El misterioso y dramático destino de la viuda de Arafat Por Ignacio Cembrero – Periodista español Fuente: GENTIUNO.com
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"¡No puedo creer lo que ella me ha hecho!". "¡Lo he perdido todo!"
Suha Arafat, de 47 años, viuda del histórico líder palestino Yasir Arafat, gritaba, en octubre de 2007, desde La Valeta (Malta) durante una conversación telefónica con el embajador de Estados Unidos en Túnez, Robert Godec.
El diplomático no ahorró esfuerzos para averiguar el porqué de la caída en desgracia de la ex primera dama palestina. No llega a una conclusión definitiva, pero sospecha que Leila Ben Ali, 53 años, esposa del presidente tunecino, Zine el Abidine Ben Ali, de 74 años, se enfadó con ella cuando supo que había advertido a la reina de Jordania de la boda que planeaba para una sobrina, en la que los cónyuges se llevaban 40 años.
Las propiedades de Suha en Túnez fueron incautadas mediante la fabricación de falsos documentos. Sus amigos y sus colaboradores, incluido el director del banco del que era clienta, estaban siendo presionados, se lamentó Suha con el embajador. "A todo aquel que me apoya se le castiga", repetía. La culpa de su desdicha la tenía Leila.
Dos meses antes de esa conversación, el 2 de agosto de 2007, un decreto publicado en el boletín oficial de Túnez retiraba a Suha y a su hija Zahwa, que entonces tenía 12 años, la nacionalidad tunecina que el presidente Ben Alí le había concedido 11 meses antes mediante otro decreto. Suha, su madre, la periodista Raymonda Tawil, y su hija fueron expulsadas de Túnez.
Fin a la historia de amor
Concluía así la historia de amor de Suha con un país que la acogió a finales de los ochenta, en el que empezó a trabajar a las órdenes de Arafat -Túnez fue la sede de la Organización para la Liberación de Palestina hasta 1993-, en el que se convirtió al islam -su familia era cristiana- y en el que en 1990 se casó con el líder palestino, que tenía 34 años más que ella.
Arafat murió en París a finales de 2004 y Suha regresó a Túnez, donde montó prósperos negocios con Leila Ben Alí, la esposa del presidente, a la que la Embajada de EE UU coloca en la cima de la corrupción, sobre todo en un informe, de junio de 2008, titulado Lo que es suyo es mío. En él describen a la familia del jefe del Estado como una "cuasi mafia".
Las dos mujeres decidieron abrir en septiembre de 2007 la Escuela Internacional de Cartago, un colegio privado para las élites tunecinas en el que Suha invirtió 2,5 millones de euros. Cuatro meses antes, el Ministerio de Educación cerró la Fundación Louis Pasteur, un establecimiento privado para las élites "muy respetado", según el embajador estadounidense, so pretexto de que no cumplía con la legislación vigente. La movilización de los padres de los alumnos no logró impedirlo. Al contrario, se le animó a apuntar a sus hijos en el nuevo centro.
Este recibió en agosto de 2007, según estipula un decreto presidencial, una subvención de 1,79 millones de dinares (941.500 euros), equivalente a la cuarta parte de su presupuesto de funcionamiento. El embajador Godec se sorprende de esta "generosidad nada común". "(...) ningún colegio ha sido construido, en los últimos tiempos, tan rápidamente, ni el Ayuntamiento ha levantado con tanta eficiencia los accesos viales, ni colocado la señalización de las calles ni los semáforos", ironiza.
Próspero negocio
Un mes antes de que abriese este próspero negocio, sin competencia tras el cierre del Louise Pasteur, Suha fue expulsada de Túnez. ¿Qué había pasado? "Lo que estamos haciendo no es ético", le dijo Suha a su socia, refiriéndose a la clausura del Louis Pasteur. Y a partir de ahí ambas mujeres se disputaron hasta que la viuda de Arafat fue expulsada del país, según contó ella misma al embajador Godec.
"Leila Ben Ali y su familia roban todo lo que tiene valor en el país", le espetó a continuación Suha al embajador. "El presidente está debilitado por su lucha contra el cáncer", continuó. "Pasa todo el tiempo jugando con su hijo [Mohamed, de 5 años] y siguiéndole por la residencia". "Hace lo que su mujer le pide que haga". "Leila cree que sucederá a su marido como presidente de Túnez". "Los miembros de la amplia familia de Ben Ali pueden hacer lo que quieran con impunidad, incluido falsificar documentos".
El embajador Godec recoge en su nota de 2007 otras versiones sobre la apertura del nuevo colegio "presidencial" y el cierre del de "reconocido prestigio", pero, al final, tiende a creer a Suha porque las puertas del Louis Pasteur fueron selladas. "Aunque sean difíciles de probar, hay una parte de verdad en las historias sobre la corrupción que circulan en torno al colegio", escribe.
Dos años después, a mediados de 2009, un tunecino de toda confianza y conocedor de aquella guerra de colegios proporcionó al embajador Godec una nueva versión de lo sucedido. Mucho antes de que Leila Ben Ali tomase la decisión de abrir su propio colegio, el Louis Pasteur ya estaba en el ojo del huracán.
En 2003 el director del Louis Pasteur se negó a admitir a un sobrino de Leila porque no cumplía los requisitos. En 2004 suspendió a una alumna de la familia presidencial. El ministro de Educación le exigió que revisase la nota o que se preparase para el cierre del centro. El director rechazó subirle la puntuación.
La expulsión de Suha
La expulsión de Suha y de su hija no guarda ninguna relación con la nueva escuela. Leila Ben Ali "conspiraba por aquel entonces para casar a su sobrina", de 18 años, con el jeque Mohamed bin Rachid al Maktoum, de 61 años, primer ministro de Emiratos Árabes Unidos y emir de Dubai. Cuarta fortuna entre las monarquías reinantes, Al Maktoum posee ya dos esposas, una de ellas hermana del rey Abdalá de Jordania.
Suha se enteró de las maniobras de Leila y llamó, para contárselas, a la reina Rania de Jordania. Aquella gestión de la viuda palestina llegó a oídos de la esposa del presidente. Debió de interpretar que intentaba abortar su plan alertando al rey Abdalá de que su hermana tendría que competir en Dubai con una nueva y joven esposa del jeque Al Maktoum. Leila Ben Ali reaccionó obligando a Suha a marcharse del país.
Ignacio Cembrero
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