Macri
logró ser el primer presidente no peronista en 91 años que termina su
mandato...
Y
logró que vuelva el kirchnerismo.
Finalmente
logró dos milagros que parecían inalcanzables:
1. Que después
de 91 años un gobierno no peronista termine su mandato en tiempo y forma.
2. Que vuelva el
kirchnerismo.
El
primer milagro amagaba ser imposible desde el mismo 10 de diciembre de 2015,
cuando los kirchneristas cantaban “Macri basura vos sos la dictadura” mientras
regalaban helicópteros de juguete en las marchas.
Al final, el
tipo no sólo evitó el helicóptero sino que se va despedido por multitudes y
votado por el 40,3 % de los argentinos.
Así
consiguió que el peronismo deje de ser el único partido que a veces finaliza
sus gobiernos.
Perdieron
el invicto.
Gran
mérito del Gato teniendo en cuenta que, salvo los líderes extranjeros, el resto
de la dirigencia le jugó siempre en contra:
DEesde
la mayoría de los sindicatos hasta la mayoría de los empresarios pasando por el
peronismo, el Papa, las organizaciones sociales y varios amigos de su propia
coalición.
Ni hablar de
unos cuántos inútiles del mejor equipo en 50 años que tampoco lo ayudaron mucho
que digamos.
Encima,
para emputecerse la vida aún más, tuvo la mala suerte de que durante los cuatro
años de mandato le tocó el Muñeco Gallardo.
Una
tortura, pobre Gato.
El segundo
milagro era aún más difícil de conseguir.
Después
de los bolsos de López, los cuadernos de Centeno, toda la saga de De Vido, el
Memorándum, las propiedades de Muñóz,
las
bravuconadas de Moreno y el INDEC, el apoyo de La Cámpora a Maduro y al
chavismo,
aquel
inolvidable manejo neofascista de los medios públicos,
la
formidable bancarrota económica que dejaron en 2015,
las
confesiones de los coimeros y los coimeados,
el
despliegue inmobiliario y hotelero de los Kirchner,
el
5% de pobreza proclamado por Cristina y tantos otros éxitos de la etapa de oro
kirchnerista,
parecía
imposible volver a verlos en la Casa Rosada.
Pero
felizmente se dio.
El plan
económico del gobierno de Macri falló, el peronismo se unificó y Cristina
volvió.
A
juzgar por la función que dio el lunes en el Tribunal Oral, volvió con toda su
simpatía y su talento intactos.
A propósito, no
entiendo porque le dicen Tribunal Oral a tres tipos que no abrieron la boca
mientras los insultaban durante tres horas y media.
Por
el cagazo demostrado, más que Oral debería llamarse Tribunal Anal, pero no
vamos a meternos en cuestiones psicoanalíticas porque según el orden de las
cinco fases freudianas, ahora tocaría Tribunal Fálico, después Tribunal de
Latencia y finalmente Tribunal Genital.
Puesto
a elegir, yo preferiría simplemente Tribunal de Justicia si no es mucho pedir.
Sintetizando, la
conclusión es que después de intentarlo durante cuatro años el Gato llegó a
puerto pero no pudo resolver el quilombo que dejó el kirchnerismo.
Veremos
si esta gente nueva que apareció ahora y asume el martes tiene mejor suerte.
Mientras
tanto, juraron los nuevos diputados y ya hubo lío.
Los
de Juntos por el Cambio están indignados porque hay tres diputados que antes de
asumir ya abandonaron el bloque:
Pablo Ansaloni por Buenos
Aires, Beatriz Ávila por Tucumán y Antonio Carambia por Santa Cruz.
Los
tres fueron votados para que jueguen en el equipo de Macri, pero decidieron
abandonar la concentración y ya están precalentando en el vestuario de
Cristina. Todavía no se informó si están a préstamo por una temporada o les
compraron el pase definitivo.
Dudas.
¿El
cambio de bloque político paga impuesto a las Ganancias o está exento?
¿Dada
la cantidad de panquecazos que se han visto, no sería buena idea aplicarles
retenciones?
¿Las
transferencias políticas no deberían estar bancarizadas?
¿Aceptan
billetes de 500 Euros humedecidos?
Preguntas
que el próximo gobierno deberá contestar.
Todavía
hay gente que, para definir estos casos, usa la palabra “borocotizar”.
Para
los que no lo saben, el término viene del Dr Borocotó que fue electo diputado
del PRO en 2005 y antes de asumir se encontró en la cancha de Argentinos
Juniors justamente con Alberto Fernández que, por entonces, era el Jefe de
Gabinete del CCK.
Cuando
terminó el partido, Borocotó ya se había pasado al kirchnerismo.
Lo
convencieron en 90 minutos.
Un
récord.
A la distancia
hay que reconocer que el tipo fue un visionario que apostó a Tío Alberto con 14
años de anticipación.
Durante
la jura de los nuevos diputados se vio de todo.
Algunos
juraron por Néstor y Cristina, otros por Lilita.
Incluso
hubo uno que juró por el Río Atuel.
Posta.
Imaginate,
“…si así no lo hiciereis que Dios y el Río Atuel te lo demanden”.
La
verdad, es mucho más serio el Diego cuando jura por Dalma y Gianinna.
Al
pobre Sergio Massa, el que dijo “voy a barrer a los ñoquis de La Cámpora”, le
tocó jurar y abrazarse con el Cuervo Larroque.
Los
duendes que organizan nuestra democracia a veces son muy perversos.
Nobleza
obliga, hay muchos legisladores serios, patriotas y preparados.
Pero
también está lleno de truchos que llegan allí porque vienen colgados de la
lista sábana.
Un
sistema que nunca se va a poder cambiar dado que para eso hace el falta el voto
justamente de los truchos que van colgados de la lista sábana.
O
sea, olvidate.
¿Cómo
serán los tiempos por venir?
El
discurso de Ex Ex Ella en Tribunales es un lindo presagio.
El
elogio que le hizo el Tío Alberto de los lunes, también.
Ni
hablar de su mensaje al periodista Alconada Mon, cuando por twitter le
advirtió: “Sabelo, Alconada” (el lunesismo del albertismo es tremendo).
¿Se
repite la historia?
Difícil.
Desde que Tío
Alberto dejó el poder en 2008 todo ha cambiado.
Por
entonces no existían Facebook ni Twitter ni Instagram.
La
gente miraba televisión abierta y usaba el celular para hablar por teléfono.
Y
desde que el kirchnerismo se fue en 2015 el cambio ha sido mucho más
vertiginoso aún.
En
solo cuatro años todo se dio vuelta.
La
gente compra cualquier cosa por Mercado Libre.
O
por Amazon.
Saca
pasajes en Despegar, reserva hoteles en Booking, alquila por Airbnb, pide autos
por Uber, se guía por Google Map o por Waze,
se
comunica con todo el planeta al instante y gratis por Whatsapp, manda fotos y
videos y hace todo tipo de trámites con aplicaciones desde su celular.
Los
programas de televisión, las series y las películas se miran a la hora que se
te da la gana por Netflix o Flow, y podés ir en el bondi escuchando toda la
música del mundo en Spotify.
No es verdad lo
que dijo Tío Alberto en el debate presidencial cuando afirmó que los jubilados
no tienen celular.
En
la Argentina hay 64 millones de celulares de los cuales más de 35 millones son
smartphones.
Greta
Thunberg, una adolescente sueca, desafió a todos los líderes mundiales en la
ONU y puso al tope de la agenda mundial al ambientalismo.
Al
mismo tiempo, se está produciendo el cambio de paradigma más grande de la
historia de la humanidad:
El
nuevo rol de la mujer y las cuestiones de género.
Mientras
todo esto pasa, los kirchneristas dicen que vuelven mejores aunque millones de
argentinos temen que vuelvan peores.
Para
mí, y por lo demostrado hasta ahora, vuelven igual que siempre.
Sin
embargo, los que estamos distintos somos todos nosotros.
Los
del 48,2 que votamos al Tío, los del 40,3% que votamos al Gato y los del 11,5%
que votamos no sé qué cosa.
Todos
nosotros somos otros.
Todos.
Juntos. Cambiamos.
Sabelo,
Tío.
Ahora
andá y jurá.
Y Vos
Gato, gracias por el esfuerzo…
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