"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 30 de marzo de 2020

OPERACIÓN CONDOR (III)


El 5 de mayo de 1975, Ladislav Svedja (entre el 30 de diciembre de 1974 y 30 de septiembre de 1977, “Smolik” fue la titular de la Inteligencia checoslovaca en Buenos Aires y figuraba como Secretario de Tercera en la Embajada y firmaba como Smolik) envió un análisis de la reunión con el mandatario chileno por valija diplomática a la Central de Praga, sosteniendo que la Presidente Perón “durante el encuentro con el presidente Pinochet en la base aérea de Morón, con su comportamiento exagerado y de mal gusto, apoyó las fuerzas extremistas de derecha en el país.
Se puede decir que de este modo mostró la dirección de su gobierno […] su postura significa un viraje absoluto a la derecha de toda la política gubernamental, siguiendo las ideas políticas pro norteamericanas y de López Rega.
De este modo ayudaría a sacar al gobierno de Pinochet de su aislamiento internacional y esto cuenta con la ayuda de medios militares.”

Una semana más tarde, desde Santiago de Chile, el embajador argentino Carlos Amaya envió la Nota “Reservada” Nº 169, del 25 de abril de 1975, en la que informó sobre la repercusión en los medios políticos y periodísticos de la cumbre Perón-Pinochet.
“...la consigna (de la Junta Militar que gobernaba Chile) parece haber sido la de cubrir la información con amistosa sobriedad. En general se consideró al evento como importante y significativo dentro del esquema de la relación bilateral.”
Amaya centró su atención en la importancia que la prensa trasandina dio al encuentro, sosteniendo que “implicaba para Chile un cierto aval, una suerte de respaldo frente a la comunidad internacional donde su situación sigue siendo comprometida”.
También afirmó que los medios periodísticos destacaron que se trató de una conversación “entre los mandatarios preocupados por similares problemas: la subversión, el sistema interamericano, el precio de los hidrocarburos...”.
También trazó la preocupación por ciertas interpretaciones que los medios chilenos dieron a la agenda no pública de ambos mandatarios, como el “avance de Venezuela como centro de poder en Latinoamérica y la situación de Brasil.”

El embajador argentino no dejó de señalar al canciller Juan Alberto Vignes que la Democracia Cristiana opinó “por vía de sus dirigentes que el Presidente Pinochet ha obtenido un respaldo sino a su gestión por lo menos a su condición de Presidente de Chile.”
“El ex Presidente Eduardo Frei Montalva manifestó en privado que Pinochet debió haber hecho una visita de Estado y no celebrado un encuentro.
Debió haber ido a visitar la Corte Suprema, realizar una gran recepción, etc.”.

A continuación Amaya explicó:
“Claro que Frei opina imbuido por la nostalgia de su presidencia, época en la que las circunstancias permitían otro tipo de ceremonial....”
Como deseando congraciarse con el pensamiento de su gobierno, Amaya escribió:
“Todos los chilenos más que saben, sienten, que en este dificilísimo trance que atraviesan por imperio no sólo de una orquestada campaña exterior, sino por un cúmulo de graves problemas, la Argentina, en la persona de su Presidente ha estado de su lado.
Es un hecho, una verdad histórica que nadie podrá negar y cuyas proyecciones habrá de definir el tiempo.”

También desde Brasil se siguió con atención el encuentro presidencial en Morón.
A través del Parte Informativo Nº 505, del 23 de Abril de 1975, el Encargado de Negocios de la embajada argentina en Brasilia, Rubén Vela, elevó al Palacio San Martín los comentarios de los medios sobre la cumbre presidencial:
“El comentarista político Newton Carlos, ha opinado que el principal motivo del encuentro de los presidentes habría sido el de concertar una acción común contra la subversión organizada desde el exterior.”

En otras palabras, estaba por nacer el “Plan Cóndor” en pleno gobierno constitucional en la Argentina.
Entre el 25 de noviembre y el 1º de diciembre de 1975 se realizó el primer encuentro “de trabajo de Inteligencia Nacional”, en Santiago de Chile.
Intervinieron representantes de Argentina, Chile, Bolivia, Paraguay y Uruguay.
Enterado el gobierno norteamericano, el embajador Harry W. Shlaudeman le elevó a Henry Kissinger un trabajo de catorce folios titulado:
“La Tercera Guerra Mundial y América del Sur”.

Así opinó el “Jornal do Brasil” del 18 de Abril de 1975:
“Durante el encuentro entre la presidenta María Estela Martínez de Perón y el General Augusto Pinochet podría surgir un acuerdo sobre el combate al terrorismo.
Los dos gobiernos no ocultan su preocupación por la estrecha colaboración que existe entre militantes del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y el Movimiento de izquierda Revolucionaria (MIR).
Después de haber colaborado con el Uruguay en materia policial y de seguridad, la Argentina parece estar interesada en llegar a un acuerdo semejante con Chile, con el cual tiene una frontera de 5 mil kilómetros.
Las actividades de los grupos terroristas que actúan en la Argentina se concentran en las provincias del Noroeste.”

“La impresión general -apuntó el consejero Rubén Vela- es la de que se consideraría favorable un entendimiento argentino-chileno para la cooperación en materia de lucha contra la subversión, pero que existiría una velada expectativa ante la posibilidad de que un mayor entendimiento entre la Argentina y Chile pudiera, rompiendo el aislamiento de éste, alejarlo de la fuerte influencia brasileña.”

Previamente, en 1974, durante una conferencia de prensa que se realizó en Lisboa, Portugal, al amparo de la “revolución de los claveles” de los militares portugueses, el ERP anunció la constitución de un “Comando Conjunto Operacional” integrado por el ERP (Argentina), MIR (Chile), Tupamaros Uruguay) y ELN (Bolivia).
En realidad, el anuncio constituyó el lanzamiento al plano internacional de una verdadera supranacional terrorista, fundada en Chile en noviembre de 1972 con el nombre de Junta Coordinadora Revolucionaria.

Mientras se sucedían las especulaciones en torno del encuentro presidencial de Morón, en esas horas, con la zona del aeropuerto fuertemente controlada por la policía bonaerense, el 17 jueves de abril de 1975 son detenidos en una parrilla, en Morón, Dardo Cabo, Juan Carlos Dante Gullo, Emiliano Costa y cinco compañeros más, acusados de estar esperando parte del dinero pactado por el rescate de los hermanos Jorge y Juan Born, secuestrados por Montoneros, en septiembre de 1974.
Hablaban de cobrar cinco millones de dólares que debía entregar un ejecutivo del holding, de apellido Ganz, cerca del camino de Cintura.

Un simple dato revela el apoyo de la sociedad en la guerra contra el terrorismo:
El aviso de la presencia de gente “rara” la dio el dueño del local a quien más tarde, los Montoneros, le dieron una represalia con explosivos.
Dardo Cabo, señalado como uno de los asesinos del dirigente Augusto Timoteo Vandor (1969) y ex director de la revista montonera El Descamisado, murió años más tarde cuando se le aplicó la “ley de fuga” el 5 de enero de 1977.
Gullo, ex jefe de la Juventud Peronista, estaba como el resto de los detenidos en la clandestinidad.

El 18 de abril de 1975, el niño Rodolfo Lagos Mármol, de un año de edad, fue arrancado de los brazos de su madre en pleno Palermo Chico por un grupo terrorista.
Su tío, el empresario Juan Lagos Mármol, negocio el rescate.
El niño fue abandonado en buen estado de salud, el sábado 26, en Lomas de Zamora.
Nunca se confirmó, ni desmintió, si se pagaron 200 millones de pesos viejos.

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