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Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 27 de abril de 2010

Los intelectuales de izquierda comienzan a dar la espalda a Fidel Castro

Los llamados “intelectuales de izquierda” latinoamericanos solían -hasta no hace mucho- ser fácilmente arreados cuando de aplaudir públicamente a los regímenes de la izquierda radical de la región se trataba.

Las cosas, sin embargo, parecen haber comenzado a cambiar y ahora se animan a reclamar abiertamente a Fidel Castro el respeto por los derechos humanos y las libertades personales esenciales. Al intocable, que ha dejado de serlo. Por la repulsión que genera su represión.

Por Emilio Cárdenas

Al menos en el Uruguay donde un grupo de ellos, a través de una carta abierta publicada en el periódico “La Diaria”, han reclamado duramente por la muerte del heroico disidente cubano Orlando Zapata Tamayo, ocurrida tras una huelga de hambre mientras cumplía una larga condena en la cárcel por el presunto delito de opinar distinto al régimen.

El régimen cubano, está claro, lo impulsó cruelmente hasta el borde de la muerte misma, luego de someterlo a un largo cautiverio -más bien, a un auténtico suplicio- el 23 de febrero pasado. Zapata Tamayo es ahora, innegablemente, un mártir de la libertad. Para siempre. Y otros siguen sus pasos.

La publicación de la carta de los intelectuales orientales es producto, sostuvieron, de una “indignación compartida” por todos ellos y de “la necesidad de decir lo que se piensa cuando otros no lo dicen, o, peor aún, dicen cosas que no podemos suscribir en modo alguno”, según dijo el historiador Gerardo Caetano.

La carta destaca lo lamentable de haber “impuesto un partido único y dogmático”, así como “el desprecio a la negociación multipartidaria” (al pluralismo, entonces), el “desconocimiento de derechos fundamentales”, y “el encarcelamiento de personas que se han atrevido -y se atreven- a reclamar y se proponen ejercer sus derechos básicos de reunión, asociación, opinión y de desplazamiento”. Acusando al propio tiempo al régimen de la isla de haber caído en “prácticas marcadamente estalinistas” y de practicar “descalificaciones humillantes”, lo que es imitado por otros en la región. Todo lo cual es obvio.

Además la carta recuerda a todos, muy oportunamente, las propias palabras del dictador Fidel Castro cuando, hipócritamente, refiriéndose entonces a la huelga de hambre de los presos irlandeses en las cárceles británicas, exclamara frente a la Unión Interparlamentaria Mundial:

“Tiemblen los tiranos ante hombres que son capaces de morir por sus ideas tras 60 días de huelga de hambre! Al lado de este ejemplo, ¿qué fueron los tres días de Cristo en el Calvario, símbolo durante siglos del sacrificio humano? Es hora de poner fin, mediante la denuncia y la presión de la comunidad mundial a esa repugnante atrocidad”.

Más claro el agua...
Y es Fidel dixit...

La carta termina expresando que es hora de “no callar ante las atrocidades y ponerse del lado de quienes, sin más armas que su cuerpo, reclaman legítimamente sus derechos”.

Es así. Lo notable es que los acostumbrados silencios cómplices parecen estar disminuyendo. Las mediciones con “varas” diferentes también. Hasta los “trovadores” cubanos, como Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, formulan ahora comentarios críticos sobre la situación en su país, pidiendo la revisión de “un montón de cosas”. Porque, como dice Milanés, “las ideas se discuten y se combaten y no se encarcelan”.

Esto ocurre paradójicamente no a nivel de los gobiernos, que actúan a la manera de “compañeros de ruta” de Castro, sino al de los pensadores que, más allá de sus simpatías políticas, saben donde están los límites de lo que no se puede jamás callar, quienquiera sea el responsable de las atrocidades inhumanas que condenan.

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