Ari Paluch Periodista / El Cronista.com
La semana que aún no termina deja la amarga sensación de haberse extendido por mucho más tiempo de lo que indica el Rey Cronos.
Entre el cruel ataque a Fernando Cáceres, y minutos antes el asesinato de un comerciante en Ituzaingó sumado a el acampe piquetero de más de treinta horas en la 9 de Julio, el bloqueo a la distribución de diarios (bloqueo que han repetido esta mañana) el paro de subtes y de docentes bonaerenses, el anuncio del cese de actividades los días martes y jueves en los hospitales de la provincia de Buenos Aires.
El aire se ha tornado irrespirable y causa por momentos una asfixia colectiva tan desagradable como las imágenes de la sequía artera que la televisión nacional muestra una y otra vez desde nuestro castigado interior.
Esta tarde, como de costumbre entre las siete y las diez de la noche ‘la Señora’, su marido y un círculo áulico duro y reducido del que habría quedado afuera el ‘contador de Saladillo’ evaluará lo sucedido y supeditará lo que decida el matrimonio los pasos a seguir.
Es así como cada viernes el país es ‘resuelto’ en la mesa presidencial y disuelto el resto de la semana en la escena nacional.
Tiempo atrás, Néstor Kirchner supo tomar nota de los episodios que desencadenaron los finales abruptos de sus antecesores Fernando De la Rúa y Eduardo Duhalde.
El patagónico jamás se perdonaría hacer algo que motivara una corrida bancaria (no en vano, volvió a naufragar el proyecto de gravar la renta financiera) o un enfrentamiento con los piqueteros que pudiera replicar la fatal historia de Kosteki y Santillán.
Más allá que su reacción inicial, más cargada de impulso que de reflexión fue la de enojarse con quienes acampaban en la avenida más ‘ancha del mundo’ y asegurar que no negociaría.
Finalmente los muchachos levantaron campamento y se tomaron los micros al suburbio con promesas de paulatina incorporación a los planes sociales del kirchnerismo.
Liberada la 9 de Julio, la que no pudo liberarse de la angustia fue la sufrida clase media que al ritmo de Alplax y Rivotril intenta conciliar el sueño y propone el ‘Primer Paro Nacional de Ciudadanos’ el próximo 9 de diciembre por espacio de veinticuatro horas.
Y durante las cuales se invita a la gente a quedarse en sus casas, sin hacer nada, sin movilizarse, sin golpear cacerolas ni generar apagones.
A todo esto, no son pocos los que intentan no contaminarse con el presente oprimente y empiezan a trabajar de cara a un futuro que sospechan será venturoso.
En las últimas setenta y dos horas me he reunido con tres presidentes de sendas multinacionales con intereses importantes en la Argentina.
En todos los casos detecté un enorme optimismo por el futuro de nuestro país, una inmensa cautela por el vapuleado presente y una gran preocupación por el futuro inmediato.
Hay coincidencia en que la Argentina es hoy una gran oportunidad dilapidada pero que el cambio de mañana debe ser gestionado hoy.
Desde sus mullidos sillones, los CEO, además de lamentarse por las inversiones que sus países de origen no hacen acá, a la espera de un mejor horizonte, se ilusionan al entender que el proceso de transformación hacia un país mejor ya está en plena gestación.
Preocupa la corrupción reinante que lejos de ser como en tantas otras naciones un problema marginal, se ha convertido en una realidad ‘sistémica’ al igual que la violación cada vez más frecuente de las normas más elementales.
Pero a su vez se avizora un país con mejor destino que el atajo.
Y si bien la coyuntura intoxica cualquier atisbo de entusiasmo, campea la sensación del cambio inevitable y hay consenso en que seguir lamentándose de este presente no nos preparará para aquel futuro.
En el haber se destaca además el surgimiento de potenciales futuros dirigentes, cronológica e intelectualmente preparados para liderar el cambio en una franja que va de los treinta y cinco a los cuarenta y cinco años.
Se trata además de jóvenes procedentes del campo de la política y del mundo del pensamiento que podrían hacer real aquello que se prometió y lejos de cumplirse se potenció en sentido inverso, de terminar con la ‘vieja política’.
Desde su oficina amplia y muy luminosa, en la que los días de cielo despejado se observa en el horizonte, literal y simbólicamente la costa uruguaya, el número dos de una compañía que emplea a miles de empleados, supo decirme:
- “Hay tiempos para luchar y otros para saber esperar, hay que aprontarse para lo que viene que será mucho mejor”...
Será cuestión pues de volver al futuro.
Boletín Info-RIES nº 1102
-
*Ya pueden disponer del último boletín de la **Red Iberoamericana de
Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
monográfico ...
Hace 4 semanas
No hay comentarios:
Publicar un comentario