Así,
el incumplimiento de la palabra empeñada o el estímulo a la antropofagia no
serían malos o inmorales en abstracto. Alberto Benegas Lynch (h)
Si bien muchos
estábamos convencidos de que el kirchnerismo volvería a la Casa Rosada envuelto
en sus viejas banderas de falso relato, falta de principios, corrupción y
venganza,
nadie imaginó que las llevaría al campo de batalla político y social con tanta
rapidez.
Ahora están
robando la ética y el valor de la palabra.
La
compulsión por reescribir la historia que padece Cristina Fernández, que ya la
llevó a intentar subordinar el Poder Judicial argentino a un consejo de
juristas internacionales en el caso del memorándum con Irán, hizo que una de
sus principales espadas jurídicas, el Dr. Eduardo Barcesat (miembro del Partido
Comunista y defensor de Hebe de Bonafini y Milagro Salas), se auto designe como árbitro -un verdadero okupa- de la
moral y pase a integrar un curioso "tribunal de ética" internacional.
El
engendro, parido en Madrid en noviembre pasado, es presidido por Baltasar
Garzón, ese ex Juez de la Audiencia Nacional española eyectado del cargo por sus pares por prevaricato, que recaló
en la Argentina en 2012 a sueldo de la ex Presidente…
Lo
integran, entre otros, los abogados que defienden a los más notorios ex
funcionarios prófugos, procesados o ya condenados por corrupción en sus
respectivos países: nuestra ilustre Vicepresidente y su ex Ministro Julio de
Vido, Rafael Correa, Luiz Inácio Lula da Silva, etc..
Por
supuesto, en todos los casos se las califica como persecuciones políticas
disfrazadas de procesos judiciales -el famoso "lawfare", esgrimido
por Cristina Fernández y hecho suyo por S.S. Francisco- y, como es obvio, busca
la impunidad de los nombrados y al invertir la realidad, imputar a quienes los
juzgaron, como Claudio Bonadio, Julián Ercolini y Sérgio Moro.
Pero
"nuestro" representante ante ese curioso engendro no se detuvo allí y
pretende reproducir la persecución a la prensa que tanto practicó su patrona.
Es
más, dijo que deberían presentarse ante ese mamarracho periodistas prestigiosos
como Luis Majul, Jorge Lanata y Daniel Santoro.
Hasta
en este posmodernismo que padece el mundo, tan plagado de líderes creadores de
la pos verdad, que pretenden permanecer en el poder a como dé lugar, vaciando
las instituciones democráticas y transformándolas en meros instrumentos de su
ambición, los argentinos conseguimos destacarnos.
Alberto
Fernández ha obtenido una ley violatoria -¡cuándo no!- de la Constitución
Nacional por las facultades legislativos que le delega, a la que llamó "de
solidaridad".
La
manipulación nuevamente queda expuesta ya que, si cualquier afectado se opone a
ella, automáticamente se transformará en un egoísta carente de todo principio a
favor de la sociedad.
Lo
absurdo es que, en esta nueva persecución a quienes han construido
legítimamente un patrimonio o, simplemente, superan el nivel de miseria de las
jubilaciones mínimas, no se requiera esa misma solidaridad a los saqueadores
monumentales de la década anterior ni se deje de nombrar a privilegiados en
cargos públicos de inmenso salario.
¿Cuánto
se aliviarían los problemas del Fisco si la Vicepresidente y sus hijos, Lázaro
Báez y los suyos, Cristóbal López y Fabián de Souza, los gremialistas eternos,
y tantos otros devolvieran lo robado?
No
conozco la cifra, pero un amigo sugirió que, en lugar de recurrir al FMI en
busca de fondos, mejor hubiera sido pedírselos a los jueces; olvidó que éstos,
y los legisladores que se niegan a votar la ley de extinción de dominio, son
tan deshonestos como aquéllos.
A
la vez, el Presidente ha consentido -¿tenía otra opción?- en ceder a Cristina Fernández inmensos resortes de poder no sólo en lo
que respecta a la Justicia sino en los organismos de control y de recaudación,
precisamente aquéllos que, cumpliendo sus obligaciones, actúan como
querellantes en las causas por corrupción que tanto le preocupan…
Ya
están en sus manos la AFIP, la DGI, la UIF y la Oficina Anticorrupción.
Seguramente,
todos ellos desistirán de sus acciones, y la Vicepresidente y sus cómplices
-funcionarios y empresarios- habrán dado así un inmenso paso hacia la impunidad
pretendida. Falta ver cómo reaccionaremos todos si ello ocurre.
Hoy
se cumplen cinco años del asesinato -lo
dice la pericia judicial firmada por más de cincuenta expertos y lo dijo esta
semana el propio Mohsen Rabbani, el principal acusado como autor
intelectual- del Fiscal Alberto Nisman, tres días después de denunciar a la
entonces Presidente, Cristina Kirchner, y otros por traición a la Patria y un
día antes de exponer el caso ante el Congreso, y aún no sabemos quién y cómo lo
mataron por cumplir su deber.
La
Ministra de Seguridad, Sabina Fréderic, para encharcar aún más la
investigación, pretende "revisar" esa pericia, y el Presidente, el
mismo que dijo las peores atrocidades de su actual Vicepresidente sobre el tema
durante diez años y ahora pretende que lo olvidemos, la respaldó públicamente.
El
robo de la palabra también aparece aquí en una marquesina destellante:
Basta
con recurrir a los archivos que tanto circulan por WhatsApp para comprobar las
estruendosas contradicciones en que incurrieron al respecto Alberto y Cristina,
Sergio Massa y hasta los jueces, fiscales, espías y policías que intervinieron
en el caso.
Hoy
mismo, a las 18;30, la ciudadanía tiene una cita de honor y se reunirá en la
Plaza del Vaticano (Viamonte, entre Libertad y Cerrito) de la ciudad de Buenos
Aires y en todas las plazas del país y de las capitales del mundo para honrar
al Fiscal muerto y reclamar, una vez más, el definitivo esclarecimiento de lo sucedido
bajo el milenario lema bíblico: "Justicia perseguirás".
No habrá
banderas políticas ni discursos, pero todos leeremos en voz alta un documento.
Bs.As.,
18 Ene 20
Enrique
Guillermo Avogadro
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