Un
país sin grandeza
Por
Claudio Chávez
La
élite política argentina ha perdido el rumbo. Nuestro país está muy mal y de
allí no se sale con la utopía de la mediocridad.
El
problema es la falta de autoridad de la elite política incapaz de sanear la
crisis moral.
Todo
es chiquito, menor, pequeño diminuto.
No
hay grandes ideas y menos proezas para emprender como comunidad nacional.
Ciertamente las
utopías macabras del siglo XX se hundieron en el fango de millones de muertos.
Ninguna
de ellas queda en pie.
Los
hombres nos las arreglamos como podemos.
No
se trata, entonces, de resucitar esos fracasos.
La idea es
hallar entre nosotros, como comunidad, un objetivo tan grande como realizable
capaz de hacernos sentir titanes en esta medianía pavorosa en que nos hallamos
sumergidos desde hace muchos años.
La
élite política argentina ha perdido el rumbo.
Al
menos así lo creo yo.
Nada
genial sale de sus cabezas.
Queremos
ser un país normal se repite desde hace un tiempo.
Es
una frase poco feliz, que dantista, congelada.
Por
el contrario debemos ser un país en serio, con ímpetu, con epopeyas, venturoso,
con grandes planes.
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