EDURNE URIARTE / Abc.es
Lloriquea el Gobierno por las esquinas la ingratitud de su queridísimo amigo marroquí.
Cómo nos hacen esto, gimotean Miguel Ángel Moratinos y Elena Valenciano, con lo que nosotros hicimos por ellos desde 2004.
Tantas muestras de la profunda amistad socialista, tanto esfuerzo para desagraviarles de la agresividad de Aznar, tanta disculpa por sacarles de Perejil, y aquí estamos, con cara de imbéciles, y lo que es mucho más grave, con Aminetu Haidar al borde de la muerte.
Hace año y medio, Zapatero hizo coincidir su inicio de la visita a Marruecos con el sexto aniversario de la ocupación marroquí de Perejil, que no con el día de la recuperación militar española.
Nosotros no lo habríamos hecho, amigos marroquíes.
Y hace sólo ocho meses, el presidente echó en cara al PP «la hazaña de Perejil» que, junto a la «guerra ilegal» de Irak, dijo, son los exponentes de la desastrosa política exterior del PP.
Aún seguimos sin saber qué haría Zapatero si un país extranjero tuviera de nuevo la ocurrencia de ocupar nuestro territorio, declina responder a la pregunta, pero sí conocemos los resultados del buen hacer y la confianza generadas hacia España.
Tuvimos una buena muestra con la retirada del embajador marroquí tras la visita de los Reyes a Ceuta y Melilla en 2007 y una ratificación con la represión y el abandono de Haidar.
Y no porque las relaciones de Marruecos hayan empeorado estos cinco años.
Son igual de complicadas y tensas que antes, con la única diferencia de que este Gobierno llevaba cinco años sin enterarse de ello, concentrado como estaba en pedir perdón por Perejil.
Ahora que Marruecos está dispuesto a dejar morir a Haidar, mucho me temo, Zapatero probablemente cavila nuevas formas de hacerse perdonar la «hazaña de Perejil».
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De Perejil a Haidar / Abc.es
EDUARDO SAN MARTÍN Miércoles
Las carcajadas con las que la entonces oposición socialista saludó la «drôle de guerre» de Perejil, esa campaña motejada de sainete que tanto les hizo reír, deben ahora resonar sarcásticamente en los mismos oídos que van percibiendo cómo se apaga día a día el pulso de Aminatu Haidar.
Con la atrabiliaria y soberbia monarquía cherifiana no hay broma que valga.
Frente a quienes desprecian las normas del derecho internacional y los derechos de sus ciudadanos, a veces sólo sirve el lenguaje de la firmeza.
España está obligada a mantener buenas relaciones con Marruecos en interés de ambos países. Pero no tiene por qué soportar las destemplanzas de sus gobernantes.
No se trata ahora de enviar a un destacamento de la Legión para devolver a su país a la activista saharaui por la fuerza.
Pero, mientras se intenta salvar la vida de Haidar, el gobierno español debería reaccionar con más energía frente el atropello cometido por un país que aspira a una relación privilegiada con Europa.
Sobre todo si, a mayor desvergüenza, la autocracia marroquí recurre al discurso del chantaje.
Se trata de que, además del bochorno provocado por las peripecias del caso, España no soporte el agravio de la complicidad.
Puede que las autoridades españolas se dejaran engañar, o se engañaran a sí mismas, al permitir el regreso de Haidar a España sin documentación.
Y cabe presuponer en ese gesto la buena voluntad de evitar un percance menor que, después, justo castigo a tanto candor, se ha convertido en un incidente de repercusión internacional.
Pero el PP no debería caer en el error en el que incurrió el PSOE con Perejil.
La extorsión a la que el gobierno marroquí, y la propia Haidar, están sometiendo a España es absolutamente desproporcionada con la responsabilidad que pueda corresponder a nuestro gobierno.
Las autoridades vecinas, en este caso como en Perejil, no interpelan al gobierno de turno, sino a nuestra dignidad como país.
Boletín Info-RIES nº 1102
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*Ya pueden disponer del último boletín de la **Red Iberoamericana de
Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
monográfico ...
Hace 1 mes
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