Cristina Perez
*Editorial
leído en el programa “Confesiones en la noche”, por Radio Mitre.
Atravesamos
este período importante, difícil y duro, que fue el período que separó las PASO
con el cimbronazo por la amplia diferencia de la elección y este domingo en el
que finalmente concurrimos a votar.
Para
los que no estamos tan cerca de la ingeniería política, se había instalado una
especie de lapidaria sentencia según la cual la diferencia que iba a tener
Alberto Fernández sobre Mauricio Macri era del 15, 20 o 25%.
Era
una especie de verdad de la Torá, una tabla de los 10 mandamientos, una
verdad instalada.
Mucha
gente, con angustia, me preguntó en la semana si esto era así.
Yo
no les puedo responder les decía, pero también les decía que a la historia la
hacen las personas y las elecciones son una oportunidad única para que todos
tengamos la misma tajada de poder para cambiar la historia.
También se decía
que la gente iba a votar pensando en la economía, que cuando la economía anda
mal, a nadie le importan otros valores.
También
se decía con tono de burla, que las marchas del Sí, se puede, no movían
el amperímetro.
Más
allá de los resultados, y lo digo sin temor, porque en este caso soy la misma
antes de las PASO y después de las elecciones, tengo los mismo valores.
En tres meses no
se cambian los valores, los valores son las columnas con las que uno vive y
en las que se sostiene.
Las
ideas pueden cambiar porque hoy sirve una cosa, mañana otra.
Los valores no
cambian en la vida.
El
kirchnerismo venía por todo y se encontró con la democracia.
Esa
democracia hizo lo que para muchos la estadística, la historia y el recuerdo de
lo que hizo el kirchnerismo había convertido en un gran temor lo que era el
peor escenario.
Un
escenario que daba miedo ofreció dentro del peor escenario, el mejor escenario.
Pero
¿saben
por qué?
Por
todos los ciudadanos argentinos que votaron no pensando en su tajada, no
pensando en que por ahí la estaban pasando mal, no pensando en que
económicamente estaban peor, sino
pensando en valores como la libertad, en valores republicanos, y la
importancia que tenía consolidar las instituciones.
Y
no estoy hablando de gente sofisticada que no tiene problemas económicos, sino
gente común, ciudadanos de a pie que se movilizaron muchas veces para ver a un
presidente con el que tal vez estaban enojados, para encontrar las fuerzas que les diera esperanza porque quieren un
país donde sea un valor no tener un gobierno corrupto, pensar diferente y no
tener miedo en expresarse, que las leyes se cumplan.
Hoy
los ciudadanos hicieron posible que haya un muro de contención a cualquier idea
alocada en el Congreso.
Esos
ciudadanos a los que muchos los quisieron convencer de que no les iba a
importar otra cosa que la economía, o que en realidad no podían cambiar nada.
Ese fantasma no era otra cosa que un fantasma.
El
kirchnerismo venía por todo y se encontró con la democracia.
Tal
es así que terminada la noche quienes deberían estar festejando parecían
insatisfechos y con gusto a poco…
Afortunadamente
también este resultado hizo que hasta el festejo que uno vio fuera una
situación incómoda.
Es
lo que mejor le pudo haber pasado al presidente electo Alberto Fernández.
Hoy
el enigma es quién es Alberto Fernández, pero no solamente para los que veíamos
con temor el advenimiento del kirchnerismo al escenario político por todo lo
que ya conocemos.
No
es simplemente un miedo intuitivo por un fantasma que no existe, es el miedo por 12 años que ya sabemos
lo que fueron.
El
enigma no solamente lo tienen quienes están del otro lado de la grieta, en el
antikirchnerismo…
También
lo tienen en el kirchnerismo, porque hay dos Alberto Fernández:
El
que tiene que convencer al núcleo duro del kirchnerismo y el que tiene que
convencer al resto que va a ser el presidente de todos.
El
que antes criticaba a Cristina y el que luego dijo que es lo mismo que
Cristina.
Todos deseamos
que a Alberto Fernández le vaya bien con los enormes desafíos que tiene el
país.
Hoy
tenemos la certeza de que hay una valla de contención institucional porque la
votamos y porque somos muchos a los que nos importan las libertades, la
Constitución y la república y no tenemos vergüenza de eso.
Y
creían que éramos poco, que el pueblo no se interesa por eso y solo le
importa el precio de las cosas.
Hay
gente que pensó mucho más allá, hoy en lo personal me hace estar orgullosa pero
tengo profundos interrogantes como todos ustedes.
Por
supuesto hoy vimos emerger una suerte de Albertismo para la transición y
nombres que por lo menos dilucidan o hacen pensar en cierta independencia de
Alberto Fernández.
Uno
conociendo el paño está esperando la naturaleza del escorpión y no hacemos mal…
Si
nos sorprende la buena, que nos sorprenda la buena, pero hacemos bien en estar
prevenidos.
Uno
se imagina que este corrimiento de la escena de Cristina Kirchner es un margen
de luna de miel que va a tener Fernández para acertar en las medidas
económicas, para pegarla, para dar en el clavo, en una Argentina donde dar en
el clavo es dificilísimo y que si no acierta, el diablo meterá la cola, y no
precisamente desde afuera, sino tal vez desde adentro.
Porque
no hay mejor oportunidad que el peor mejor cuando la eventual conspiradora
puede estar sentada en el sillón de la vicepresidencia.
Por esto el gran
desafío de Alberto Fernández para su propia consolidación como
líder, para que esa caricatura del títere, no sea más que una especie de
latiguillo feroz de campaña, logre trabajar con los consensos porque no tiene
las mayorías totales para convertir el congreso en una escribanía.
Mi sensación es
que si Alberto Fernández no gobierna con la oposición corre el riesgo de ser gobernado por los
paladar negro de su propio equipo.
Se
vienen tiempos de consensos imprescindibles, y estamos todos en este barco, en
este territorio.
Claro
que tenemos derecho a pensar distinto.
El país está
dividido y somos muchos los que tenemos y creemos en los valores de la
república.
La
bandera que también se está sentando es que volvió una Argentina donde hay
fuerzas parejas, nadie es el dueño del poder, y esas fuerzas no tienen
vergüenza de pensar lo que piensan ni tienen derecho a callar al otro de lo que
desea para el futuro y en intentar que sus sueños se concreten...
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