En
esta época de pandemia y de cuarentena, el significado de volver a casa ha
perdido entidad.
Porque
simboliza un camino, que supone un retorno, es decir una vuelta después de
haber salido.
Porque
Estamos en casa, pero de otra manera.
No
porque hayamos regresado, sino porque no hemos salido, porque no podemos salir.
Entonces
no hay retorno, no hay vuelta.
No
estamos en casa porque hemos vuelto, sino porque estamos, y porque debemos
estar, en una situación estática, en cuanto a la relación de nosotros con el
afuera.
No
hay afuera, no hay salida, sólo estar en casa.
Esta
forma de estar en casa, es otra, que nada tiene que ver con la habitual, con la
que hemos vivido y sentido en toda nuestra vida.
Volver a casa
involucraba una rutina y un ritual.
Para
algunos era después de sus tareas habituales, pasar por la casa de sus hijos o
de sus padres, saludarlos, compartir con ellos una charla, comentarios y
después, regresar al hogar nutrido de esa relación interpersonal, necesaria y
absolutamente grata y feliz que los llenaba.
Para
otros era pasar por el café o por el club, un lugar donde reunirse con amigos,
y compartir vivencias, situaciones, hechos ocurridos durante el día.
Para
otros la rutina, de ir a hacer compras, al cine, al Shopping, a la peluquería o
cualquier situación habitual.
Estar
en casa, después de una jornada, era haber vuelto con la rutina diaria y con el
bagaje de circunstancias que nos rodeamos, para que nuestra vida sea más
agradable y mejor.
Esa
dimensión, esa rutina, desapareció, se perdió en la maraña y la desesperación
de algo insólito, no habitual, inesperado, que cambió la vida personal, la vida
grupal, la vida de la sociedad y de las naciones.
Porque
además nos domina el miedo y la angustia.
El
miedo al contagio, que conlleva la enfermedad y la muerte, y la angustia de no
saber cómo corresponder a ese estímulo, desagradable y dañino que es un virus
circulando y dando vueltas en cada esquina, en cada calle, en cada ciudad y en
cada rincón de nuestro barrio, de nuestra ciudad, de nuestro país y de nuestro
planeta.
Más que estar en
casa, sentimos que nuestra casa se ha convertido en un encierro de lujo.
Aun
con todas las comodidades que la vida moderna nos proporciona, es una situación
paradojal.
Estamos,
no podemos dejar de estar en casa, no podemos salir de nuestra casa, no podemos
cambiar de ubicación.
Aquella
que durará lo que dure la pandemia, que es un término vago e impreciso, que no
tiene un fin determinado, y que no depende de nosotros o de algún miembro de la
colectividad humana, como puede ser el fin de
una contienda bélica.
No
somos nosotros los que daremos término a esta cuestión.
Podemos
paliarla, buscar soluciones que la hagan más llevadera, mejor o más cercana.
Pero
al día de hoy no tenemos la cura, o la forma de dar término a la pandemia.
Entonces
estamos en casa.
Y
¿Qué significa estar en casa?
Que
no puedo salir, y que tengo la posibilidad en este término que no sé cuánto
durara de prepararme.
Prepararme
para crear un mundo mejor y más equilibrado.
Para
ver que está pasando; que baja la
contaminación, que la naturaleza a nuestro alrededor progresa y florece muchos
mejor que con nuestra presencia. ¿ significa algo para nosotros?
O
seremos nosotros los que perturbamos.
Hay
índices que nos indican cosas asombrosas, las muertes por accidentes en el
mundo han descendido a niveles ínfimos, y en épocas normales hay más muertes por accidentes que las que ha
provocado la pandemia.
Es
tiempo de reflexión, de pensar que siento, que soy, que puedo hacer con mi vida
y la de los demás.
Que
puedo hacer por la sociedad y por la naturaleza.
Como
debo enfrentar el futuro después, cuando se reinicie el Volver.
Cuando
pueda salir y regresar.
¿Cómo
regresare? ¿Cuál será mi bagaje y mi mochila?
¿Qué
pondré en ese ritual y el simbolismo de la vuelta?
¿Habré
aprendido a creer, a ser bueno, pacífico, agradable, solidario y a cuidar la
naturaleza, el mundo y el hombre?
Elias
D. Galati
No hay comentarios:
Publicar un comentario