"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 25 de diciembre de 2009

Sólo será evidente el pensamiento que duda

Meditación I – De las cosas que pueden ponerse en duda


4....”“Pero pensando atentamente en ello, me acuerdo de haber sido muchas veces engañado al dormir por ilusiones semejantes, y al detenerme en ese pensamiento, veo con tal claridad que no hay indicios ciertos para distinguir la vigilia y el sueño de una manera terminante, que me lleno de asombro y este asombro es tal que casi es capaz de persuadirme que estoy dormido”...

11... “y a la manera que un esclavo, que en sueños goza de imaginaria libertad, al pensar que esta libertad no es más que un sueño, teme despertarse y acaricia tan gratas ilusiones para ser engañado por más tiempo, así también vuelvo sin sentido a mis antiguas opiniones y temo despertarme por miedo a que las laboriosas vigilias que suceden a la tranquilidad de este sueño, en lugar de darme alguna luz para conocer la verdad, no sean suficientes para desvanecer las tinieblas de estas dificultades que acaban de ser agitadas aquí”.

Meditación II – De la naturaleza del espíritu humano, y de cómo es fácil de conocer el cuerpo

7.”Pero en fin, ¿qué soy? Una cosa que piensa. ¿Y qué es una cosa que piensa? Una cosa que duda, entiende, concibe, afirma, niega, quiere, no quiere, imagina y siente. No es poco por cierto, si realmente pertenecen a mi naturaleza todas estas cosas.”

8....”conozco y entiendo las cosas cuya existencia me parece dudosa, que me son desconocidas y que no me pertenecen con mayor claridad que aquellas de cuya verdad estoy persuadido, que me son conocidas y que pertenecen a mi propia naturaleza, en una palabra, más notoriamente que a mí mismo.
Pero ya entiendo en qué consiste esto; mi espíritu es un vagabundo que se complace en extraviarse y todavía no puede sufrir que se le retenga en los justos límites de la verdad.”

Meditación III – De la existencia de Dios

13.... “Porque si bien he notado antes que sólo en los juicios puede descubrirse la falsedad verdadera y formal también puede haber en las ideas cierta falsedad material, a saber, cuando representan lo que nada es como si fuera algo”.

Meditación IV – De lo verdadero y de lo falso

2. “Reconozco en primer lugar que no es posible que Dios me engañe, ya que en todo fraude y engaño hay algo de imperfección y aunque me parece que poder engañar es señal de sutileza y poderío, como el quererlo hacer revela flaqueza o malicia, no es posible que el engaño se dé en Dios. Luego, conozco por experiencia propia que hay en mí cierta facultad de juzgar, o de discernir lo verdadero de lo falso, que sin duda he recibido de Dios, como todas las cosas restantes que poseo y se encuentran en mí; y si no es posible que Dios quiera engañarme, cierto es también que no ha de haberme dado facultad dispuesta de tal modo que pueda equivocarme cuando lo use en debida forma.”

4....“el error no es una mera negación, es decir, no es la simple carencia de alguna perfección que no tengo derecho a poseer, sino la privación de algún conocimiento que parece debiera tener.”

7. “A consecuencia de esto y reparando más de cerca en qué consisten mis errores, únicos que muestran que hay imperfección en mí, encuentro que dependen del concurso de dos causas, que son: la facultad de conocer que hay en mí, y la facultad de elegir o libre albedrío: es decir, del concurso de mi intelecto y mi voluntad.

... Únicamente la voluntad o el libre albedrío es en mí de tal grandeza, que nunca concibo la idea de otra mayor y más extensa; de manera que ella principalmente me da a conocer que soy imagen y semejanza de Dios.

... Consiste esta facultad únicamente en que podamos hacer o no hacer una misma cosa, es decir, afirmarla o negarla, buscarla o esquivarla; o mejor aún, consiste en que para afirmar o negar, seguir o apartarnos de las cosas que el intelecto nos propone, obramos de tal suerte que no sentimos que a ello nos obligue ninguna fuerza extraña a nosotros.”

9. “¿De donde, pues, proceden mis errores? Únicamente de que, siendo la voluntad mucho más amplia y extensa que el intelecto, lejos de encerrada en los mismo límites que ése, la extiendo también a cosas que no entiendo, y siéndole indiferentes éstas, se extravía con facilidad y elige lo falso en vez de lo verdadero y lo malo en lugar de lo bueno; y por eso me equivoco y peco.”

11....”Pero si me abstengo de emitir mi opinión sobre alguna cosa, cuando no la concibo clara y distintamente, es evidente que obro bien y que no me engaño; no así cuando me determino a negarla o afirmarla, pues entonces no hago de mi libre albedrío el uso debido, y si aseguro que no es verdadero, es evidente que me equivoco. En este caso, aunque juzgue con verdad, es por casualidad, y no dejo por eso de errar y usar mal mi libre albedrío; pues la luz natural nos enseña que el conocimiento que el intelecto forma debe proceder siempre a la determinación de la voluntad”.

Meditación VI- De la existencia de las cosas materiales y de la distinción real entre el alma y el cuerpo del hombre.

9....“Pero como Dios no engaña, es cosa manifiesta que inmediatamente, y por sí mismo, no me envía estas ideas, ni tampoco por medio de alguna criatura en la que la realidad de dichas ideas está contenida eminentemente, y no formalmente.”...

13. “Enséñame además la naturaleza que existen alrededor del mío otros muchos cuerpos, de los cuales unos debo buscar y otros evitar. Y ciertamente, del hecho de sentir yo diferentes clases de olores, sabores, sonidos, calor, dureza, etc., fácilmente infiero que en los cuerpos de que proceden estas diversas percepciones de los sentidos, hay algunas variedades que a ellas corresponden, y como entre estas diversas percepciones de los sentidos hay unas que me son agradables y desagradables otras, no cabe duda de que mi cuerpo, o mejor, yo mismo entero, puedo experimentar diversas comodidades o incomodidades debidas a los demás cuerpos que me rodean.”

14....”La naturaleza, así considerada, me enseña ciertamente a escapar de las cosas que me causan dolor, y a buscar aquellas que me hacen experimentar placer; pero no veo que me enseñe además que de estas diversas percepciones de los sentidos debemos derivar nada con respecto a las cosas que están fuera de nosotros, sin que el espíritu las examine cuidadosa y maduramente; pues me parece que el espíritu solo, y no al compuesto de espíritu y cuerpo, corresponde conocer la verdad de las cosas”.

23....”Dios no engaña, necesariamente se sigue que en esto no me engaño tampoco. Pero, como la necesidad de los negocios frecuentemente nos obliga a llevar a cabo muchas determinaciones, sin haber tenido tiempo para un examen tan riguroso como el expuesto, hay que confesar que la vida del hombre está sujeta a errar con frecuencia en las cosas particulares, y hay que reconocer, por lo tanto, que es débil y enferma nuestra naturaleza.”


Fuente: Meditaciones Metafísicas – Descartes

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