Pedir lo imposible y retrasar lo inevitable son los dos caminos más eficaces para alcanzar el desastre
M. MARTÍN FERRAND
EL año en que le dieron el Nobel a Jacinto Benavente, Antonio Maura nombró ministro de Hacienda a Francisco Cambó.Quizás por eso, que las casualidades existen, el más inteligente de cuantos políticos conservadores ha dado Cataluña solía repetir algo que dice Crispín en el segundo acto de Los intereses creados: «Mejor que crear afectos es crear intereses».
Seguramente ese fue el lema político del creador de la Lliga Regionalistay, si seguimos la pauta de la excepcional biografía del personaje que nos dejó Jesús Pabón, en esa idea del creador teatral sentó su fuerza el político catalán. Es más, durante su exilio en Argentina pudo cobrar en afectos los réditos de los muchos intereses que supo entretejer a lo largo de su vida varias veces intensa.
Traigo a colación a Cambó en el primer día de la campaña electoral que nos conduce a las próximas autonómicas de Cataluña para producir, si fuera posible, el sentido de la emulación. La pequeñez de quienes optan a la presidencia de la Generalitat, por la derecha o por la izquierda, es tan notoria que incita a la abstención y, si se profundiza, a la emigración. Ninguno de ellos parece capaz de crear ni afectos ni intereses y más bien parecen, los mejores, la larga mano de algún interés escondido, de los que no gustan de aparecer en primer plano y se esconden siempre bajo el manto de la fatalidad.
Dando por descontado que la abstención será el grupo más notable y abundante, aunque el menos trascendente, en la tabla final de resultados, todo se centra en saber si la mayoría de CiU es lo suficientemente mayoritaria para que el PSC no pueda intentar ninguna maniobra parecida a la del esperpéntico tripartito que, en los últimos años, tanto ha dañado a Cataluña y, de rebote, a toda España. Son, por otra parte, dos grupos más semejantes de lo que ambos quieren reconocer. La izquierda de los socialistas lo es relativa, con respecto a sus principales adversarios, y lo que agranda su potencial derrota es el daño que de ella puede derivarse para José Luis Rodríguez Zapatero y sus inescrutables maniobras de supervivencia de cara al naufragio que se le augura en las Legislativas de 2012.
El PSC como partido socialista no deja de ser una franquicia del PSOE y como grupo nacionalista es un remedo paupérrimo de CiU. Es decir, que la gracia y la emoción de los resultados catalanes hay que barruntarla entre los decimales de los grupúsculos, incluido el creciente PP, que rellenan el bipartidismo fáctico del Parlament. Con todo, y como afirmaba Cambó, pedir lo imposible y retrasar lo inevitable son los dos caminos más eficaces para alcanzar el desastre.
Fuente:abc.es
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