria contratista y la cartelización de la obra pública comenzó
en mayo 2003?”
Ni
los senadores propios, ni los opositores, ni la ciudadanía en general, creen
eso.
El
problema es que a partir de mayo 2003, durante los mandatos K, alcanzó
volúmenes hasta entonces, impensables.
Más
datos, más arrepentidos, más bolsos, más millones, más asco.
Es
difícil seguir el reguero de corrupción, de vergüenza ajena, de rabia, de
incredulidad, sin que asome un sentimiento hasta ahora, prohibido, el odio.
¿Cómo
soportamos esto durante más de 12 años?
¿Cómo?
Era
una leyenda urbana, todos hablábamos de los bolsos, los millones de US$, las
repetidas empresas que trabajaban en la obra pública, todo lo que se
inauguraba, discurso mediante por cadena nacional y detrás de la bandera y los
maceteros con plantas nuevas, no había nada. Nada.
Lo sabíamos, no hicimos nada.
Es
cierto que no se imaginó la magnitud del robo, de la expoliación al pueblo
argentino, ni la inflación del 1200% (12/2015), la sentíamos, pero el INDEC
mentía.
Como mentía Cris
cuando en la ONU decía que la pobreza estaba en un 5% y la indigencia en un
1,27%.
Menos
pobres que en Alemania, y de verdad era de un 30%.
Por
si fuera poco, además de mentir abiertamente, sin ningún escrúpulo (hace pensar
que quizás sea mitómana, que cree lo que dice o que su bipolaridad le hace
decir disparates), volvió con la detestable costumbre de apuntar con el dedo
índice, cual maestra de Siruela.
Insoportable.
Y
su política, pergeñada por Néstor y continuada devotamente por ella, llegó a todo
el país.
El
tema de las coimas para la obra pública permeó provincias y municipios, nada se
salvó.
Hoy
en día, gobernadores de todos los partidos, lo mismo que los intendentes,
tiemblan, no duermen.
Todo
un país corrompido (se dejaron corromper) da náuseas.
Y
nos preguntamos por qué si el US$ se aprecia en el mundo, nosotros bailamos más
que el resto de los países emergentes.
Porque
Néstor, con maligna inteligencia, nos dejó de entrada sin energía, nos des autoabasteció.
Y
la energía se paga en US$.
Era
una forma de esclavitud.
Y Cris no se
arrepiente.
¿Está
convencida de haber hecho un gran gobierno?
¿Conoce
la verdad?
¿Tanto
leer a Laclau y tenerlo invitado a él ya su mujer, Chantal Mouffe en Olivos, le
terminar de lavar el cerebro?
Y
nos quiere contar que es revolucionaria, osa
hablar de 30.000 desaparecidos sabiendo que su ministerio de justicia y DDHH
hablaba de menos de 8.000.
Un
desaparecido es una desgracia, pero entre las 2 cifras hay 22.000 personas, que
no es poco.
Y no se arrepiente.
Se victimiza.
Planea
una nueva candidatura.
¿En
serio?
¿O
trata de ganar tiempo?
En
este último caso, ¿para qué?
Puede
esperar que el poder judicial ante su candidatura entre en pánico por si gana,
y cajoneen las denuncias.
Todo
es posible, pero hoy es poco probable.
Ahí
entra la ciudadanía.
Tenemos
un poder enorme, descomunal, tanto que no lo imaginamos.
Lo
vimos con la 125 y el campo.
Lo
vimos con José Campagnoli.
Lo
vimos con el asesinato de Nisman.
Lo
vimos con la marcha de antes de ayer.
Hay
que seguir en la calle, hay que seguir.
Es nuestro país.
Necesitamos
limpiarlo para poder mirarnos a los ojos sin avergonzarnos.
Para
volver a estar orgullosos de ser argentinos o de haber elegido a la Argentina
para vivir.
Por
nosotros, por los que nos hicieron una Patria, por nuestros hijos y por los que
vendrán.
En
cuanto a CFK, ¡qué pena!, no se arrepiente.
Alguien
debería decirle que el arrepentimiento es reconocer errores, y ese es un acto
que libera, aunque esté en la cárcel.
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