Sin
resto para ser presidente, tuvo que volver con los K y lanzarse a diputado para
no quedarse sin nada, Malena corrida y memes.
Por
Rodis Recalt
Alberto
Fernández dijo ante Sergio Massa una frase que fue música para sus oídos.
“No
tengo dudas de que Sergio será presidente en algún momento”, fueron las
palabras que le dedicó a él y a su tropa tras una reunión del Frente Renovador
en el hotel Meliá de Buenos Aires, el pasado martes 2 de julio.
Massa
quería intentar ser presidente en este turno electoral, pero nunca logró que un
espacio lo aceptara como competidor en las PASO.
Al final
claudicó y aceptó ir como primer diputado nacional por la provincia de Buenos
Aires porque de esa manera lograba mantener la estructura política que viene
construyendo desde las elecciones del 2013 en las que había dado las primeras
señales de presidenciable.
La
matemática electoral no estaba a su favor.
Si competía
solo, le iba a pasar lo mismo que en 2017, cuando fue candidato a senador con
Margarita Stolbizer y sacó apenas 11% de los votos.
La
polarización entre el macrismo y el cristinismo lo dejó afuera del Senado.
Esta
vez corría el mismo riesgo, pero con el agravante de que podía dejar en el
camino también a parte de su tropa.
Por eso volvió
al espacio al que había enfrentado hasta hace cinco minutos antes.
Aliarse
con Cristina Kirchner le permitirá un caudal de votos que le garantizará no
solo a él ser electo diputado, sino que también podrá conservar algunas
intendencias, lugares en concejos deliberantes y bancas en la legislatura
bonaerense.
Entre
las derrotadas del armado de listas está su esposa Malena Galmarini, quien
aspiraba a competir por la intendencia de Tigre, pero el actual intendente Julio Zamora no quiso ceder su lugar, lo
que generó un fuerte cortocircuito en el distrito donde Massa construyó su
poder.
Lo
único que pudo conseguir Malena fue poner concejales de su confianza en las
listas e ir ella como candidata a diputada provincial por la primera sección
electoral.
Aspiraba a
trabajar en Tigre y terminará con un despacho en La Plata.
Pero
el enojo de Massa no está enfocado solo en el díscolo Zamora, una invención
suya.
Su
mayor encono está puesto en Roberto Lavagna y Juan Schiaretti, a quienes
considera los verdugos de Alternativa Federal, por no haber cedido lo
suficiente para llegar a acuerdos que conformen a todos.
Él
se auto exculpa.
En
Alternativa Federal quería ser precandidato a presidente. Con CFK aceptó ser
diputado.
Campaña.
Un
problema que se presentará en esta campaña será la forma en que coordinarán la
comunicación electoral.
Por
ahora no hay una estrategia establecida, pero ya se puede ver cómo se están
moviendo los candidatos.
Por
un lado Cristina Kirchner, aprovechando la gira de su libro “Sinceramente”, que
la lleva por diferentes puntos del interior del país, donde realiza
presentaciones que parecen actos políticos.
Por
otro lado está Alberto Fernández, que está dando entrevistas en casi todos los
medios.
Y
por último Massa, que desde que anunció su candidatura en un evento del Grupo
Clarín, bajó el perfil.
Su
asesor catalán Antoni Gutiérrez-Rubí, que tiene mucha resistencia dentro del
equipo de Massa, suele tener una frase de cabecera:
“No existen los
candidatos mudos”.
El
próximo paso en la campaña será salir a recorrer la provincia de Buenos Aires
en los pueblos que Massa tiene dirigentes de peso.
Se
repartirá esa gira con el candidato a gobernador Axel Kicillof, con quien
coincidirá en algunos lugares.
El
jefe de campaña será Diego Bossio, a quien dentro del kirchnerismo detestan por
haber abandonado el bloque K al poco tiempo de haber asumido.
CFK
le dedicó un capítulo en su libro en el que dice que los méritos de Bossio para
haber llegado al Congreso se debieron a decisiones que ella tomó y de las que
él solo fue un simple ejecutor.
La
campaña recién está comenzando, pero todavía falta lo más relevante, la foto de
Massa con CFK.
Por
ahora, pareciera ser más negocio mostrarse por separado...
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