YPF y Roch paralizan la producción en Tierra del Fuego por no poder sacar la producción de la provincia
La
empresa de combustibles estatal YPF, que con la salida de Nielsen, cayó en
manos del kirchnerismo puro, a través del comodín político llamado Pablo González
y eso lo reflejamos en nuestra nota del día 20 de enero de este año.
Sin embargo, en
El Diario de Cuyo, el periodista Ricardo Olivera hizo una increíble síntesis de
la forma en que fue destruída YPF por el propio kirchnerismo/peronismo en estos
años
y remata la nota con un dato no menor que nos pone a los argentinos ante la
increíble situación de ser un país con tendencia a expulsar el éxito y los
exitosos y se agiorna con lo peor de la política, el populismo berreta y los
vagos que viven de la población que, increíblemente, los sigue votando.
El título de la nota es “Un llanto por YPF” y su texto es el siguiente: Aunque la comparación con un terremoto pueda resultar antipática, será de fácil comprensión para un sanjuanino.
Es como si a la
más valiosa e histórica empresa de la argentina la hubiera sorprendido un sismo
mal construida, con todas sus estructuras de adobe, de noche y con sus
habitantes durmiendo.
Más
aun, como si la sorpresa hubiera sido seguida por una serie de réplicas
“patrióticas” que llevaron a un cataclismo final.
Pero,
reemplacemos las metáforas por los números concretos.
Al
cierre de la semana pasada cada una de las acciones de la compañía privada con
51% de control estatal valía 3,33 dólares haciendo que la capitalización bursátil
cerrara en 1.750 millones de la misma moneda, 32 veces menos que Mercado Libre.
Los
resultados no tienen ideología, son resultados y ese es el resultado de la
reestatización.
No hay discusión posible porque cuando se privatizó arrancó su cotización en 16 dólares por unidad para terminar mucho más arriba.
Luego
de alguna variación en la promesa de intereses y plazos a pagar a los
inversores-acreedores, en estos días los activos de YPF subieron 7%, pero siguen debajo de los 4 dólares la
unidad.
Si
lo queremos ver de otra manera, cuando se quitó a los españoles, valía por lo
menos 10 veces más, hoy vale mucho menos de lo que debe y mucho menos también de lo que Argentina debió pagar al perder el
arbitraje en el CIADI.
YPF fue durante décadas el motor del desarrollo de la Patagonia.
Pero,
hagamos un poco de historia.
YPF
nació estatal, como su nombre lo indica, Yacimientos
Petrolíferos Fiscales, fundada y presidida en el inicio por el dirigente
radical, ingeniero y general del Ejército Enrique
Mosconi.
Visionario,
había observado que en USA se lograba controlar la volatilidad de la nafta para
ponerla en un recipiente pequeño que podía alimentar la naciente industria
automotriz, ya Ford había logrado vender más de 10 millones de los negros
modelos T.
Durante
décadas fue el motor del desarrollo de la Patagonia.
La
última dictadura militar casi la fundió obligándola a tomar créditos que
terminaban pasando a la Tesorería del Ejecutivo.
Tanto fuera por
usarla como garantía para tomar recursos frescos, como forzándola a pedir plata
que no necesitaba para girarla a otros destinos, se endeudó casi hasta la
quiebra.
Hoy,
luego de un tránsito oscilante entre el estatismo o la privatización, ambos
sistemas aplicados por la misma fuerza política, debe 6.200 millones de dólares, es decir, unas 4 veces más que su
valor total de mercado.
La
refinanciación con sus acreedores, obligada por un Banco Central que no puede
venderle divisas porque no las tiene, no será en buenos términos, jugando al
límite con la declaración de default.
Utilizada más como recaudadora fiscal (alrededor del 65% del valor del combustible son impuestos) que como productora de hidrocarburos, acaba de perder a su Presidente, Guillermo Nielsen, garante de un funcionamiento racional.
Sometida
a precios controlados por un gobierno que desea bajar la inflación con tapones
de arena, se encuentra en una debilidad extrema para cualquier negociación,
sobre todo, su deuda. Sigamos por la ruta de la memoria.
Carlos Menem la privatizó con la ayuda imprescindible de Néstor Kirchner, quien como gobernador de Santa Cruz y tentado con el cobro de los 600 millones de dólares que le tocarían a su provincia, se ocupó de conseguir el voto de legisladores de otros distritos.
Kirchner,
años después, fue ideólogo de la reestatización onerosa y de la formación de un
“capitalismo nacional”, no obstante haber sido brazo imprescindible en la
privatización de Cavallo.
Durante la gestión de la española Repsol, con un petróleo que llegaba a los 145 dólares el barril se advirtió que podría explotarse Vaca Muerta, inmensa reserva de petróleo y gas no convencionales.
Era el momento
de dar el golpe y evitar que los “chupa sangres” españoles se llevaran el
premio.
El
proceso fue duro y costoso con una derrota en al CIADI, organismo internacional
que arbitra los conflictos financieros a escala mundial.
Para ese
entonces YPF andaba por un valor bolsa de 18 mil millones, 10 veces más que
el actual.
Previo
pago de un monto altísimo a Repsol y con el “triunfo” de haber despojado a los
españoles de su patrimonio previa indemnización obligada por juicio, la
petrolera de bandera volvió a depender de un directorio puesto por el gobierno.
Hoy el barril de petróleo está en poco más de 50 dólares, tanto por la pandemia que canceló todos los viajes del planeta y bajó el consumo de combustibles, como por el crecimiento exponencial de energías renovables y la popularización de vehículos eléctricos.
Resultó que la extracción
por fracking de ese petróleo pegado a la piedra (en realidad es el petróleo
original porque petro-piedra, óleo-aceite) tiene un costo superior al que se
vende el líquido, o sea que Vaca Muerta está muerta.
Lo
que pareció ser una jugada maestra, vender cuando daba pérdidas y confiscar
cuando se proyectaban ganancias, terminó
siendo una comedia bufa en la que los argentinos perdimos varias veces y
pagamos siempre.
Marcos Galperín, fundador y propietario de Mercado Libre, es un espejo terrible. Nació en 1971, fue empleado de YPF en el sector finanzas y la propia empresa patrocinó su curso de posgrado.
Hoy
Galperín, expulsado de Argentina y radicado en Uruguay, es uno de los
empresarios más exitosos del mundo, tanto que tiene capital y prestigio internacional
de un tamaño que le permitiría cómodamente hacerse de la principal empresa
estratégica de nuestro país con sólo una pequeña parte del dinero que controla.
¿No
les dan ganas de llorar?
A
mí sí...
(Agencia
OPI Santa Cruz)
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