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Caricatura de Alfredo Sabat

miércoles, 3 de marzo de 2010

Siete presidentes...

Argentina

Han querido las circunstancias, una prevista, otra imprevista por dolorosa y la tercera imprevista por transgresora, que nada menos que siete presidentes hayan ocupado en estos últimos días, casi simultáneamente, los titulares de tres países del Cono Sur: Uruguay, Chile y la Argentina.

Por Mariano Grondona

En Uruguay, estaba previsto en el calendario constitucional que anteayer juraría su cargo el nuevo presidente José Mujica, quien estuvo acompañado en esta ocasión no sólo por el presidente saliente Tabaré Vázquez, que como él pertenece al Frente Amplio, sino también por otros dos ex presidentes, el “blanco” Luis Alberto Lacalle, a quien venía de derrotar en las recientes elecciones, y el “colorado” Julio María Sanguinetti, dos veces presidente de la república hermana. Mientras del otro lado del Río de la Plata coincidían de este modo cuatro presidentes, en Chile estamos asistiendo a un cuasi “co-gobierno” entre la presidenta Michelle Bachelet, que dejará su cargo de aquí a ocho días, y el presidente electo Sebastián Piñera, que está por reemplazarla, para atender en común a las víctimas del terrible terremoto.

Si bien las circunstancias que han reunido a estos seis presidentes son de distinta naturaleza, institucional en el primer caso y trágica en el segundo, el principio que prevaleció tanto más allá del Plata como más allá de los Andes fue exactamente el mismo: la armonía republicana.

"No puede decirse lo mismo del séptimo presidente" de esta lista simultánea, Cristina Kirchner, porque ella también ocupó los titulares pero por una razón inversa al espíritu republicano de nuestros vecinos, ya que en vez de cumplir el mandato constitucional que le imponía informar al Congreso lo que proyecta para 2010, le arrojó en la cara dos decretos que lo desconocen abiertamente para arrebatar en cuestión de horas los miles de millones de dólares del Banco Central que había venido buscando infructuosamente hasta ahora, con la complicidad de su nueva presidenta, Mercedes Marcó del Pont.

Si los liderazgos presidenciales en Uruguay y Chile responden a un modelo "convergente" de acción política, el liderazgo que aún pretende la señora de Kirchner es francamente “divergente” puesto que aprovechó su discurso del lunes para enviarle al resto de las fuerzas políticas un mensaje que podríamos traducir de esta manera:
“Con Congreso o sin él, con jueces o sin ellos, aquí mandamos exclusivamente mi marido y yo”.

Su insólita conducta desafía no sólo al no kirchenrismo, hoy en estado de comprensible indignación, sino también a los kirchneristas más reflexivos, que ahora se estarán preguntando hasta dónde deberán seguir acompañando los desvaríos del matrimonio presidencial.
Mediante este ataque frontal, ¿quieren los Kirchner aislarse y “victimizarse”?
Más allá del encono al que invitan, lo racional es obligarlos a beber hasta la última gota, nunca antes del 10 de diciembre de 2011, el amargo cáliz que están llenando.

La Nación

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