Sabino
y Nicolasa en su boda.
Era
una joven aldeana del pueblecito vizcaíno de Busturia, pobre e iletrada, pero
sus más de 100 apellidos vascos convencieron al burgués llamado a convertirse
en el padre de la "patria vasca".
"Uno de tus
deberes principales es el de estar sumisa a mis mandatos y obedecerme en todo
lo que no vaya contra Dios", le escribió Sabino Arana Goiri dos
meses antes de la boda, que celebraron un frío 2 de febrero de 1900.
"Si
yo por servir a mi Patria te hago padecer, tú debes sufrirlo bien convencida de
que así cumples tu deber".
"Hoy he
dejado de verte por servir a la Patria", le decía en otra carta.
"Antes
es la Patria que la mujer y los hijos".
Las
misivas y documentos que el fundador del PNV dejó escritos lo retratan como a
un hombre que en ningún caso era "defensor de los derechos de la
mujer" y mucho menos "antirracista", como lo describen hoy sus
apologetas.
El
historiador experto en nacionalismo vasco José Luis de la Granja Sainz
(Almadén, Ciudad Real, 1954) recopila un puñado de esos papeles en el libro Ángel o demonio: Sabino Arana.
El
patriarca del nacionalismo vasco, en el que desmitifica a este personaje
controvertido al que el PNV aún venera.
"Nunca me
enamoras más (...) que cuando veo que cumples tu deber a costa de algún
sacrificio".
Su
prometida lo leyó en el colegio de monjas carmelitas donde él la había
internado para que aprendiera a contar, a coser y a escribir en castellano, y
supiera tratar con la católica y burguesa familia Arana.
"Toda
tu felicidad en este mundo, Nikole de mi corazón, consistirá en estas dos
cosas: en cumplir tus deberes y en ser mía"...
"Uno
de tus deberes es estar sumisa a mis mandatos y obedecerme en todo lo que no
vaya contra Dios"
Las
cartas prosiguieron mientras Arana estaba preso en Bilbao tras intentar enviar
un telegrama a Theodore Roosevelt felicitándole por conceder la independencia a
Cuba.
En
una misiva de aquel 1902, responde a las protestas de Nicolasa:
"Estoy
aquí injustamente.
¿Por qué me
dices, pues, que he hecho mal en casarme, (...) que no me porto como marido,
sino que te trato como a esclava?".
"Sabino
Arana tuvo una opinión muy negativa de las mujeres", indica a Crónica José
Luis de la Granja.
Era
más o menos habitual entre los hombres de la época; pero él, además, utilizó la
religión para reforzar la sumisión de su esposa.
El
catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad del País Vasco cita
otra carta, escrita a un amigo:
"La mujer
es vana, es superficial, es egoísta, tiene en sumo grado todas las debilidades
propias de la naturaleza humana. (...)
Es inferior al
hombre en cabeza y en corazón. (...)
¿Qué
sería de la mujer si el hombre no la amara?
Bestia
de carga, e instrumento de su bestial pasión: nada más".
La
temprana muerte de Sabino Arana a los 38 años ayudó a que sus seguidores lo
encumbraran como "mártir", como "santo" e incluso como el
"Jesús vasco".
El
historiador ha descubierto, sin embargo, que él mismo se comparó con Cristo:
Estaba
convencido de que había venido al mundo "destinado
por Dios" para "salvar
al pueblo vasco" tanto política como religiosamente.
"Si
te reprendo", advirtió a su mujer, "es porque te quiero (...) como
Dios Nuestro Señor (y perdóneme Él la comparación) suele reprender a un
alma".
El
nacionalista tuvo fobia a los inmigrantes que se estaban asentando en Vizcaya a
causa de la revolución industrial, y a los españoles en su conjunto.
"Maketania" (España) estaba llena de gente perezosa, torpe, corta,
sucia, impía... y que osaba bailar "agarrao".
En
los tiempos del darwinismo social, Arana va más allá haciendo de la raza vasca,
identificada con los apellidos euskaldunes, "el elemento central de su concepción de nación", junto
con la religión católica.
No
sólo rechazó a los españoles; también a los judíos.
De
ese odio intenso dejó mucho escrito.
Un
ejemplo: "Si algún español se ahoga y pide socorro, contéstale: ''Niz eztakit erderaz'' (no sé castellano)".
"Si
el hombre no la amara (la mujer) será sólo bestia de carga... ¿Por qué me dices
que te trato como una esclava?
Renunció
a la independencia.
Se
moderaría más tarde.
Tras
su integrismo inicial, el inventor de la ikurriña suavizaría sus postulados y,
en su último año de vida, propondría renunciar a la independencia.
Es
un episodio que su partido no suele rescatar.
Arana
murió con un plan inconcluso: sustituir al PNV por una nueva fuerza, la Liga de
Vascos Españolistas, cuya meta no sería ya la secesión, sino "una autonomía lo más radical posible
dentro de la unidad del Estado español", como pretendían los fueristas
antes que él.
"El
partido nacionalista morirá este mismo año y los nacionalistas se harán
españolistas", anunció a Nicolasa.
Pese
a todas sus aristas, Sabino Arana es el único fundador de un partido en España
que sigue siendo un mito para sus seguidores más de un siglo después.
Tanto
su figura como su doctrina, especialmente el rechazo a lo español, perduran en
un PNV que aún hoy se declara "sabiniano".
Su
larga vida política después de muerto tiene mucho de insólito.
Los
nacionalistas le rinden homenaje tres veces al año (en los aniversarios de su
nacimiento, de su muerte y de la fundación del PNV); su casa natal es la sede
del partido, que compró el solar durante la Transición; y el origen del Aberri Eguna
(día de la patria) es la conmemoración de un hecho de su vida, cuando apenas
tenía 17 años:
Su
descubrimiento de que no es español sino "vizcaíno" en una
conversación con su hermano Luis, "en un día indeterminado" de 1882.
Medio
siglo después, sus discípulos hicieron coincidir ese día con el Domingo de
Resurrección, una fecha redonda para alimentar el mito.
"La
mujer es vana, es superficial, es egoísta. Inferior al hombre en cabeza y
corazón"
Arana
también se inventó la historia del País Vasco asegurando que sus territorios
fueron independientes hasta 1839, cuando se reconocieron los fueros.
Y
eso que Historia de España fue de las pocas asignaturas que aprobó en la
Universidad de Barcelona, según su inédito expediente académico, junto a
Literatura Española y Metafísica.
Eso
en Letras.
De
la carrera de Derecho no aprobó nada.
Sabino
y Nicolasa sólo vivieron tres años juntos.
Ella,
la aldeana de caserío que se sentía "esclava", no tuvo ningún hijo
suyo.
Y
su cuñado Luis Arana siempre la desdeñó.
Desde
que volvió a casarse con un marino unos años después, el poderoso hermano negó
que Nikole fuese la entregada viuda del "mesías".
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