"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

sábado, 4 de septiembre de 2010

Víctimas del libertinaje seudo religioso

Cuando leyes, registros o normativas no producen los resultados esperados, generalmente, y por sentido común, deberían revisarse para realizar las modificaciones oportunas y necesarias, porque la “libertad” fuera de todo límite sólo es demagógicamente libertinaje.

Y si la “libertad” aumenta el número de damnificados, que nunca conoceremos por ausencia de seguimiento de tan turbios “registros”, podemos inferir entonces que la actual “libertad religiosa” se incluirá en la historia cotidiana del desorden de la locura con la que convivimos, calvario que día a día, en silencio, padecen familias inexorablemente indefensas ante tanta “libertad”.
Creencias banales que repiten cíclicamente episodios que pudieron ser previsibles, o supuestos: disociaciones de la realidad, traumas, trastornos psíquicos varios; plagios, estafas, engaños; la violencia del abuso, la desesperación del suicidio, el horror del homicidio, sólo instauran una mayor desintegración social. ¿Es esto parte de la “libertad religiosa”?

Una sociedad que se desestructura ante demasiadas víctimas protagonistas de las consecuencias y demasiados culpables que ya no necesitan esconder el delirio de tanta seudo creencia, meticulosamente se circunscriben en el individuo y aprovechando la tan mentada “libertad” encierran.

No es santa iluminación, san desamparo o santo calavera como si hubiéramos abierto las puertas de un manicomio...
Somos todos responsables de las macizas dosis de toxicidad seudo religiosa permitidas, que empujarán a impensables secuelas o a reutilizar camisas de fuerza.

Por esto, antes que las situaciones que desbordan nos superen, es necesario, con urgencia, auditar para respetar la libertad, legislar para consensuar y recuperar el valor ético de la creencia, creando y diseñando estructuras que tutelen la actual esquizofrenia social y eviten la violencia que sólo se conoce cuando sus actos resultan extremos.

Lo peor no es cometer un error,
sino tratar de justificarlo,
en vez de aprovecharlo
como aviso providencial
de nuestra ligereza o ignorancia. [Santiago Ramón y Cajal]

Mara Martinoli

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