La
historia más conocida sobre Orfeo es la que se refiere a su esposa Eurídice.
Eurídice
murió al ser mordida por una serpiente mientras huía de Aristeo.
Otras,
que el hecho fatal ocurrió mientras paseaba con Orfeo.
En
las orillas del río Estrimón, Orfeo se lamentaba amargamente por la pérdida de
Eurídice.
Consternado,
Orfeo tocó canciones tan tristes y cantó tan lastimeramente que todas las
ninfas y todos los dioses lloraron y le aconsejaron que descendiera al
inframundo (catábasis) en busca de su amada.
Durante
el camino en las profundidades del inframundo, Orfeo tuvo que sortear muchos
peligros; empleando su música, hizo detenerse los tormentos del inframundo (por
primera y única vez), y, llegado el momento, ablandó los corazones de Hades y
Perséfone, que permitieron a Eurídice que volviera con Orfeo al mundo de los
vivos, pero con la condición de que él caminase delante de ella y no mirase
atrás hasta que hubieran alcanzado el mundo superior y los rayos de sol bañasen
a la mujer.
A
pesar de sus ansias, Orfeo no volvió la cabeza en todo el trayecto: ni siquiera
se volvía para asegurarse de que Eurídice estuviera bien cuando pasaban junto a
un demonio o corrían algún otro peligro.
Orfeo
y Eurídice llegaron finalmente a la superficie.
Entonces,
ya por la desesperación, Orfeo volvió la cabeza para ver a su amada…
Pero
ella todavía no había sido completamente bañada por el sol, y aún tenía un pie
en el camino del inframundo, así que se desvaneció en el aire, y esa vez para
siempre.
Según
relata Platón, los dioses del infierno solo presentaron a Orfeo una aparición
de Eurídice.
No
le entregaron a su amante porque les parecía que se mostraba cobarde, y no
había tenido el arrojo de morir por amor, sino que había buscado el medio de
penetrar con vida en el Hades.
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