Fuente:
Wikipedia
La Flota
Mercante de Argentina nació durante la Segunda Guerra Mundial, a raíz de que
el conflicto bélico había generado perjuicios a la producción de bienes y su
exportación en ese país.
Uno
de los problemas más graves era la escasez de bodegas para transportar los
productos argentinos a los mercados exteriores e importar los insumos
indispensables para la industria. La guerra submarina había desarticulado el
comercio marítimo y, al igual que en la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la
Argentina se encontraba aislada del resto del mundo por la falta de una marina
mercante nacional.
En
enero de 1940 se creó una comisión asesora que estudió el tema y propuso
algunas soluciones.
Ese
año el vicepresidente Ramón Castillo compró barcos de países beligerantes,
paralizados en puertos argentinos: dieciséis italianos, cuatro daneses, tres
alemanes y tres franceses.
Los
puso a cargo del Estado a través de diversos convenios con sus armadores o con
los gobiernos respectivos; junto a dos buques transferidos por la Armada para
fines comerciales y otros tantos se adquirieron a empresas privadas.
Los
diarios más prestigiosos reflejaron sus inquietudes, pero la comisión presidida
por el almirante Francisco Stewart, procedió con celeridad.
En
septiembre de 1941 una ley del Congreso legalizó estas medidas y días después,
por decreto N° 103.316, se creaba la Flota Mercante del Estado como organismo
autónomo, en la jurisdicción del Ministerio de Marina.
A fines de 1942
la Flota Mercante Argentina explotaba cuarenta y dos barcos, afectados
todos ellos al servicio de ultramar, con un personal de 15 000 trabajadores, de
los cuales el 90 % eran argentinos nativos.
Poco
antes del fallecimiento (Almirante Francisco Stewart) retirado ya a la vida
privada y gravemente enfermo, accedió a recibir a un grupo de funcionarios de
la Flota Mercante que venían a entregarle una medalla recordatoria de la
creación del organismo.
Para
1940 sólo en el rubro las remesas, los pagos anuales pasaban de los 3.000
millones de pesos (1.000 millones de dólares de entonces).
Sumando
una descapitalización anual por envíos y evasiones que pasaba de los 6.000
millones de pesos anuales.
La eficiencia
técnica y administrativa de la entidad autárquica nacional, se revela en los
extraordinarios servicios rendidos a la economía del país.
Al
terminar la guerra, los gobiernos de Francia e Italia así como uno de los
armadores daneses, hicieron uso de su opción de recompra con respecto a los
once barcos cedidos en 1941 y 1943 respectivamente.
Entretanto
se había producido la renovación de la flota por parte del Estado, y el aumento
del número de los buques y de la capacidad transportadora de los mismos, para
que la flota nacional consolidara y ampliara.
Al
terminar el primer año del gobierno constitucional de Juan Domingo Perón, en
1946, la Flota Mercante del Estado, contaba
entre las unidades en servicio y en construcción, con un tonelaje de 281.000
toneladas, o sea casi tres veces más con los que contaba a fines de 1945.
La
finalidad de la política marítima del peronismo era contribuir a crear la
independencia económica de la nación y procurarse el necesario abastecimiento
de materias primas, suministrando servicios nacionales de transporte al gran
volumen del comercio internacional del país.
Finalmente
y como dato relevante hay que decir que, en 1946 la edad media de la flota
argentina alcanzaba los 21,2 años de antigüedad por buque, pero solo en 1951 ya
se había reducido ese mismo índice a 13,5 años.
En 1947 el
gobierno de Perón decretó que todas las mercaderías compradas y vendidas por
reparticiones oficiales se transportaran en barcos estatales.
En
el período 1947-1955 el tonelaje de la marina mercante argentina creció tanto
en cantidad como en calidad.
Se
incorporaron nuevas embarcaciones de ultramar, muchas de ellas con bodegas
frigoríficas.
Se
reforzó el tráfico costero y se apuntaló la flota petrolera con un plan de
construcciones que se cumplió en su totalidad.
Además,
se contó con modernos transatlánticos de pasajeros.
Durante el
primer gobierno peronista el número de pasajeros transportados pasó de 1.9
millones en 1947 a 17.6 millones en 1951.
De
igual forma, las cargas se incrementaron
de 575.4 a 866.7 miles de toneladas
Mientras la
marina mercante mundial creció desde 1939 a 1951 en un 31%, la marina mercante
argentina aumentó en un 286.6%.
Este
fue uno de los mayores crecimientos registrados por una marina mercante.
Este
período, que correspondía al Primer Plan Quinquenal, fue el más fructíferos que
jamás haya conocido la marina mercante argentina.
La
marina mercante argentina se constituyó en la más importante de América Latina,
superando a la de Brasil desde 1948 en adelante.
En
1952 la flota mercante argentina no sólo era grande, sino que era también una
de las más modernas del mundo.
Tomando
como base el tonelaje bruto, el 34.2% de la flota argentina tenía menos de 5
años en 1952, mientras que la de Gran Bretaña tenía en esa edad al 20.5% y la
de Estados Unidos al 1.9%.
La
mayor parte de los barcos nuevos y más eficaces pertenecían a las flotas del
Estado.
En 1951 la
Argentina superó por primera vez en su historia a las naciones marítimas en el
tonelaje descargado en sus puertos.
El
gobierno peronista le legó al país un valor neto de 1.000 millones de pesos
aproximados, capitalizados en la flota Mercante del Estado.
Hasta
el derrocamiento de Perón, la Argentina contaba ya con una marina mercante, con
una importante gravitación tanto a nivel latinoamericano como mundial.
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