"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

jueves, 26 de agosto de 2010

Letargo social

Tenemos infinidad de momentos de verdad que desestimamos, tal vez porque esa realidad que nos contacta nos deja inmóviles ante la hostilidad de sus mensajes y entonces, como si el “espectáculo” no nos incumbiera, como si se tratara de una realidad irremediablemente aceptada porque supera, como en un juego de espejos de distorsión social, habita en los ojos de la gente (Cicerón)

Y nuestro “silencio”, o la inacción, toman cuerpo en los pensamientos, pronunciaciones y gestos, que lenta e indefectiblemente comienzan a asemejarse, en un acto de renuncia encubierta, un modo de reproducir el mismo proceso dramatizado de la realidad que nos traiciona en nuestros opuestos.
Esa realidad que quiere acostumbrarnos, que manipula el agujero negro, para que nada se resuelva, el rebote, porque las expectativas no son compatibles o el negativismo, pecados de la comunicación social que alejan competencia e incumbencia, sentido común y compromiso.

Cada momento de verdad implica una interacción directa entre emisor y receptor. Cuando observamos que los mensajes intentan aprovecharlo y aprovecharnos, organizando la influencia para transmitir una verdad planificada, nosotros, pequeñas y grandes voces y acciones, somos las auténticas relaciones con la realidad.

Si tomáramos conciencia de tan distorsionados mensajes podríamos alterar el canal, porque la realidad nunca puede ser adulterada.
Y si el objetivo no nos representa, pues entonces agudicemos la sensibilidad, porque la distorsión no es un hecho tan solo de alcance individual.
Si comprendiéramos que nos estamos jugando la propia reputación humana, nuestra dimensión social e identidad, tironeada desde donde complace, la repudiaríamos de manera visceral.

Y si los mensajes sólo se instauran en búsqueda de lo que se aspira, silenciando valores que en ocasiones brillan por ausencia en los receptores, acabarán teniendo la razón o, lo que es peor, nos convenceremos que es así y dejaremos todo a la consideración de esos emisores que entienden que ningún receptor tiene derecho a refutarlo, por verdadero agente comunicador cuando no respete la realidad.

¿O acaso toda vez que se altere la realidad nos quedaremos suspendidos considerando, como Picasso, que “la realidad es lo que ve la mayoría”…?

Mara Martinoli

http://apgargentina.blogspot.com

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