"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

sábado, 18 de diciembre de 2010

Okupas y desokupados

Hugo Alberto de Pedro

¿Tan difícil puede ser para los gobiernos argentinos morigerar y terminar con los problemas de los desposeídos y los pobres de toda pobreza?

Una respuesta rápida nos lleva a pensar que es muy difícil: Mientras que se siga insistiendo desde el Estado con políticas que desde hace decenas de años se siguen imponiendo cada vez con mayor ferocidad, agresividad y alevosía en contra de quienes tienen el derecho de transitar una vida digna de trabajo y formación humana (todos los habitantes del país)

Una respuesta no tan expedita: Nos remite a pensar que es imprescindible derrumbar la lógica y estirpe de la politiquería enquistada en el poder, y que tomen el centro de la escena gubernamental y el control sobre todos los poderes de la Nación (el Estado) las mujeres y hombres que viven en nuestro país, Argentina.

Asombrados, con una gran desazón y profunda tristeza humana estamos viendo que se mata y se mata:

A quienes pugnan y luchan por un trabajo decoroso y protegido por la legalidad que imponen las normas laborales y constitucionales.

A quienes reclaman por el derecho a las tierras que le pertenecen.

A quienes exigen, con todo derecho humano, poseer una vivienda digna para el desarrollo próspero e integral de la familia.

No podemos mantenernos callados ni tampoco inactivos frente a los gobiernos (nacionales y provinciales) que toman a la cuestión pública como un juego de ajedrez en el cual se espera que el otro actor gobernante cometa algún error o descalabro para reaccionar y de forma infame y mentirosa pretender hacer creer que se colocan del lado del pueblo; todo lo contrario se colocan delante o detrás con los uniformados que con la utilización de las armas conducen inexorablemente a la muerte de aquellos que enfrentan las decisiones que siempre buscan dejar en perores condiciones de vida a millones de personas.

Como no se comprobaba desde hace más de un siglo atrás, la xenofobia y la idea de expulsar a los inmigrantes es alentada desde los propios dichos de acomodados gobernantes a los que se suman los perversos habitantes que no son inmigrantes directos y tienen muy poco respeto por sus historias familiares en la inmensa mayoría de los casos, ahí los vemos blandiendo las banderas de la argentinidad. Faltaría solamente que alguna o algún, trasnochada o trasnochado, pretenda establecer de forma remozada la Ley de Residencia, como la que tuvo vigencia a partir del año 1902 hasta el año 1958, bajo la Ley Nº 4.144 que fuera propiciada por Miguel Cané omitiendo –mejor dicho atacando- al mismísimo Preámbulo de nuestra Constitución Nacional.

Un país, como Argentina, que ha sido ejemplo mundial de abrir las fronteras a cualquier tipo de inmigración, hoy pareciera tener a imprudentes dirigentes políticos -por suerte no la inmensa mayoría de la población- como voceros de la descalificación por la nacionalidad de otros. Son ellos los fogoneros de las discordias y principales promotores de la violencia sin sentido, y bajo cualquier pretexto esgrimido crear el enfrentamiento entre niñas y niños, jóvenes y mujeres y hombres.

Pareciera que en Argentina siempre es necesario que la muerte por asesinatos de los habitantes convoque a tomar consciencia a los gobiernos de que existen los problemas que se niegan a solucionar –los conocen y los potencian con sus políticas de exclusión social-, pero como tienen tan poca capacidad incrementan la violencia y aflora en ellos la perversidad que los guía en sus acciones y la mística de creerse “los elegidos”. Es inadmisible que así sea porque las víctimas siempre son de un mismo lado, del conformado por los desplazados, desposeídos, hambreados, excluidos y explotados; y si son militantes contestatarios la insidia se agrava más aún.

Abundar en datos sobre las riquezas que posee la Argentina sería demasiado empalagoso ya que son por demás conocidas y verificadas, pero la cuestión de fondo sigue estando en la forma en que ellas están distribuidas y por lo tanto disfrutadas y manejadas en beneficio de unos pocos, “los elegidos”.

Argentina es un país muy denso y lleno de riquezas de todo tipo como para pensar que sus residentes no puedan tener su tierra y sus trabajos dignos y bien remunerados. Parece, o mejor dicho se confirma día a día; gobierno tras gobierno, que tratar que aumenten: la indigencia, la falta de viviendas, el trabajo esclavo y vilipendiado -mal remunerado y marginal-, es la concepción única de la dirigencia política al momento de dirigir los intereses y destino de la Nación.

Ante cada reclamo popular se hace presente en boca de los reclamados la supuesta criminalidad y desestabilización de los reclamantes -diferentes actores sociales (trabajadores, estudiantes o los que no tienen un techo ni trabajo)

Somos muchos los que negamos, condenamos y nos oponemos a que sean las fuerzas policiales y armadas (de cualquier color) las que deban poner orden a las cosas, porque nunca jamás lo podrán hacer, sino simplemente detener por un corto espacio de tiempo la lucha popular, la que inexorablemente se dará más temprano que tarde cuando termine de madurar el ideal libertario en la consciencia de gran parte del pueblo.

Cuando digamos ¡¡¡ BASTA, YA SE ACABÓ LA FIESTA DE UNOS POCOS!!!

Ahí, en ese momento, caerán las prebendas de quienes con sus acciones e ideologías antipopulares hicieron todo lo posible para llevar a la pobreza e indigencia a millones de habitantes, a un ritmo tan inhumano y tan considerable como ellos han logrado sus fortunas y han permitido y propugnado que sean las minorías acomodadas y las burocracias sindicales y políticas las que disfruten del esfuerzo y trabajo de todo un pueblo.

Debemos generalizar en presidentes, gobernadores e intendentes, como en los legisladores (nacionales, provinciales y municipales), como asimismo en los miembros del poder judicial y ministerio público -fiscales- que no han tenido la capacidad ni la intención de poner límites a los excesos de los otros dos poderes del Estado y ajustarse a la Constitución Nacional, sin más.

Nuestro país no puede ni debe quedar atrapado en la mezquina y mal intencionada información brindada por los medios de comunicación al servicio del poder, que pretende convertirse en verdad -absoluta en muchos casos-, porque cada uno de esos medios responde exclusivamente a los intereses que pretenden o deben por imperio defender por acuerdos espurios, que se van agravando conforme aumentan los intereses que establecen las pautas publicitarias y/o del poder imperante e impuesto.

Tanta ignominia pareciera responder a una causa mayor, que nos preguntamos si no está en la carpeta sobre el futuro que tienen planeado para con nuestra República, de no ser así nos queda por pensar que nos gobiernan los perversos que quieren el enfrentamiento dentro del mismo pueblo.

Esas mismas dirigencias que permiten la entrada, producción y comercialización de las drogas, por acción u omisión de los deberes de control indispensables, que están llevando a graves y serios problemas de vida a nuestros jóvenes a lo largo y ancho del país, así como van permitiendo que cualquiera pueda tener acceso a un arma de fuego que inevitablemente conduce a la muerte y la inseguridad. Es imposible no deducir que detrás de ellos (drogas y armas) estén los intereses y negociados de personajes amigos del poder de turno ya que estos flagelos atacan a las clases más descuidadas por la inacción de un Estado que por la misma razón de la falta de control se convierte inevitablemente en un negociado de políticos, policías, gendarmes y prefectos. Los gobernantes ignotos en el tema de los Derechos Humanos (DDHH), que ahora se les ha ocurrido -mentir es en este caso un sinónimo- abrazar y autoproclamarse en primarios abanderados de un tema tan sensible, irrenunciable y querido por muchos de nosotros que hemos luchado por ellos mientras los mendaces amarrocaban poder y fortunas jamás justificadas ante los organismos de control y ni siquiera ante la justicia.

Debemos buscar y encontrar entre todos las formas de las acciones para frenar todos y cada uno de estos atropellos. Hay que recobrar los valores de la educación y del trabajo para todos, sin excluidos de linaje alguno imaginable, ya que esos valores llevados a la realidad terminarán con la pobreza y la indigencia que según vemos y comprobamos se quieren enquistar como una forma de vida en la Argentina.

La sociedad toda, que seguramente no es la Sociedad Rural, es la única capaz de ponerle un límite y ese límite es sencillamente desapoderarlos de la conducción de la Nación, por ende de nuestro destino, y en el futuro negarles la posibilidad de que vuelvan o se mantengan en la administración de la cosa pública -del Estado-. Depende exclusivamente de todos nosotros porque sabemos que siempre terminan haciendo espurias alianzas, frentes o acuerdos para perpetrarse en el poder.

No creo que sea la violencia el camino que se deba tomar en estos momentos al menos, la senda debe ser la de vaciarlos de legitimidad de cualquier otra forma como por ejemplo desobedecer, no votarlos nunca más y dejarlos en plena y palmaria soledad, para que no tengan más remedio que robarse y mentirse entre ellos mismos, ya que han adquirido bastante experiencia en esas dos execrables cuestiones.

Muchos son tan míseros que cada vez que mencionan a los pobres o inmigrantes tienen que andar explicando que no tienen nada en contra ellos, aunque, a menos que ataquen a nuestra inteligencia sabemos muy bien que se trata de una verdad revelada y manifiesta.

Se verifica que algunos habitantes tienen un preconcepto o tiña por ellos (los pobres e inmigrantes), pues contrario sensu, no deberían andar aclarando que:

“No tenemos nada contra ellos…”

“No tenemos problema con los que viven en las villas…”

“Cualquiera viene a vivir a nuestro país…” y demás barbaridades con las que los medios de comunicación se cansan de repetir y repetir (en definitiva se trata de formar la opinión pública no?)

Muchos de esos inconscientes, simples habitantes como todos nosotros, aclaran de que tienen derechos supremos sobre los “otros” porque pagan los impuestos (mirada y concepción capitalista), como si se trataría de un aporte que contribuye al bienestar general del país, tal como donación y/o aporte voluntario, y no como en realidad es una contraprestación por los servicios u obras que se realizan en el lugar donde habitan o tienen su propiedad. Si esos siguieran explicando, porque a los periodista no les interesa repreguntar sobre los dichos, parece que entienden por “los impuestos que pagan”: a los verdaderos impuestos inmobiliarios, las contribuciones por mejoras, los servicios (gas, electricidad, telefonía, agua, televisión por cable, etc.)

Qué “impuestos” pretenden los asustados y miserables de humanidad total (propietarios y locatarios que “dicen” pagar todos los impuestos que corresponden, que pague aquella persona o familia que no es titular o propietaria de un inmueble, que no disfruta de los más elementales servicios públicos.

O es que quieren transformar al impuesto o el servicio público en un “peaje” indispensable para formar parte de la sociedad?

Eso no es sociedad, sino una simple descalificación inmunda que vocifera parte de nuestra comunidad y a la que se suman los dirigentes de turno.

Propiedad, palabra que no es despreciable ni desconceptualizada en este escrito, porque realmente “propiedad” es aquello a lo que se tiene derecho a poseer, lo propio, y humano, alejado de los conceptos e interpretaciones capitalistas de la palabra “propiedad” que solamente genera sumisión y dependencia, simplificándola sólo a aquello que se ha comprado o heredado, que nos han tratado de inculcar desde siempre y a la que muchos renegamos literalmente de que así sea.

En estos momentos que se debaten la seguridad e integridad familiar, la vivienda y la problemática del empleo de cientos de miles de personas -millones-, la “Honorable Cámara de Diputados de la Nación”, que contiene dentro de ella a quienes supuestamente representan al pueblo, no estén abocados al tratamiento de tan elementales y humanos temas, es una tragedia nacional que por su inacción y miedos de acometerlas pareciera que quieren convertir en una comedia.

La lógica y el análisis contextual indican y sugieren, que ellos pretenden que se produzca un enfrentamiento de pobres contra pobres y de trabajadores contra desempleados, es el pretendido conflicto social al cual se creen capaces de controlar y exterminar, porque su mísera concepción de la realidad y de la historia los hacen pensar que sean “los armados”, los que pongan en caja a los desposeídos y hartos de tanta opresión -antigua miseria a que viven reducidos-, -ellos lo negarán porque políticamente es incorrecto reconocerlo, pero todos podemos ver a los cascos, escudos, armas, bastones, caballos, motos, patrulleros, carros de asalto e hidrantes, helicópteros y demás elementos para atemorizar o reprimir- es lo que desean y quieren que suceda, aunque seguramente la relación de fuerzas puede ser y debe ser muy diferente a la esperada y deseada por los dueños del poder y de su supuesta gloria.

No debemos permitir que quieran confundir a la sociedad respecto de quienes son los culpables del actual estado de las cosas o del “Informe de la situación” (excelente y vigente obra que deberíamos releer y porqué no cantar fuerte como antaño) del compañero Víctor Heredia, que lamento profundamente por todo el cariño, respeto y admiración que le tengo que se suba a los escenarios montados y pagados por éste ominoso Gobierno Nacional de la desmemoria y de la falta de respeto a los que hemos sido desde siempre defensores de los Derechos Humanos y no advenedizos por conveniencia y oportunidad política como los Kirchner (que hicieron un curso acelerado e incompleto sobre DDHH, ya que no se conoce ni siquiera un monosílabo emitido sobre ese tema antes de llegar al Poder Ejecutivo Nacional), que merecen nuestro desprecio y condena.

Víctor no es el único claro está, porque en definitiva aporta solamente su inconmensurable capacidad artística como cantautor, porque otros y otras –actores, actrices y artistas se han convertido en una claque de los actos del “palacio” y también fuera de él; alcanza y sobra con verlos como arlequines o bufones sonriendo y aplaudiendo a más no poder cualquier cosa-.

Entonces la pregunta es… ¿Quiénes son los verdaderos Okupas?

¿Los que han sido desposeídos de todo lo imaginable o quiénes ocuparon y gozan del poder…?

Me inclino a pensar que son los segundos porque la realidad los deja en palmaria evidencia que entiendo no soporta defensa alguna, aunque recurran a la cadena nacional o a los medios contratados y públicos a cada momento -aunque más no sea para hablar y decirnos que hoy es miércoles y que ayer fue martes y mañana será jueves, tómese esto como una ironía de mi parte-, la realidad les pasa por arriba y los desnuda en sus miserias.

En los actuales momentos en que se dirimen los derechos de los desposeídos debemos preguntarnos de qué sirven los Ministerios y Secretarías de los diferentes niveles de las organizaciones políticas ejecutivas e institucionales, si una vez que se produce el problema o conflicto de viviendas y tierras deben salir corriendo a realizar censos…

¿Es algo muy raro no?

Es nuestro deseo que los datos no sean compilados e informados por el INDEC, que debería abandonar la identificación de ser el Instituto Nacional de Estadística y Censos por el de INMCG: Instituto Nacional de Mentiras y Conveniencias Gubernamentales”, con el perdón debido y respeto a todos los compañeros trabajadores que en él dedican sus jornadas nobles de trabajo y dedicación profesional.

Es perverso, de absoluta malignidad, que no se realicen políticas habitacionales serias como corresponde conforme a las necesidades conocidas y evidentes por todos, el tiempo y momento demandan la necesidad imperiosa de que se creen y alienten la constitución de Cooperativas de Vivienda, Crédito y Consumo que cuenten con el asesoramiento y acompañamiento del INAES (Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social) y bajo el amparo de la Ley Nº 20.337 (Ley de Cooperativas) para que se desarrolle dentro de ese ámbito legal cooperativista, la solidaridad de intereses para lograr la construcción de viviendas bajo control de los interesados y beneficiarios -eliminando así la intermediación y negociados de los mismos de siempre (contratistas, subcontratistas, etc., siempre tan amigos y socios del poder de turno)- en los innumerables e inconmensurables tierras, terrenos y predios fiscales existentes en nuestro país y a los cuales el Estado debería proveer de los más elementales servicios públicos e infraestructura aún asociándose con las mismas cooperativas: redes de agua y cloacales, gas, electricidad y medios de comunicación; que permitan a sus habitantes disfrutar de una vida digna, segura, saludable como un hábitat sustentable en el tiempo.

De más estaría manifestar que la financiación debe estar a cargo de los bancos oficiales nacionales y provinciales, que son tan propicios a otorgar créditos a los mismos poderosos e incobrables históricos de siempre.

Pero claro, el cooperativismo le crea al poder político un escozor tremendo, como inaceptable, de que se configure con el tiempo en una herramienta más que válida para la construcción del Socialismo.

A cambio, los poderosos prefieren promover los fideicomisos inmobiliarios y las inversiones “desde el pozo” a los que solamente pueden acceder quienes detenten ahorros o una renta considerable por ingresos de cualquier tipo que justamente es lo que se le ha negado y niega a los millones de trabajadores, sub ocupados, precarizados, tercerizados y desocupados (parias que cuan famélica legión en su marcha llegaran ineluctablemente a dar con el fin de la opresión).

Obviamente que se debería pasar por alto el desasosiego que produce la palabra “cooperativa” en muchos políticos y capitalistas (al ver menguadas con ella sus intenciones de provecho corrupto y económico) y de una parte considerable de la sociedad que por convicción o por falsa información, sea llevada al pensamiento de que se estaría fundando el Socialismo en nuestras tierras.

Pero bueno, allá ellos en todo caso, pero que para mi ideología bienvenido que así sea. El tema fundamental es el de encontrar una solución integral y definitiva al problema que no será resuelto por ninguno de los antes nombrados (políticos y mal pensados)

En Argentina, desde el año 2003 se han multiplicado exponencialmente:

. Las casas de juegos (casinos, bingos, casas de venta de loterías y otras apuestas para la ilusión de un mañana mejor)

. Las fortunas de los contratistas del Estado que son los que confeccionan las bases y condiciones de las licitaciones que antes de ser publicadas ya tienen el nombre del elegidos, El aumento de las zonas exclusivas para vivir (Puerto Madero, barrios privados, Countries y demás sitios abarrotados de seguridad) mientras que a la inmensa mayoría del pueblo lo han condenado a un gueto de la inseguridad, la marginalidad y la pobreza como resultado de haber implementado políticas para que la desigualdad social aberrante no soporte ni siquiera los números y porcentajes del instituto de las infames estadísticas nacionales.

A los jóvenes y no tan jóvenes, solamente se les ofrecen trabajos precarios, ilegales e inmorales o bien son explotados por las agencias de empleos que utilizan las grandes empresas nacionales e internacionales o las pequeñas y medianas que cuentan con el asesoramiento profesional putrefacto.

Suerte ésta, que también padecen los trabajadores tercerizados que les permite al empresario disminuir sus costos laborales porque trampean a la Ley de Contrato de Trabajo y a los Convenios Colectivos de Trabajo que corresponden sean aplicados a la actividad laboral desarrollada por los trabajadores/obreros.

Al poder político y al corrupto-burocrático poder sindical le queda como única respuesta contratar a las “patotas armadas” para atemorizar, atacar y matar a los desobedientes (no es novedad ello ya que el gobierno peronista de la década del 70 hizo lo mismo configurándose en el prefacio del terrorismo genocida del Estado o bien como en el año 1953 Perón ordenara la quema de sedes partidarias opositoras)

Con todo, nada está perdido y menos es imposible por estos lares, porque vemos día a día como se les van arrebatando al claudicante sindicalismo burocrático oficialista las comisiones internas de las empresas, también como los estudiantes secundarios y universitarios van cambiando de colores e improntas a los Centros de Estudiantes y muchos pueblos originarios no toleran más nada.

Entonces, crecerán desde el pie amuralladas las fuerzas populares necesarias para enfrentar al sistema de exclusión imperante.

León Trotsky, nos ilustró: “Lo increíble se vuelve real, lo imposible se hace probable”, yo adhiero a las incredibilidades e imposibilidades sin dudas.

En éste escrito he utilizado la foránea palabra de “okupas” una sola vez y varias veces la de “desocupados”, que me permito ahora cambiar por la de “desokupados” sin ninguna connotación “K” como los que han llegado hasta acá imaginarán.

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