Por: Rubén Lasagno
Personalmente lo
he dicho hasta el hartazgo, la vicepresidente, ex presidente multi-procesada y
jefa de una banda de ladrones, no es ni buena oradora, ni buena
actriz y mucho menos una buena política ni
mejor persona.
Ha
sido y es una cínica empedernida, una mitómana de mirada obtusa, autoritaria e
inflexible que pretendió venderse con el carisma de una dama de hierro, pero
para lograr ese calificativo, debería, no solo mostrarse dura y rabiosa cuando
le ponen un micrófono cerca, sino haber
sido moralmente intachable, éticamente honesta y para nada corrupta e indecente
mientras ejerció aquellos dos gobiernos para el olvido.
Como
no tiene ninguna de esas condiciones, sino por el contrario, una docena de
causas por haberse quedado con los dineros de los argentinos, lejos de la rectitud
que pretende mostrar públicamente, refleja una impostura absurda de alguien que
habla de un mundo paralelo inexistente, en vez de dedicarle aunque sea una
parte de sus dichos, a la realidad que nos circunda a todos los argentinos.
Esa
falsa imagen que trata de mostrar, la transforma en un sujeto de poca
credibilidad, rayano en el ridículo, que habla para escucharse y no se escucha
cuando habla; ni siquiera reflexiona sobre lo que dice.
Sistemáticamente, cada vez que estuvo en el banco de los acusados, frente a un Tribunal, nunca se defendió con argumentos que invaliden las pruebas existentes contra ella, sino haciendo un interminable alegato destinado a atacar a los jueces, a Macri y al periodismo, pero sin una gota de defensa legal, solo política, lo cual no le sirve a nadie, ni siquiera a ella.
Acostumbrada
al acting, a la escenificación de sus discursos, pidió que sea televisada desde
su despacho, sencillamente porque, una vez más, la viuda de Kirchner asumió que
esta causa que enfrenta, es la más liviana en materia penal, porque se trata de
un asunto “de Estado” y de manejo financiero de un gobierno lo cual puede ser
encuadrado en aspectos de decisión institucional, aunque en materia de “fuga de
dólares”, Mauricio Macri también está denunciado y paradójicamente, quien fugó
millones en ese periodo, fue la propia ex presidente, quien refugió su
multimillonaria billetera en la divisa extranjera, al punto que en la caja de
seguridad de su hija Florencia, se encontraron 4 millones de esa moneda.
Retomando el último acting de CFK, la mandataria rememoró la vieja cadena oficial para encarar un juicio al que transformó en un mensaje político inquisidor hacia la justicia, viniendo a reforzar el discurso poco moderado del presidente con ella al lado tironeándole del brazo para que baje la voz y no demuestre ser tan obsecuente y guarde la compostura.
La
vicepresidente escenificó su pieza teatral, actuando desde su oficina en el
senado, algo realmente ridículo y moralmente reprochable porque se trataba de
un acto judicial y sin siquiera preservar su investidura, sino más bien usarla
en su beneficio, con la bandera Argentina atrás, la cámara enfrente a la altura
de sus ojos y bien de frente, de manera ampulosa, levantando el dedo acusador y ridículamente exagerada, la mujer no dio un
solo argumento legal válido para contrarrestar las acusaciones, sino, se dedicó
a infundir miedo entre los jueces, desesperada porque no ha logrado hasta hoy,
sellar la impunidad de sus causas y la del coro de ladrones que la acompañaron
por 12 años.
Ella
no reconoce pares y su actitud no es improvisada; ella se cree asimismo la suma de todos los poderes, se cree única y
monárquica.
No
considera a nadie por sobre si misma, ni siquiera a los jueces y a la Corte
Suprema.
En
su discurso político, más allá de lo inescuchable que resultan sus mensajes,
hubo una carga de odio y resentimiento contenido por casi 5 años, donde se
mantuvo expectante y al margen de la intervención, excepto aquel lamentable
acto por parte de los jueces del Tribunal donde, como en este caso, se dedicó a
maltratarlos en público, sin que algunos de ellos hayan tenido la hombría y la
autoridad de hacerla desalojar de la sala.
Resumiendo, la actitud de la vicepresidente en su última intervención es una acción desesperada de quien a un año y medio de gestión, no ha podido aún lograr la impunidad total y ve que hay muchos jueces dispuestos a trabajar a pesar de los nubarrones que genera este gobierno de corruptos. Está claro que ya no le tienen miedo, como ella preferiría y más aún, su postura improcedente y desbordada ya no asusta a nadie, sino que, enerva los ánimos y une a Comodoro Py.
El
apuro de CFK es proceder antes la posibilidad de que el Congreso cambie su
relación de fuerzas en octubre.
Su
mensaje fue hacia el centro duro de sus seguidores.
Aplastó
al presidente y se puso la corona torcida, pero aún así arremete a lo Pirro y
lo seguirá haciendo contra sus tres blancos elegidos: los jueces, la oposición política y el periodismo no adicto.
La carta, para hacer realidad sus sueños de impunidad, estarán en manos de la sociedad en las elecciones de medio tiempo.
Allí,
si el país decide balancear o cambiar la relación de fuerza, comenzará a
definirse el destino de la República; entre creer que todo podrá reconstruirse
para soñar con un futuro mejor o padecer en hundimiento final de la democracia
argentina, en manos de personas como ésta, que son lunares malignos de la
política nacional, que deben ser saneados con su expulsión total y definitiva
de cualquier nicho de poder y la conformación de los tribunales que, con todas
las garantías procesales, juzguen sus deleznables actos de corrupción que pone
a la Argentina en el ranking de lo peor en materia institucional en el mundo y
donde una condena ejemplar sería el inicio de un nuevo comienzo para nuestra
propia reconstrucción.
Agencia
OPI Santa Cruz
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