Carlos Mira
El Dr Bilardo repetía constantemente una frase que, no por obvia, es menos verdadera y contundente: “Para resolver un problema, primero debes reconocer que lo tenés”.
Ayer
los jefes de gabinete a nivel nacional, Santiago Cafiero, y a nivel provincial,
Carlos Bianco, tuvieron expresiones que trasuntan una negación de los problemas
que enfrenta la Argentina que, sinceramente, asombran.
Cafiero
dijo que “la Argentina no es ese país de mierda que nos quieren retratar”, en
una alusión a la oposición y a las posiciones críticas de la prensa y de los
analistas que efectivamente dan cuenta de una decadencia -medida en niveles de
vida y en cuanto indicador público quiera tomarse en cuenta- tan evidente como
incontrastable.
Es cierto que la Argentina como tal no es un país de mierda.
Pero
tiene un gobierno de mierda.
Un
gobierno que cultiva un conjunto de ideas que han sumido al país en una miseria,
en una decadencia, en una pobreza que resultan tan palmarias que no necesitan
demasiada demostración.
Carlos Bianco, el jefe de gabinete de la provincia de Buenos Aires, se sumó a la prédica y dijo: “Hay una parte de la oposición política que ni siquiera está empujando una cuestión de odio entre los argentinos, sino que me parece que dio un salto que ni siquiera el fascismo, el nazismo o alguna autocracia europea se animó a hacerlo, que es odiar al país”.
Y
continuó: “La oposición está buscando instalar eso que decía Santiago que es un
país que no tiene ningún tipo de oportunidad para nadie”… Es falso. Cuando uno
mira nuestro país en perspectiva me animo a decir que es el mejor país de
América Latina, en el que se vive en mejores condiciones. Aquí tenemos
universidad pública de excelencia como no tiene casi ningún otro país de
América latina, un sistema de salud que si bien estuvo golpeado se recuperó y
pudo dar una respuesta contundente a la pandemia…
Tuve
la suerte de ser funcionario de la cancillería y tuve la suerte de recorrer
gran parte del mundo.
Hay
pocos países tan ricos y diversos como la Argentina. Hoy, Argentina debe estar
entre los tres países donde se vive mejor en América Latina”, agregó Bianco y
advirtió, dirigiéndose a la oposición: “Esto se da vuelta desarrollando el país,
pero no atacando los orígenes de nuestro país como si no hubiera posibilidad de
crecimiento”.
Tratemos de ser lo más objetivos posibles frente a esta andanada de ponzoñas.
Bianco
no duda en echar mano de comparaciones respecto de las cuales habría que
recomendarle que piense dos veces antes de hablar.
Que un señor que
pertenece a un gobierno claramente autoritario, cuya identidad -si hubiera
dudas al respecto- queda palmariamente demostrada por el tipo de alianzas
internacionales con las que se pavonea (Nicaragua, Venezuela, Cuba, Rusia,
China, Irán) acuse a los demás de fascismo y nazismo sólo sería comprensible si
tuviéramos en claro que no debe haber nadie como él que conozca esas prácticas.
Eso que los psicólogos llaman “proyección” (una desviación mental que consiste en “proyectar” en el otro lo que es uno) podría explicar el exabrupto de este impresentable.
Sólo alguien que, justamente, está interesado en lanzar baldazos de odio generalizado contra la gente que quiere advertir que la Argentina corre un peligro institucional y libertario mayúsculo, puede incurrir en semejantes dislates.
Bianco
habla de un país que brinda oportunidades.
¿Oportunidades?
, ¿a quién Bianco?
¿a
los que trabajan o pretenden trabajar lícitamente?, ¿a los que estudian?, ¿a
los honrados?
Porque
en realidad toda esa gente no hace otra cosa que ver declinar su nivel de vida.
No
hace otra cosa que ver la injusticia de que otros sin trabajar están mejor que
ellos.
Ustedes
han logrado que en la Argentina haya gente pobre que tiene un trabajo formal,
que debe ser algo así como el éxtasis de la pobreza.
Esa misma gente ve como todos los días jerarcas como usted disfrutan de una desigualdad ofensiva gracias a los privilegios pagados por los impuestos de gente esquilmada, que ya no da más.
Decir
que la Argentina es el mejor país de América Latina, con índices de pobreza del
50%, en donde 4 de cada 6 chicos menores de 14 años es pobre;
un
país en donde la tasa de crecimiento de villas miseria se multiplicó por 300 en
los últimos 20 años (en donde en 16 de los cuales gobernaron ustedes);
un
país en donde se persigue la riqueza, se castiga al exitoso; en donde se han
ultimado los sueños, las aspiraciones y las ilusiones;
un
país al que se lo ha aislado del mundo mutilando su conectividad y al que se le
inculca que todo lo que está en el exterior es malo por definición, es de un nivel de insulto a la inteligencia
de los argentinos, que sus dichos deberían ser interpretados como eso: como una
ofensa.
Hablar de la educación en la Argentina, luego de que el gobierno promoviera el cierre de las escuelas y se negara a encontrar un camino alternativo para que los chicos pudieran estudiar;
en
donde los sindicatos han devaluado la tarea docente; en donde el gobierno
desestimula el mérito como herramienta de justicia para avanzar y crecer y en
donde multiplica sus mensajes subliminales de un igualitarismo “fierita” como
si
ese fuera un modelo plausible para la sociedad, es otra señal de que usted,
señor, promueve la imposición de un régimen de miseria para reinar sobre un
vasto yermo de cerebros limados.
Tener el coraje de decir que el sistema de salud “le dio una respuesta contundente a la pandemia” después de haber mantenido a los argentinos presos durante más de un año (y en gran medida seguir manteniéndolos ahora);
después
de haberse robado el bien más escaso del país, es decir, las vacunas, para
aplicárselas ustedes tras bambalinas; de haber puesto a la Argentina de rehén
de un productor de inmunizantes ineficiente, oscuro e ineficaz como Rusia que
hace que hoy menos del 12% de la población tenga su esquema de vacunación
completo;
de
haber puesto trabas para que llegaran al país las mejores vacunas del mundo y,
sobre todo, de haber provocado la muerte evitable de muchos de los 100000
argentinos que murieron porque ustedes no los vacunaron, es de un cinismo tan atroz y tan
vergonzante que solo cabe concluir que, efectivamente, la Argentina no es un
país de mierda:
La mierda son ustedes
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