La incertidumbre es la falta de certeza, de seguridad o de confianza, especialmente cuando crea inquietud.
Puede
ser en relación a uno mismo, a alguien o algunos o a algo.
Deriva
del latín incertae, compuesto por un prefijo “in” que significa no o sin, y
“certae” de certus (cierto) y el sufijo
que indica cualidad.
Es
entonces lo que tiene la cualidad de no ser cierto.
No
tiene evidencia ni certeza, por lo que está en estado de incertidumbre,
aplicándose también a la persona que está en dicho estado.
En
relación al cual, se dice que no tiene conocimientos fiables ni puede definir
el objeto por su carencia de certeza.
Es
un problema que trae consigo duda, indecisión, vacilación.
Es una pregunta
sin respuesta o que puede tener muchas respuestas.
En la vida de todos los días, aparece la incertidumbre, siendo tan común en muchas cuestiones, que se elaboran pronósticos, como formas de acotar la incertidumbre, pero que no dan total seguridad.
Es
conocido en la física el principio de incertidumbre de Heisenberg, un
científico alemán que indicó la imposibilidad de señalar simultáneamente en los
objetos dos magnitudes físicas, que se pueden observar, pero no medir al mismo
tiempo.
La
incertidumbre forma parte del contexto en el que se mueve el hombre, en la
proyección del presente hacia el futuro.
¿Quién
tiene la seguridad de lo pasará en el próximo instante?
Para paliar esa inseguridad que genera angustia y temor, las sociedades humanas han establecido normas, reglas, que se cumplen en un orden estricto y que son siempre las mismas, en una rutina que pocas veces cambia.
Es
como un apunte, una hoja de ruta, que nos da cierta seguridad en el camino
existencial.
Le
permite al hombre lograr objetivos, tener éxito y conseguir la felicidad en su
vida.
Pero
hay situaciones límites a las que está sometido tanto el hombre como las
comunidades, que provocan un después, condicionado y no reglado con las normas
que habían sido establecidas, o por ruptura del sistema, o por la modificación
del sistema de relación, entre el hombre y la naturaleza.
Con mayor intensidad, si en el intervalo, hubo un quiebre, una ruptura del orden, y una situación excepcional que trastocó la vida, la rutina, el orden y hasta la condición de las sociedades.
Algunas situaciones ya se conocen, como las contiendas bélicas y la experiencia hace que después de ellas uno sepa a qué atenerse.
También los cataclismos y las epidemias.
Pero
cuando la situación es nueva, aunque el desorden sea similar, a la angustia y
el temor, se añade la incertidumbre, que es de tal modo, que hace al hombre
temer por lo desconocido, como si fuera la primera vez que le sucede, o tuviera
como se dice en el argot que “barajar y dar de nuevo”, es decir establecer
nuevas normas, un nuevo orden y nuevas formas de conducta individual y social.
Es
evidente que la pandemia del coronavirus, aun cuando se convierta en endemia, y
se deba comenzar a convivir con ella, ha generado un temor insólito y
generalizado, por los alcances del desorden establecido.
¿Hay alguna
certeza, que habrá un después, total e idéntico al orden anterior?
¿El
comportamiento social será el mismo?
Es
imposible saberlo.
No
hay ninguna certeza.
Parece
evidente que las formas de relacionarse serán distintas, que operaran otras
variables: la distancia social, el tapaboca, la higiene a ultranza, y la no
aglomeración.
Si
será transitoria o definitiva, no se sabe, pero se cree con firmeza que
influirá en la futura existencia humana.
Como
es un fenómeno novedoso, tampoco hay posibilidad de saber cómo protegerse o
prepararse, lo que añade un ingrediente más a la incertidumbre.
¿Qué debemos hacer?
Prepararnos
de la mejor manera, buscar condiciones que sean adecuadas a la nueva situación,
y sobre todo pensar y considerar que pasará con los niños y los adolescentes,
que son los actores principales, aquellos que necesitan un marco establecido y
estable, y que se encontraran con una conmoción de reglas y de posibilidades,
que no sospecharon, ni conocieron.
Es
el desafío del día después, del tiempo después, en el cual la pandemia
desaparezca o se convierta en endemia y debamos convivir con ella.
El futuro
El futuro es incierto /las reglas del juego también /es posible que aquel / que fui en otro momento
ya no sea, y el encuentro / con lo normal otra vez / sea mejor, para bien / o se mantenga el sustento
de un mundo que sin acierto / rueda eligiendo a quien /acepta para sostener / los males que lleva dentro
Es ahora...lo que siento / la igualdad hacer valer, / justicia, poder saber / amarnos sin miramientos
Elias
D. Galati
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