Decía
Borges “he cometido el peor de los pecados, no fui feliz…”
La
felicidad es el deseo y la finalidad de la vida del hombre.
Nos
esforzamos por ser felices, más en el transcurso de la existencia, la
concreción de esa felicidad muta de objetivos y condiciones.
Se
dice que la mayor felicidad es la del niño, porque es inocente; es una
felicidad pura, por sí misma, sin ningún aditamento.
La
felicidad por la misma felicidad.
Como
si sentir que somos felices, bastara y haría la vida placentera.
Pareciera
sin embargo, que el hombre necesita ponerle un condimento a la felicidad, que
no bastara la felicidad en sí misma, sino que deba ser feliz en la concreción
de objetivos propuestos.
Como
si no pudiera ser feliz sin…. que sea encarnada en una persona, como corolario
del amor.
Si
no puedo amarte, si no te tengo, no soy feliz.
O
como posesión de roles.
Si
no llego a obtener un título, un cargo, una posición, no puedo ser feliz.
O
como posesión material, si no tengo dinero, fortuna, bienes, fama, no puedo ser
feliz.
O
como posesión de la aceptación de los otros, si no me quieren, si no tengo
prestigio, no soy feliz.
La felicidad se
condiciona a la posesión.
Entonces
ya no es la felicidad por sí misma, ni siquiera la felicidad por uno mismo.
Algunos
sin embargo entienden que la felicidad es un estado interior, que debe darse,
compartirse; y en lugar de la posesión, generan una dación, una entrega de esa
felicidad con el propósito de compartirla, sin condición y sin correspondencia.
Se
da la felicidad y no se espera otra cosa.
Si
hay un ida y vuelta, si ese darse genera una reciprocidad, será porque se ha
encontrado en el camino, otro ser que entiende que la felicidad es darse, y da,
no como retribución sino como dación pura, primigenia.
¿Dónde
está la felicidad?
Está
en la adecuación de la vida a lo que la existencia es en sí misma
¿Qué
significa vivir?
¿Cómo
hay que vivir?
Vivir
es una experiencia, un aprendizaje, un camino que no se conoce, que se aprende
recorriéndolo.
Existen
algunas señales, algunos atisbos de lo que es la vida.
Más
la vida personal debe vivirla uno.
Por
sí mismo.
Aprendiendo
de la experiencia de estar viviéndola.
En
realidad el hombre está inmerso en la vida, es una experiencia filosófica, el
ser contenido en la existencia.
Si
bien el ser es el concepto primario, y pareciera que todo está ordenada en
razón del ser, sin la existencia, sin la vida, el ser no tendría ningún
sentido, es más no existe.
Porque
el ser es en cuanto existe.
Al
terminar la existencia, al agotar la vida, se agota también el ser.
Todas
las consideraciones que se hacen a su alrededor, la transcendencia, la
infinitud, el ser en sí mismo, son retóricas.
Escapan
a esta relación hombre-vida, ser-existencia.
Más
allá de creer o no creer.
Más
allá de sostener que es posible un después o la vida eterna.
Porque
es otra vida, otra existencia.
No
es la existencia que relaciona al ser de esta forma, no es la vida para este
ser.
Porque
esta vida para este ser, es una vida de relación con los demás, en la cual está
en juego no sólo la existencia individual sino también la existencia social. No
sólo el ser sino el ser en su conjunto, la humanidad.
En
un probable más allá, la relación es otra, no se puede comparar.
¿Cómo
hay que vivir esta experiencia?
Deberíamos
aclarar que significa vivir la vida.
Esta
vida. Nuestra vida.
La
vida transcurre, con independencia de nosotros, de nuestros deseos, de nuestros
proyectos.
Transcurrirá
igual al modo que la vivamos nosotros.
Más
el ser tiene la posibilidad de posicionarse ante la vida y vivirla a su manera.
Elegir
señalarla como suya o seguir lineamientos comunes a otros.
Pero
siempre será su vida, la que él eligió y
su responsabilidad.
Debe
vivirla desde su libertad, con sus limitaciones y como él cree que se debe..
La vida estará
marcada por el deber, por lo que cree que es su deber.
Más
la vida tiene sus maneras y sus reglas, y dentro de ella, la comparte con otros
seres que podrán creer tener los mismos deberes u otros.
Todos
estarán inmersos en la misma vida.
¿Cómo
vivirla en común?
Es
la incógnita y la paradoja de la existencia, que resolvió Platón cuando dijo
que lo bueno, lo ético, lo moral era el equilibrio.
Vivir
la vida como una vida equilibrada
El
equilibrio comprende las condiciones de igualdad para todos, pero también la
felicidad, porque aunque se niegue no es posible ser feliz rodeado de quienes
no lo son.
No
se puede ser feliz cuando nuestros hermanos no pueden acceder a la felicidad…
A
la felicidad como amplio concepto que involucre todo lo que hace a la dignidad
del hombre y a la dignidad de la vida.
Entonces
la felicidad está en hacer feliz al otro, y lograr que todos vivan una vida
digna y con la dignidad que merece el ser.
Elias
D. Galati
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