El
horror documentado del informe Bachelet
DANIEL
LOZANO
El
informe de la Alta Comisionada señala a la Guardia Nacional y el Servicio de
Inteligencia por delitos de violencia sexual contra mujeres y niñas durante su
detención
La
jueza María Afiuni alcanzó ayer la libertad tras una década de horrores, durante
la que no faltaron torturas (desde rociarla con gasolina a usar cuchillos
contra ella) además de abusos sexuales durante su paso por la cárcel.
Así
lo explicó ella misma ante el tribunal que la juzgaba, que hace unos meses
inventó un nuevo delito ("corrupción espiritual") para mantenerla en
arresto domiciliario.
Todo
valía para castigar a "la presa del comandante Chávez", como se la
denominó en las cortes judiciales.
Fue
el propio líder revolucionario quien ordenó que la encerraran por cumplir la
ley en el caso que involucraba a un viejo enemigo de Chávez.
El relato de
Afiuni completó ayer lo adelantado por el demoledor informe de Bachelet:
En
la Venezuela revolucionaria, que se dice feminista, también se multiplican los
casos de violencia sexual, denunciados por las organizaciones civiles, pero que
han quedado en un segundo plano entre la selva del horror.
La oficina de la
Alta Comisionada señala directamente al Servicio Bolivariano de Inteligencia
(Sebin), a la Dirección General de Contrainteligencia (Dgcim) y a la Guardia
Nacional Bolivariana (GNB) por cometer delitos de violencia sexual contra
mujeres y niñas durante su detención.
Entre
las agresiones físicas se han documentado tocamientos inapropiados, desnudez
forzada, amenazas de violación y arrastramientos por el pelo, además de
insultos sexistas y de género.
Todos ellos para
humillarlas y castigarlas, además de arrancarles falsas confesiones.
"Los
guardias, así como otros reclusos, ejercen presión sobre las mujeres para que
intercambien sexo por privilegios y/o protección.
Varias
mujeres también dijeron no tener acceso a asistencia médica especializada y, a
diferencia de los hombres, no siempre se les permitía salir al patio o al
gimnasio.
“A
las mujeres detenidas por motivos políticos a menudo les denegaron las
visitas", destaca el informe de Bachelet.
UNA
CELDA SUPERPOBLADA SÓLO PARA MUJERES
El
siniestro Helicoide, una de las sedes del Sebin, "no está adaptado para
cumplir los estándares específicos de género.
Naciones
Unidas entrevistó a varias mujeres que estuvieron detenidas en el Helicoide,
quienes indicaron que sólo hay una celda asignada a mujeres.
Esta
celda estaba superpoblada y vigilada principalmente por hombres, a pesar de
haber guardias mujeres trabajando en las instalaciones".
La
propia juez Afiuni relevó ante su tribunal cómo "a mí me llevaron al
Hospital Militar y me desnudaron frente a los 30 soldados que me trasladaron
ese día. Me hicieron las mamografías con soldados armados, sometidos a
radiación conmigo con sus armas largas".
"Es
muy importante, un primer paso que Bachelet lo haya reseñado.
Levanta
la voz y visualiza un tema oculto.
La
gente no suele reportar la violencia sexual por el estigma que todavía conlleva
en Venezuela", confirma a EL MUNDO Luisa Kislinger, presidenta de Mujeres
en Línea y activista de los derechos de la mujer.
En
el informe también se han reportado "casos de mujeres que se vieron
forzadas a intercambiar comida por sexo", además de las redes de
prostitución que acompañan al éxodo migratorio.
La
brutalidad, "violencia sexual y de género", tampoco falta en las
operaciones de captura de los presos políticos y en sus visitas a los centros
de detención, como si se tratara de juguetes humanos para los agentes
gubernamentales.
Los
hombres no se libran de las violaciones, que se suelen realizar con palos u
otros objetos, además de descargas eléctricas en los órganos sexuales.
Por
ejemplo, al capitán Juan Carlos Caguaripano, quien encabezó a un grupo de
rebeldes contra Maduro en 2017, le desprendieron los testículos a fuerza de
golpes y descargas.
En otro informe
elevado ante la Corte Penal Internacional ya se adelantaron 190 torturas
sexuales contra presos políticos de ambos géneros.
"En
10 de los casos fueron violaciones, mientras que el resto sufrieron desde
amenazas de violación a diferentes actos lascivos.
Entre
las víctimas hay menores hasta personas de la tercera edad", precisó la
activista Tamara Suju.
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