El ánimo suele ser bastante movedizo.
A veces se eleva vertiginosamente y luego, incluso sin razones, desciende todavía más rápido y se instala en el suburbio del desánimo y en el subsuelo de la tristeza.
Escurridizo por naturaleza, con frecuencia escapa a previsiones y padece exaltaciones y decaimientos, más que nada debido a su gran sensibilidad al afrontar diversas circunstancias.
¿Qué hacer ante tan cambiante realidad?
Quizás no dar demasiada importancia ni a entusiasmos excesivos ni a depresiones inmotivadas, puesto que unos y otras pasan pronto, tras lo cual la disposición del carácter vuelve a una más justa normalidad.
Una voluntad desmedida en un sentido u otro suele ser enemiga de decisiones suficientemente prudentes.
Algunos, embriagados por un erróneo fervor, asumen compromisos imposibles; otros, en cambio, abatidos por sombras imaginarias, desfallecen en una inercia preocupante.
Por cierto, no se trata de abordar estos aspectos desde una indiferencia inconmovible y que permanezca estática y gélida sentada en su trono de hielo.
La vida, sin duda, está sujeta a variaciones anímicas, insoslayables y necesarias; pero, al mismo tiempo, conviene precisar que ellas, como otros innumerables hilos de la existencia, deben ser situadas, y quizás sitiadas, en marcos pertinentes y en trincheras adecuadas.
Rodericus
Fuente: El Mercurio,cl
Boletín Info-RIES nº 1102
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Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
monográfico ...
Hace 4 semanas
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