"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

sábado, 9 de noviembre de 2019

LA TEMPLANZA


El término templanza significa moderación, sobriedad y continencia.
Expresa también una de las cuatro virtudes cardinales por la que debemos moderar los apetitos y el placer excesivo de los sentidos.
En un sentido más personal significa la buena disposición de la persona y la armonía en la que vive.
El uso de la palabra se expresa en dos sentidos, en la relación de uno mismo con sus apetitos y deseos, y en la relación del hombre con sus semejantes y con el mundo que lo rodea.

En el lenguaje común, se lo emplea como la fortaleza de quienes deben afrontar dificultades y problemas, como así  también tragedias y angustias personales, y la realidad de las respuestas que su comportamiento da a dichas cuestiones.
Es una cualidad humana, un valor que hace al hombre proceder en forma cautelosa y justa tanto en sus palabras como en sus acciones, dándole el dominio y control sobre sus actos.
Hace al individuo libre y permite que se libere de violencia, y viva en armonía y en paz.
La templanza como virtud moral forma el carácter de la persona, y adorna a su existencia con buen juicio, prudencia, discernimiento, precaución y sabiduría.
Su vida transcurre en un equilibrio sin excesos y le permite gozar de las cosas buenas, porque tiene pleno dominio de su voluntad, y puede superar la tendencia natural a cierto egoísmo en sus relaciones.
Le permite reconocer las verdaderas y reales necesidades en favor del desarrollo y bienestar de sí mismo y cuyo alcance se extiende a los demás y distinguirlas de aquellas que se crean por deseos que salen de la satisfacción del ego y perjudican al mismo y a su entorno.
La persona templada reaccionará de manera justa ante las circunstancias que le plantee la vida o sus semejantes.
No habrá en él, excesos, ni rencores o deseos de venganza, ya que sabrá apreciar adecuadamente cuales son los motivos de los hechos y cómo reaccionar ante ellos.
Es alguien que priorizará el amor, la bondad  y la comprensión y estará dispuesto al perdón y al diálogo.

La vida moderna nos plantea situaciones difíciles, en las cuales nos involucramos o a veces quedamos inmersos sin querer, o sin tener injerencia,  pero que nos tocan, nos afectan y necesitan una respuesta de nosotros.
Quien posea la virtud de la templanza, no se dejará llevar por la situación, sino que tomará el control de la misma, y procederá con justicia, pero también con misericordia.
El mundo actual pone a prueba las virtudes del hombre, y las situaciones que vive son motivo de reflexiones y equívocos, que suceden con la relación con los demás, el modo en cómo se inserta en la sociedad, el rol que ocupa y su comportamiento.
Es difícil mantener el equilibrio cuando alrededor de uno, tanto en las comunidades como en las individualidades, se procede de manera violenta, rencorosa, muchas veces con odio y tratando de someter y sojuzgar al otro.
La justicia, la paz y la libertad, se encuentran permanentemente amenazadas y hasta avasalladas en este tiempo que nos tocó vivir.
El hombre templado, que debe ser probo, honesto, justo, bondadoso, está a merced de las circunstancias que lo rodean.
Si bien personalmente puede tener valores, decisiones firmes y justas, hay decisiones que son grupales y comunes en las cuales está involucrado, a pesar de su disconformidad.
Pero se debe anteponer el deber al deseo; pensar que aquellos que viven en comunidad deben compartir y  tratar de equilibrar el reparto desparejo de los bienes; saber que cada hombre es responsabilidad de todos, y que sus necesidades deben ser hechas nuestras; conduciéndonos en nuestra existencia de acuerdo a estos principios y sobre todo  brindando todo el amor que somos capaces de dar.

Recuerdo mi infancia y a mi abuela materna; ella sostenía que quien le golpeaba la puerta era un enviado de Dios, por eso lo hacía pasar, comer con nosotros y trataba de darle lo que necesitaba.
Era la década de 1940, posiblemente condiciones que no volverán, pero el sentido de la dignidad humana y el significado de la templanza era la solidaridad y la hermandad.

Elias D. Galati

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