"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 16 de febrero de 2020

El avión de regreso V


La vicepresidenta de la nación nos mete en un berenjenal diplomático con los italianos por su tirria con el ex presidente y se pelea con el Fondo Monetario Internacional con el que se supone que estamos negociando.
Nada de esto provoca el mínimo gesto en los seguidores y fanáticos del gobierno.
Simplemente ya decidieron que éste es el paraíso en el que quieren vivir.
Esa parte que no llega a la mitad de los habitantes del país quiere vivir así y que los demás también vivan así.

En las crisis anteriores los mayores intentaban por todos los medios convencer a sus hijos o a sus nietos de que se quedaran, que la pelea valía la pena y era acá donde se daba.
Evocaban sus propios tiempos duros, lo difícil de la vida en el extranjero, la incomodidad de las nuevas costumbres, el dolor de la distancia.
Hoy eso también se ha quebrado.
El mazazo histórico que recibieron el viernes los jubilados no se disimula ni con el enorme poder de fuego mediático puesto en marcha para hacer creer que un ajuste brutal en haberes de $16.500 en adelante fue en realidad un “aumento”.

Por ley, a todos los jubilados les correspondía un 11,56% de aumento.
Por decreto quienes cobran $16.500 recibieron 11,39% y de ahí en más las escalas bajan hasta un 3,6%.
Cómo volverán de esta traición a sus seguidores tantos medios complacientes que festejan el “aumento” es un intríngulis que por ahora no parecería importarles. Supondrán que la quemazón no les tocará.
Miles de pesos por mes que el Estado debía por ley devolver a los jubilados, quedaron ahora en manos del gobierno.

¿Qué tiene de justicia “achatar” la pirámide?
En un sistema justo quienes más cobran son quienes más aportaron.
“Aportaron” quiere decir que es dinero que ellos pusieron en el sistema, dinero que ganaron trabajando y que hoy un decreto presidencial les ha robado.

El viernes el Estado dio una señal más de a quién castiga y a quién beneficia.
Castiga a los que trabajaron, fueron productivos y contribuyeron al sistema con su sacrificio.
Por supuesto, el relato, totalmente refractario a cualquier dato de la realidad, habla de favorecer a los desprotegidos.
Ese esfuerzo que hoy se pide a quienes cobran desde 16.500 pesos en adelante es para seguir sosteniendo un aparato burocrático que está llegando a niveles nunca vistos, no para bajar el déficit que sería algo que largo plazo nos beneficiaría.

Por eso hoy ya los mayores no les insisten a sus descendientes que no se vayan.
Viven la impotencia del que trabajó toda su vida, fue honesto, se privó de vacaciones o mínimos gastos y hoy siente que un grupo privilegiado de políticos, en nombre de la “solidaridad”, usan su dinero para despilfarro propio o, otra vez, fidelización partidaria.

No suena casual el castigo.
Las personas mayores fueron de los más críticos al nuevo gobierno y ven en lo del viernes en una venganza perversa.
Ahora vendrán los juicios pero la lógica del poder contará con la lucha entre los tiempos biológicos y los tiempos de la justicia.
Sí, esperará ganar por abandono como ya lo hiciera Sergio Massa en tiempos en que dirigía el ANSES.
Que hagan juicio y traten de no morirse antes.
Y si sobreviven, que sea un próximo gobierno el que se haga cargo.

Con lo terrible que es que a quien aportó toda su vida le saquen miles de pesos, no es lo peor que ha ocurrido el viernes.
Lo peor fue que lo que estaba institucionalizado se convirtió en concesión graciosa del rey.
Se perdió un derecho y se ganó una dádiva.
Esa parte del país que no eligió a esta administración no quiere vivir de dádivas.
Hoy los mayores ven que sus hijos, sus nietos se van y no tienen fuerzas para retenerlos.
Sólo se preguntan ¿quiénes quedan para dar vuelta esto?

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