Carlos
Pagni
LA
NACION
La
causa en la que el fondo Burford Capital reclama al Estado nacional 3000
millones de dólares podría alterar su curso por una novedad no calculada que
llega desde Madrid.
Burford
litiga porque adquirió los supuestos derechos de la familia Eskenazi a obtener
un resarcimiento por el modo en que Cristina Kirchner estatizó YPF.
Los
Eskenazi vendieron esa prerrogativa por 15 millones de dólares, y quedaron
asociados al reclamo en un 30%.
Es
decir, ganarían 1000 millones de dólares si la justicia neoyorquina le diera la
razón a Burford.
Sin
embargo, la República, representada por la Procuración del Tesoro que lidera
Bernardo Saravia Frías, denunció ayer en los tribunales de Madrid que, en su
contrato, Burford y los Eskenazi
habrían cometido un fraude.
YPF,
cuyo responsable jurídico es Fabián Rodríguez Simón, planteó hoy en España el
mismo reclamo.
Si la jueza
Loretta Preska, de Nueva York, aceptara el planteo, las aspiraciones de Burford
y de los Eskenazi se derrumbarían.
Los
Eskenazi crearon, para "argentinizar" el 25% de YPF, las sociedades
españolas Petersen Inversora y Petersen Energía, ambas controladas por una
firma alemana, que fue sustituida más tarde por otra, australiana.
Esas
sociedades habían contraído una deuda con los bancos y, sobre todo, con Repsol
, la accionista principal de YPF, que pagarían con dividendos de la propia
petrolera.
Cuando la señora
de Kirchner estatizó la compañía, Petersen Inversora y Petersen Energía
entraron en concurso de acreedores.
Sin
embargo, los Eskenazi creen que cuentan con un activo potencial para esas
sociedades: los supuestos derechos a un resarcimiento porque YPF se estatizó
sin respetar el estatuto de la propia compañía.
A
partir de esa premisa, los Eskenazi vendieron esa prerrogativa a Burford
Capital, un fondo que se especializa en la adquisición de acreencias
litigiosas.
El argumento de
la Procuración y de YPF es que, en vez de admitir esa venta, Burford y los
Eskenazi simularon un contrato de financiamiento.
Es
decir, el fondo no apareció adquiriendo los derechos a la indemnización, sino
que figura como financista de Petersen Energía Inversora y Petersen Energía.
¿Por qué se habría realizado esa simulación?
La
Procuración y la petrolera conducida por Miguel Gutiérrez sostienen que, si los
Eskenazi querían vender su derecho a la indemnización, habrían estado obligados
por la ley a hacer una oferta al presunto deudor.
Es decir, al
Estado argentino.
Y
el Estado podría haber comprado esos derechos en alrededor de 15 millones de dólares.
En
tal caso, la familia no podría aspirar a los 1000 millones que espera ganar
asociada a Burford.
La
Procuración del Tesoro que lidera Bernardo Saravia Frías, denunció ayer en los
tribunales de Madrid que, en su contrato, Burford
y los Eskenazi habrían cometido un fraude.
YPF,
cuyo responsable jurídico es Fabián Rodríguez Simón, planteó hoy en España el
mismo reclamo
La
acusación de la República y de YPF llega para los Eskenazi en un pésimo
momento.
Distintas
versiones afirmaban que el financista Ernesto Clarens y el constructor Juan
Chediack mencionaron a esa familia, pero que en el juzgado de Claudio Bonadio
les hicieron saber que, si no retiraban
esa acusación, perderían los beneficios del arrepentimiento.
Chediack
habría comentado esta exigencia con el propio Mauricio Macri.
Una
foto de Bonadio con Sebastián Eskenazi almorzando en La Pecora Nera le dio
verosimilitud a esos rumores.
Tanta,
que la Cámara Federal exigió a Bonadio que investigue a su comensal y al resto
de la familia.
A
Cristina Kirchner no se le ocurrió denunciar la arbitrariedad de Bonadio.
Hubiera
sido un bumeran.
Por
eso festeja que haya aparecido el supuesto agente de inteligencia y
autodenominado agente de la DEA Marcelo D´Alessio.
Los
Eskenazi fueron un engranaje central en el sistema de negocios montado por su
esposo.
A
tal punto que, cuando debieron justificar su espectacular enriquecimiento
delante del juez Norberto Oyarbide , alegaron que, en buena parte, se debió a
que esa familia remuneraba sus ahorros con tasas que triplicaban las del
mercado.
Pero
no hizo falta que se presionara a Bonadio para investigar a los Eskenazi:
El contador de
los Kirchner, Víctor Manzanares, afirmó lo que siempre se había sospechado.
Que esa familia
gestionaba el dinero negro del ex presidente y de su secretario Daniel Muñoz .
Y
que en las operaciones intervenían Carlos Zannini , actual director del Banco
de Santa Cruz, y Francisco Larcher, el mandamás de la Secretaría de
Inteligencia durante casi todo el período kirchnerista.
En
este marco, del juzgado de Bonadio trascendió una broma:
Que se realizará
una auditoría al banco de Santa Cruz para verificar los dichos de Manzanares.
¿Alguien
sospecha que Néstor Kirchner habría movido dinero negro desde cuentas blancas,
auditables?
De
ser así, se podrían haber ahorrado varios años de trabajo periodístico y
judicial sobre la dichosa "ruta del dinero K".
La
relación de los Eskenazi con Larcher era un secreto a voces.
Y
explica varias operaciones de inteligencia atribuidas, a partir de muchísimas
evidencias, a esa familia.
También
daría verosimilitud a la versión de supuestos viajes secretos de Larcher y
Sebastián Eskenazi a destinos financieros.
Fue
llamativo que, cuando un reconocido periodista mencionó estas travesías en un
programa de TV, YPF lo "sancionó" retirándole la publicidad.
Fue
en vida de Kirchner.
La
relación de los Eskenazi con Larcher era un secreto a voces.
Y
explica varias operaciones de inteligencia atribuidas, a partir de muchísimas
evidencias, a esa familia
El
testimonio de Manzanares es novedoso: casi
nunca Larcher, cuya fortuna tuvo un progreso escandaloso mientras estuvo al
frente de la Subsecretaría de Inteligencia, había sido señalado en un
expediente judicial.
Mientras
sus principales compañeros están presos en Ezeiza, él se presenta como
integrante de Impera.
Se
trata de una consultora de Inteligencia en la que Larcher está asociado a
Richard Kendall, titular de una fundación de apoyo a los servicios de seguridad
de los Estados Unidos, y de Daniel Hoffman, ex ejecutivo de la dirección de
operaciones clandestinas de la CIA.
Larcher
se presenta como experto en Inteligencia, igual que D’Alessio decía que era
director de la DEA.
Parece
una epidemia.
También
Cristina Kirchner se presenta como una perseguida del "imperio".
Aunque
el hombre al que ella y su esposo confiaron el manejo del espionaje nacional
gana plata (¿o lava plata?) como socio de espías del imperio.
El
aprecio de Larcher por las consultoras es antiguo.
Durante
un tiempo justificó su enriquecimiento en la actividad de Milikan, una firma de
ese tipo manejada por su esposa, Viviana Peña.
Milikan
compartía oficinas con Jorge Olivero, el esposo de Silvia Majdalani, íntima
amiga de Larcher y a quien Mauricio Macri designó como su sucesora en el
segundo peldaño de la AFI.
Kirchneristas
mal pensados sospechan que esta amistad, alimentada en eternas sesiones de
buraco, dotó a Larcher de cierta inmunidad durante el gobierno de Cambiemos.
¿Se extenderán
esos beneficios a los Eskenazi?
En
los últimos meses sobre ellos cae una lluvia ácida.
A
mediados de noviembre, el juez federal de San Juan, Leopoldo Rago Gallo,
condenó al Banco de San Juan, de esa familia, a pagar más de 17 millones de
dólares por fraudes en la venta de divisas.
Los
Eskenazi apelaron.
El
caso está en manos de los camaristas Alfredo Porras, Olga Arrabal y Gustavo
Castiñeira de Dios.
En
los últimos días se sumó la imputación de Manzanares.
Es un episodio
relevante: este contador fue quien organizó la documentación con la que los
Kirchner consiguieron la absolución de Oyarbide.
Es
el caso en el que el juez dijo que Antonio Stiuso y Javier Fernández, que
trabajaban para Larcher, lo habían "agarrado del cogote" para que
dicte un sobreseimiento. Que él, por supuesto, dictó. Un caso típico de cosa
juzgada fraudulenta, que obligaría a reabrir ese expediente.
Ayer
los sinsabores se completaron con dos malas noticias.
La
denuncia por simulación presentada por Saravia Frías ante la justicia española,
y el procesamiento de Jorge "Corcho" Rodríguez .
El
juez Sebastián Casanello procesó a este empresario, entre otros, por el
presunto pago de coimas de Odebrecht .
Rodríguez,
además de haber compartido una consultora con el hijo de Julio De Vido, formó
parte del entorno de Sebastián Eskenazi.
Dicen
que Eskenazi y Marcelo Odebrecht se conocieron gracias a Rodríguez.
"Corcho"
hacía también otras tareas, como recorrer los bares de hoteles de lujo
fotografiando los movimientos de aquellas personas sobre las que su amigo
requería información.
Se
ve que con Larcher no alcanzaba…
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