Malú
KIkuchi
La
confusión es total.
Es malo estar
confundido y es peor si la confusión la genera el Presidente de la Nación.
¿Quién
es Alberto Fernández?
Más
allá de ser abogado, político y ahora presidente, ¿quién es?
¿Es
el que llama a la unidad, el que vino a terminar con la grieta?
¿Es
que tiene como Roberto Carlos un millón de amigos, o el que se enoja y
reacciona con violencia?
Después
de más de 7 meses de gobierno, la pregunta es acuciante.
El
día de la Independencia, en su discurso trató de “querido amigo” a ¡Gildo
Insfrán!, a otros muchos más, entre ellos a Horacio Rodríguez Larreta.
Un
buen gesto.
Pero
cerró el discurso hablando de acabar con los “odiadores seriales”.
¿Con
cuáles?
¿Con
los opositores y con los propios, también?
Eso
no lo aclaró. Aclara poco, dice una cosa y hace otra.
Eso
lo aprendió de su maestro Néstor K.
Pero
esta semana empezó mal.
Con
la muerte de Fabián Gutierrez, ex secretario de CFK, declarante arrepentido de
los bolsos que iban a Santa Cruz (se supone con dinero), Alberto F. se
sacó.
Un
poco prudente mensaje de Juntos por el Cambio asociando la figura de Gutierrez
con CFK, disparó una serie de disparates por parte del gobierno.
Diego
Leuco hablando al aire con Santiago Cafiero dijo que el móvil de la muerte era
el robo y el jefe de gabinete se enfureció.
Tuiteó
un video al que adornó con emoticones de
trompadas.
Y
el Presidente lo retuiteó.
Lo
hizo desde su sitio oficial.
No
hay que dejar que Alberto F cuando no puede dormir, tuitee.
Tienen
la misma mala costumbre Trump y Bolsonaro.
Luego,
para bajar los decibeles Alberto dijo que era una broma.
El Presidente de
una Nación no puede hacer bromas que impliquen
violencia.
Que
ni siquiera rocen la idea de violencia.
Trompadas
afuera.
Para no ser
menos, Cafiero en otro tuit trató de “idiota” al Dr. Alejandro Fargosi.
Evidentemente
en el Frente de Todos no tienen conciencia del cargo.
¿Será
por eso que no tienen cargos de conciencia?
¿Quiénes
son los “odiadores” seriales, ¿los que insultan y mandan trompadas virtuales?
También
del lado de la oposición hay odiadores, son innegables, pero hoy no tienen la
responsabilidad del gobierno, ni son funcionarios viviendo del erario público.
De todos modos eso tampoco los justifica.
Y
si el gobierno y/o la oposición quieren adueñarse del banderazo del 9/7, se
equivocan.
Fue una
manifestación espontánea en más de 70 lugares del país, en particular CABA,
Rosario, Avellaneda y Reconqista (Santa FE, Vicentín), Córdoba, Tucumán y
Mendoza. La gente fue llegando a los lugares emblemáticos después de ver a otra
gente a través de los canales de TV.
Expresaron
sus quejas y sus esperanzas, tan variadas como personas había.
Algunas
se repetían.
Se
nombró la Constitución muchas veces, y calienta el corazón saber que los
argentinos no han olvidado su contrato social.
Hablaron
de hambre, de libertad, del hartazgo de la cuarentena, de la justicia y la
impunidad, de los valores, la
corrupción, la falta de futuro.
Y
quizás la pancarta casera más
prometedora, llena de esperanza, fue: “la gente ya no se calla”.
Un
país que tiene gente capaz de no callarse ante tanta injusticia, tanta
impunidad, tanto cercenamiento de libertades individuales, tanto atropello a la
Constitución, todavía es posible.
Habría
que pedirle al gobierno, al Presidente y a su Vice, que escuchen a la calle.
La gente que
salió el 20/6 y el 9/7, dos fechas patrias, lo hizo a sabiendas, porque quiso,
consciente de sus derechos.
Deben
escuchar las quejas y los reclamos, antes de que ambos se conviertan en
exigencias.
Porque
la paciencia tiene un límite.
El
9/7 la gota que desbordó el vaso fue la domiciliaria de Báez.
Ya
no entran más gotas en el vaso.
Expliquen
qué plan de gobierno tienen, hasta ahora el plan político se reduce a la
cuarentena y el económico a la emisión y a jugar con los acreedores.
.
Digan
la verdad, aténgase a ella y actúen en consecuencia.
Recuerden
que el pueblo argentino puede parecer un
rebaño de ovejas que se lleva mansamente al matadero, pero no lo es.
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