Mauricio Macri
A partir de la denuncia intempestiva que funcionarios bolivianos dieron a conocer el jueves pasado, quiero desmentir de manera rotunda la veracidad de esas acusaciones y, al mismo tiempo, repudiar la carta que el presidente Alberto Fernández envió a las autoridades bolivianas expresando “dolor y vergüenza” sobre esos hechos falsos en los que quieren involucrarme.
En un solo acto
Alberto Fernández logró devaluar su palabra y su firma.
Para conocimiento de la opinión pública, aclaro que en noviembre de 2019, tras las denuncias de fraude y la posterior renuncia de Evo Morales y en línea con la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea, la Argentina prestó ayuda humanitaria.
Dimos
asilo en la embajada argentina a funcionarios de Evo Morales e incluso sus
familias, junto a periodistas argentinos asignados en ese país.
Los
propios protagonistas locales, tanto el ex embajador argentino Normando Álvarez
García como el ex comandante general de la Fuerza Aérea boliviana, desmintieron
la denuncia de conspiración y la autenticidad de la prueba que se presenta con
apariencia documental.
Todo lo dicho es
falso.
Todo es mentira.
Sin
embargo, estas acusaciones sin sustento nos sumergen otra vez en la dinámica
alienante y paranoica de un gobierno débil que busca ocultar la realidad que lo
acecha.
El
caso sirve otra vez para agredir la integridad de las fuerzas de seguridad al
crear sospechas sobre ellas.
Es una desgracia para todos los argentinos tener un presidente que carece de credibilidad; que dice algo y que al poco tiempo se conoce que es mentira, que en todas sus declaraciones trata de falsear, engañar, esconder, que nunca cumple y siempre tiene excusas para echarle la culpa a otros.
Uso
la palabra desgracia con un sentido muy concreto, y específicamente para
recordar la desgracia que produjo la suma de mentiras pronunciadas por Alberto
Fernández y su gobierno durante la pandemia.
Esta persecución
de la que soy objeto es justamente un nuevo intento de desviar la atención del
fracaso en el manejo de la pandemia, del fracaso económico y del fracaso de la
gestión de las vacunas.
Al respecto, el gobierno puede dar muchas explicaciones sobre por qué no tuvimos a tiempo las vacunas que teníamos que tener, pero sin importar lo que diga, todos sabemos que miente.
Sabemos
que no quiso traer vacunas norteamericanas y postergó la salud pública por
razones ideológicas.
Esa decisión
militante costó el trabajo y la vida de miles de argentinos.
Este
gobierno ha defraudado la confianza de los argentinos.
Espero
que en las elecciones de octubre sea derrotado ampliamente para acotar el daño
incalculable que está cometiendo.
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