"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 16 de noviembre de 2008

Las enseñanzas de Michelle


El rol de la mujer de Barack Obama en su vida política.
Por Allison Samuels

Durante esta larga elección, todo el mundo se concentró en los candidatos a la Presidencia y cómo pueden cambiar a Estados Unidos. Y con toda la razón. Pero yo estoy más fascinada por Michelle Obama y lo que podría hacer por EE. UU. y por mí como mujer afroestadounidense. Como primera dama, obtendría atención mundial. Y eso quiere decir que, por primera vez, las personas tendrán la oportunidad de establecer una relación cercana y personal con una afroestadounidense.

Generalmente, las mujeres afroestadounidenses no estudian. La etiqueta es que todas somos madres solteras incapaces de retener a un hombre y, según el documental “Black in America”, de CNN, las que no somos prostitutas adictas al crack estamos por morir de sida. Como lo señala Rebecca Walker en su página de Facebook: “CNN debe llamarme la próxima vez que quiera mostrar diversidad”.

Como Walker, conozco a muchas mujeres de raza negra que fueron a la universidad, tienen relaciones saludables y productivas, o son doctoras y empresarias. Por supuesto, también están aquellas de nosotras que nunca lo logran. Las aceptamos, pero sus historias no pueden ni deben ser las únicas que se cuenten.

Y sin embargo, la cultura popular sigue manteniendo una visión estancada de las mujeres afroestadounidenses. Tomemos como ejemplo la nueva serie de vampiros “True Blood”, de HBO. Ni siquiera en el mundo de la imaginación pueden librarse del estereotipo de ser mujeres coquetas y sexualmente obsesionadas, criadas por madres solteras alcohólicas. Estas ideas definen la manera en que se percibe a las mujeres de raza negra, incluida Michelle Obama. Antes de que tenga la oportunidad de comprometerse con una causa, obra caritativa o fundación como primera dama, su deber más urgente, y quizás más complicado, podría ser simplemente ser ella misma.

No será fácil. Desde que apareció en la escena nacional, Michelle fue considerada radical, divisiva y el adjetivo sin el cual no puede vivir ninguna negra en la actualidad: irascible. Por fortuna, hasta ahora, soportó estas acusaciones sonriendo y encogiéndose de hombros. Pero una vez en la Casa Blanca, seguir recurriendo a su personalidad franca y vibrante no va a ser la respuesta. De la misma manera en que Eleanor Roosevelt, Jackie Kennedy y Hillary Clinton redefinieron lo que significaba ser primera dama, Michelle forjará su propia ruta. No sólo atraerá críticas viejas, sino que también estará abierta a otras nuevas. Espero la reacción del público con ansiedad. Y si Michelle decide abanderar un programa que beneficie a la juventud negra, ¿la descalificarán por provinciana?

Para ser justos, digamos que la participación temprana de Hillary Clinton en la Administración de su marido (pensemos en la reforma de salud) provocó un contragolpe muy importante. Pero no hay pruebas de un deseo de Michelle Obama de ser una presencia enorme en la Administración de su marido. Ni muchas pistas sobre los proyectos que abordaría.

Independientemente de lo que haga, espero que no caiga víctima de los críticos con pocos puntos de referencia. Tomemos como ejemplo el número de este mes de la revista Town and Country. Un artículo —escrito por una reportera de raza blanca— ofrecía consejos a las posibles Primeras Damas. La autora sugería a Cindy McCain que permita que su “personalidad y experiencia brillen” y que motive a otros para dar. Para Michelle, la autora recomendaba que evitara “salir disparada con la guardia baja” y que tuviera cuidado “sobre si incorpora su identidad étnica en su plataforma como primera dama, así como la forma y el momento en que llevaría esto a cabo”.

El mensaje subyacente es que lo último que las personas necesitan recordar es que Michelle Obama es negra, a diferencia de su marido, que es mestizo, como dice la autora, sin razón alguna.

Y eso aborda el asunto más amplio que Michelle Obama podía plantear a los medios de comunicación. Dado que muy pocas publicaciones convencionales presentaron artículos profundos que traten sobre cómo viven las mujeres afroestadounidenses comunes (Halle Berry, Oprah y Beyoncé no cuentan), se conoce poco sobre quiénes somos, qué pensamos y lo que enfrentamos regularmente. Para bien o para mal, Michelle se va a convertir en representante de todas nosotras.

Así como tendrá sus críticos, Michelle también va a tener millones de fieles admiradores que suelen interesarse poco en las primeras damas. Blogs afroestadounidenses como Sisterlicious y Black Girls Rock escribieron que les gustaría que Michelle mostrara al mundo que una mujer de raza negra puede respaldar a su hombre y criar una sólida familia negra de manera normal. Como escribió Felicia Jones en un blog, “Michelle Obama será la heroína que mis pequeñas niñas estaban buscando. La heroína no tendrá que sacudir el trasero o apuntar su dedo para hacerse notar y respetar. Mis niñas por fin tendrán un modelo a seguir”. Michelle tendrá que trabajar para complacer a todos; una tarea imposible. Pero para muchas mujeres afroestadounidenses como yo, sólo un poco de su aplomo, confianza e intelecto harán mucho para cambiar una imagen que persistió en Estados Unidos durante demasiado tiempo.

Allison Samuels es periodista de Newsweek.

Fuente: El Argentino.com - 04.11.08

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