Por Christian Sanz
En estas horas, una la comitiva de funcionarios del Ministerio de Salud de la Nación y la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) se encuentra en Rusia. Su misión es la de aprobar “de emergencia” la vacuna rusa contra el coronavirus. La ya célebre Sputnik V.
La
misma que el propio Vladimir Putin reveló que no está aconsejada para personas
mayores de 60 años.
Si
el sincericidio de marras es inquietante, más debería serlo el hecho de que una de las “científicas” del ANMAT que
deberá rubricar la efectividad de la vacuna no tiene ninguna experiencia al
respecto.
Se
trata de Graciela Liliana Testa, quien jamás en su vida pisó una planta de
vacunas.
Solo
hace inspecciones en laboratorios de medicamentos.
Más
aún: según pudo confirmar Tribuna de Periodistas, es la responsable de evaluar
“gases medicinales” en las empresas que visita.
“Nada que ver
con vacunas, no trabaja ni trabajó nunca en ese sector. Pero, eso sí, tiene la
firma fácil y es afín a las autoridades”, dijo a este portal una fuente del
Instituto Nacional de Medicamentos (INAME).
Y
dejó un dato curioso: “Es conocida en
toda la industria farmacéutica. Todos la conocemos”.
Dicho sea de paso, ¿viajará la delegación argentina a la India para hacer este mismo trabajo de verificación de eficacia de la vacuna?
La
pregunta no es ociosa: la próxima
partida de la Sputnik V —cerca de 100 millones de dosis— se producirá en un
laboratorio de ese país.
Sin
mencionar otro hecho, ya revelado por quien escribe estas líneas: el posible pedido de “retorno” del
gobierno argentino al laboratorio Pfizer.
Ni
más ni menos que el regreso de la “mafia de los medicamentos”.
Ahora,
a efectos de recaudar dinero de cara a las Legislativas de 2021
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