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Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 21 de julio de 2020

El hombre es lo que hace, no lo que dice


Por Pablo Dócimo

Jean Paul Sartre es el principal representante del existencialismo, cuya máxima puede expresarse en la siguiente frase: la existencia precede a la esencia.
Según Sartre, "el hombre no es lo esencial que se manifiesta o se desenvuelve en un ser concreto de carne y hueso. El ser humano es una posibilidad que se abre en la condición de su existir, que se despliega y se manifiesta en su ser libre. Lo humano se expresa en los proyectos arrojados a la existencia sin ser determinados por un otro superior, sino por el accionar mismo de su forma particular de existir. El hombre es, por lo tanto, lo que hace".

Entonces, podemos llegar a la conclusión de que el hombre es lo que hace, no lo que dice, y la pregunta es:
¿Alberto Fernández sabe quién es realmente Alberto Fernández?

Ya hemos hablado en muchísimas ocasiones en este mismo espacio sobre el gran archivo existente en videos que circulan por redes sociales de Alberto Fernández denigrando no solo a su actual vicepresidenta, sino al kirchnerismo todo.
Entonces, ¿cuál es el verdadero Alberto, el que dijo "el Memorándum con Irán fue un intento por destrabar el problema que existía con los acusados” el 16/7/2020 o el que aseguró en decenas de ocasiones que fue “un plan presidencial de encubrimiento” en 2015?

¿Será Alberto Fernández el que alguna vez dijo en el programa "Código político" al periodista Eduardo van der Kooy "Cristina es cínicamente delirante" o es el que en campaña aseguró en una entrevista radial al programa “Habrá consecuencias” de El Destape Radio "Cristina Kirchner y yo somos lo mismo”?

Pero si nos remitimos al presente -y esto es lo peor- también encontramos a dos Albertos, como por ejemplo uno que anuncia que va a expropiar una empresa como Vicentín y luego a otro que dice "me equivoqué, pensé que iban a salir todos a festejar".

Pero claro, usted, estimado lector, podrá pensar que lo de la expropiación fue un error estratégico, y que después de ver las reacciones de la opinión pública en general, el presidente reflexionó y decidió dar marcha atrás con la idea. Pero no, no es así, y le explico por qué.

En primer lugar, todos sabemos que los verdaderos motivos de la expropiación son, entre otros, dar una lección al empresariado en general y al sector agropecuario en particular, demostrando que es el gobierno quien tiene el poder y que podría hacer lo mismo con cualquier empresa o empresario que no se ajuste al criterio que ellos impongan, y no tratar de que la gente salga, precisamente, a festejar como dijo.

Segundo, todos sabemos, también, que la expropiación de Vicentín no fue idea suya, y mucho menos de la senadora Anabel Fernández Sagasti, de la que ni si quiera recordaba el nombre el día del anuncio.
La idea es de Cristina, y en tal caso, a lo sumo, a la senadora Fernández Sagasti se le dio la orden de que confeccione el proyecto de Ley para enviar al congreso.

Por último, si realmente pensaba que el ciudadano común iba salir a festejar que desde el gobierno trataban de perpetrar la expropiación de una empresa privada, eso habla de lo grande, por no decir enorme, que le queda a Alberto el traje de Presidente, y ni hablar el de estadista.

Durante el acto celebrado por el Día de la Independencia, el Presidente dijo:
"Vine aquí a terminar con los odiadores seriales".
Y aquí, cuando habla de "odiadores seriales", a quienes se refiere, específicamente, ¿a los que él criticaba sin piedad desde que dejó el gobierno de Cristina hasta que ella misma lo puso de presidente?
No; ahora, para él, los odiadores seriales son quienes se manifiestan en contra del abuso de poder de este gobierno, que durante la cuarentena aprovecha a liberar a miembros de la banda como Amado Boudou o Julio De Vido, y pretenden incluir en un blanqueo nada menos que a Cristóbal López y Lázaro Báez.

Pero existe algo más desconcertante aún, y es la postura del gobierno argentino frente a la situación de Venezuela.

En un nuevo informe presentado por Michelle Bachelet ante la ONU se detalló el sistema de abusos y torturas del régimen de Maduro en el arco minero del Orinoco, sostén económico de la dictadura.
Dicho informe, describe la falta de acceso a la justicia en Venezuela y, en especial, los distintos crímenes cometidos por los grupos armados irregulares para ejercer control sobre el área: mutilaciones, apaleos y disparos.

Argentina, a través de Federico Villegas, embajador argentino ante los organismos internacionales en Ginebra, expresó su profunda preocupación por las violaciones de derechos humanos expuestos en el nuevo informe de la alta comisionada, Michelle Bachelet, e instó al régimen de Maduro a cumplir con las recomendaciones de la ONU, además de pedir elecciones justas y creíbles.

Sin embargo, tras las críticas del kirchnerismo, Alberto Fernández aclaró que nunca cuestionó la legitimidad de Nicolás Maduro en Venezuela, pero lo más patético fue que después de que el relator Víctor Hugo Morales dijera en su programa de radio por AM 750 que la decisión de la Argentina de condenar los atropellos a los derechos humanos del dictador Nicolás Maduro "es una vergüenza", Alberto Fernández pidió salir al aire para contestarle, aunque más que contestarle fue un penoso y vergonzoso pedido de disculpas.

Lo mismo ocurrió con la crítica que le hiciera Hebe de Bonafini, con su carta abierta para criticar la reunión que el mandatario mantuvo con los principales empresarios del país para conmemorar el Día de la Independencia.

Y podríamos seguir con más ejemplos sobre las contradicciones del presidente.
El problema deriva desde la concepción misma de la fórmula Alberto-Cristina.
Tal es así que en materia económica seguimos a la deriva, sin tener un plan económico concreto y sin poder solucionar, todavía, el pago de la deuda.

Por un lado vemos a un señor que dice una cosa, luego se desdice, y a los efectos reales hace otra.
El hombre es lo que hace, no lo que dice, y todo se ve muy claro, porque la dialéctica, cuando no es real, o consistente, o carece de fundamentos, inevitablemente se derrumba frente a los hechos.

El plan -de Cristina, obviamente- quedó, finalmente al descubierto:
Profundizar la grieta y el odio y, además, victimizarse.

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