Re edición hoy en INFOBAE
La
magnífica obra de Ayn Rand muestra qué sucedería en un país - en el caso de su
obra, Estados Unidos- en el cual el Estado interviene cada vez más en la
economía
Por
Roberto Cachanosky
Un
Estado con exceso de regulaciones e injerencia en la vida privada genera
compulsivas redistribuciones de ingresos y riqueza;
ahoga
al sector privado con carga impositiva; y, en definitiva, castiga al sector
productivo de la economía para beneficiar a un sector amplio de la sociedad
transfiriéndole ingresos que no les corresponde.
Ayn
Rand invita a imaginar qué ocurriría con el sector productivo, eficiente, el
que genera riqueza, si se éste se retirara del mercado. Es decir, se declarara
en huelga, dejara de producir y directamente se fugara del saqueo estatal del
fruto de su trabajo.
Qué ocurriría con el sector productivo,
eficiente, el que genera riqueza, si éste se retirara del mercado
¿Cómo
haría el resto de la población que vive del trabajo de unos pocos sectores
productivos, que despliegan su capacidad de innovación creando riqueza, para
sobrevivir sin que otros produzcan por ellos?
Es
más, ¿cómo
harían los políticos populistas para sobrevivir si no cuentan con un sector
productivo al cual extraerle la riqueza y calmar al resto de la población?
Algo de eso estamos viendo hoy en día en la Venezuela chavista.
Atrapados por un
sistema de saqueo generalizado
La
gente muriéndose de hambre porque los más productivos decidieron abandonar el
país, pero también lo estamos viendo en
Argentina, atrapada por un sistema de saqueo generalizado en que muchos quieren
vivir del trabajo ajeno.
Más de uno se
siente con el "derecho adquirido", como dicen algunos jueces, a ser mantenido por otro.
Lo
que no aclaran esos jueces es quién tiene la "obligación adquirida"
de mantener a un desconocido.
Si
uno mira los datos de la cantidad de gente que regularmente pasa todos los
meses por la ventanilla del Estado a cobrar uno o varios cheques, se cae de
espaldas.
Dependientes del
Estado
Tenemos
6.864.522 jubilados y pensionados, incluyendo los casi 3,5 millones de
jubilaciones que alegremente otorgó el kirchnerismo sin tener los años de
aporte.
Mágicamente
el kirchnerismo duplicó la cantidad de jubilados y pensionados.
Obviamente
que como es un sistema de reparto y no de ahorro previo, los contribuyentes
tienen que hacer frente a ese costo.
La
Asignación Universal por Hijo tiene 4.100.000 beneficiarios según el último
presupuesto.
Un invento de la
oposición del que se apoderó Cristina Fernández por el cual no
son los padres los que tienen que mantener a sus hijos, sino que un tercero que
produce que tiene que colaborar manteniendo la familia de otro.
A
esto hay que agregarle otros 3,1 millón de beneficiarios de ayuda escolar y
168.000 beneficiarios de asignación por embarazo.
Las
pensiones no contributivas son otro gran grupo de personas que reciben dinero
del contribuyente.
El
número mayor está en las pensiones por invalidez, algo más de 1 millón de
personas, partiendo de los 81.000
beneficiarios que recibió el kirchnerismo en 2003.
Sabemos
que eso es un escándalo de corrupción pero los políticamente correctos
denunciaron al Gobierno de insensible cuando empezó a querer dar de baja
pensiones por invalidez que no correspondían, forzándolo a dar marcha atrás.
Las pensiones
por invalidez tienen un costo de $84.000 millones por año
El
otro gran rubro de gasto en pensiones no contributivas es pensiones para madres
con más de 7 hijos.
Poco
más de 300.000 beneficiarios tienen este programa con un costo anual de $38.000
millones.
El
kirchnerismo recibió el gobierno con 41.000 beneficiarios de este programa.
Digamos que el
contribuyente tiene que pagarle a esa gente por lo que hace en la cama en vez
de pagarle por su trabajo.
Luego
tenemos una serie de programas "sociales" como Progresar, Proyectos
Productivos Comunitarios, Pensión Universal para Adultos Mayores y sigue el
listado.
En
total, sin incluir las asignaciones familiares, hay 17,5 millones de personas que recibe algún tipo cheque del Estado
sin ninguna contraprestación en los 58 programas "sociales" a nivel
nacional.
Si
a esto le agregamos otros 3,2 millones de empleados públicos nacionales,
provinciales y municipales, todos los
meses pasan por el bolsillo del contribuyente 20,7 millones de
"beneficiarios".
El Estado mete la mano en el bolsillo del
contribuyente para repartir el dinero que le quita entre 20,7 millones de
personas
Trabajadores
en el sector privado
¿Cuántos
trabajan en el sector privado?
Considerando
los que están en relación de dependencia, monotributistas, empleados
domiciliarios y autónomos, suman 8,8 millones de personas registradas.
De manera que
8,8 millones de gente que trabaja tienen que mantener a 20,7 millones.
No
estoy contando en los beneficiarios de planes sociales los planes sociales
provinciales y municipales.
Vamos a ponerlo
de esta forma, en la Argentina existen todos los estímulos para no producir y
vivir del trabajo ajeno y todos los des estímulos posibles para desalentar
la inversión, el trabajo y el desarrollo de la capacidad de innovación.
El
que hace todo esto sabe que va a ser expropiado por el Estado en el fruto de su
trabajo para transferírselo a quienes no producen, dado el modelo de competencia populista que impera en Argentina.
La
Argentina tiene los síntomas de La Rebelión de Atlas
Cada
vez más gente busca otros destinos para vivir donde el Estado no los expolie.
Se
invierte mayormente en el exterior y la economía se va apagando por el peso del
Estado, dados los estímulos a no trabajar y los des estímulos para trabajar,
producir, ser eficiente.
La presión
tributaria se mantiene entre las más altas del mundo
Basta
con ver un resumen de cuenta bancario y uno advierte el dinero con el que se
queda el Estado.
El
Estado le mete la mano en la cuenta corriente del contribuyente al igual que un
ladrón roba.
Mi
gran duda es si, más allá del debate del grado de gradualismo, ¿la
economía puede crecer para licuar el peso del Estado sobre el sector privado.?
Francamente
dudo que eso vaya a ocurrir porque no están dadas las condiciones para un
crecimiento vigoroso de la economía.
O,
si se prefiere, el Estado termina
destruyendo al pequeño sector privado que va quedando y que hoy tiene que
mantener a 20 millones de personas que mensualmente pasan por las ventanillas
del estado a cobrar su cheque.
Por
eso la competencia populista hoy paga.
Pierdo el voto
de 8,8 millones de gente laboriosa y gano el voto de 20,7 millones que viven de
la gente laboriosa.
La
pregunta es: ¿qué va a ocurrir con los 20,7 millones que viven del trabajo ajeno,
cuando ya casi no quede nadie dispuesto a ser expoliado por el estado? ¿Qué van
a repartir los políticos?
En
síntesis, podemos dar todas las vueltas que queramos formulando propuestas
económicas, pero claramente el problema económico argentino es cultural,
entiendo por cultural la existencia de valores que imperan en la sociedad que
se traducen en normas, leyes, códigos, etc. que atentan contra el innovador en beneficio del vividor.
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