"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

sábado, 11 de julio de 2009

Respeto de dos gigantes...

Por J. V. Boo

El foso que la guerra contra Irak abrió en las relaciones de Estados Unidos con la Santa Sede se cerró del todo ayer durante el primer y cordialísimo encuentro del nuevo presidente, Barack Obama, con Benedicto XVI.
El año pasado, el presidente George W. Bush, acudió a la base aérea de Andrews para recibir a Benedicto XVI, un gesto que no había concedido a ningún visitante en sus dos mandatos.
Al día siguiente, Bush ofreció al Papa una fiesta de cumpleaños como nunca se había visto en los jardines de la Casa Blanca.

A diferencia de España, que parece descolgada, la sintonía de Francia, Alemania, Reino Unido y otros países «que cuentan» con el Vaticano, es muy estrecha, y el aprecio que los respectivos líderes demuestran en público por Benedicto XVI se acerca casi al afecto familiar.
Al cabo de 25 años de unas relaciones diplomáticas establecidas por Ronald Reagan y Juan Pablo II, el entendimiento es notable entre Estados Unidos y El Vaticano, una vez superadas las dificultades abiertas por la invasión de Irak, una aventura de la que Juan Pablo II intentó disuadir -sin éxito- al menor de los Bush.

La actitud de Obama, quien vino a escuchar a Benedicto XVI, refleja sabiduría.
La diplomacia vaticana es una de las mejores del mundo.
Su red capilar de información sobre lo que sucede en cada país es la más capacitada del mundo, y una y otra vez los gobiernos han comprobado que seguir los consejos de la Santa Sede da buen resultado a medio plazo, aunque parezca una concesión de dudosa rentabilidad en el corto.

El primer presidente que acudió al Vaticano fue Woodrow Wilson justo después de la Primera Guerra Mundial, para visitar a Benedicto XV, quien dedicó todas sus energías a intentar mitigar lo que llamó la «matanza inútil» que destrozó el continente europeo.

Joseph Ratzinger tomó precisamente su nombre de Pontífice como homenaje a San Benito, y también a aquel Papa que tanto esfuerzo dedicó a la paz.

Para entender esta sintonía, conviene recordar que en un país con plena separación Iglesia-Estado como es EE.UU. el trato mutuo es de gran respeto.

En la rotonda del capitolio de Washington hay estatuas de héroes como el mallorquín fray Junípero Serra, apóstol de California, o el jesuita Jacques Marquette, evangelizador de los indios hurón.

J. V. Boo
Ciudad del Vaticano

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