… que la susodicha que ocupa el centro de la demoníaca escena, es hija de padre desconocido.
Seguramente
no así para la madre que la parió ( QEPD).
Tampoco
si el encuentro fué producto de una relación consentida; un abuso deshonesto
hoy tan de moda, o una simple violación.
La
cierto es que “ la cosa “ vino mal barajada desde el vamos, completándose el
siniestro cuadro con el nacimiento de “ Ellita “, quien a temprana edad todavīa
no se había convertido en “ Ella “, Santa y Patrona de pobres, ausentes y
presentes a punto de desaparecer.
Transcurridos unos 7 años, la mami se enganchó con un colectivero de apellido Fernández, con quien tuvo a su segunda hija, y no tuvo reparo en reconocer como propia a la primera a la que dió su singular apellido.
Según
siquiátras, sicólogos y mano santas de la época, fué está la más determinante
causal que hiciera de la “ Ella “ de hoy, una rutilante corrupta.
Ocurre
que la gente habla por hablar, y si es al pedo, mejor.
De
ahí el que estemos como estamos, y seamos lo que somos.
Perdone.
Observe
no obstante que me incluyo, sin “ sacarle el cuerpo “ a la desgracia.
Lo
que no he conseguido desentrañar ni desentrañaré, es el motivo que hace posible
se le tema tanto, y me refiero a gente que nada tiene que ver con la runfla de
forros y condones representados por sus más inmediatos colaboradores, prebendas
al margen.
Consolidada
en el Poder, poco tardó en sacarse de encima y de abajo al tuerto quien
falleció a temprana edad, cuando la historia dice que los HDP son los últimos
en morir.
No
obstante y en éste caso particular, bien podríamos estarle agradecidos a Ella,
ya que caso contrario, ni vestigios nuestros quedarían.
Fueron
y son su voracidad y falta de límites los que hicieron y hacen posible que
nuestra autoestima, se encuentre más baja que la línea A de subterráneos.
Ricardo J. Pareja
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