Lo asegura un estudio del Observatorio Social de la UCA; los datos son del último lustro
Carlos Manzoni / LA NACION
Francisca Gutiérrez, de 40 años, es una de las ciudadanas bolivianas que ocuparon el parque Indoamericano con la ilusión de quedarse con una parcela de tierra para construir su casa.
Ella alquila, por $ 800 mensuales, una habitación en Pompeya, donde vive con sus cuatro hijos y su marido, un albañil que cobra $ 1500 mensuales.
Esta ama de casa es parte de los 2,5 millones de hogares de la Argentina en los que se registra déficit habitacional, una realidad que en las últimas semanas estalló como un polvorín, pero que los expertos preveían desde hace años.
"Un quinto de la población vive en condiciones de marginalidad y no puede generar otra cosa que un estallido social en la búsqueda de vivienda.
Se observa esto desde hace cinco años, con la gente en las plazas, en rincones marginales de los countries o en zonas de Palermo donde se desarrollan villas, y en los márgenes de las autopistas", señaló Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social (ODS), de la Universidad Católica Argentina (UCA)
Datos del estudio "Déficit de acceso a servicios públicos domiciliarios y de infraestructura urbana", relevados entre 2004 y 2009 por el ODS, revelan que, tras seis años de crecimiento económico, si bien hubo mejoras en la provisión de servicios domiciliarios y en infraestructura urbana en las grandes ciudades, persisten elevados déficit habitacionales estructurales en ciertos segmentos sociales.
El trabajo indica que en 2009 el 12,6% de la población urbana no tenía acceso a agua corriente, el 35,5% no estaba conectada a la red cloacal y el 25% no tenía gas por red. Asimismo, la precariedad en la infraestructura, producto de la escasa o nula inversión pública o privada, llevaba a que el 43,5% de las personas careciera de desagües pluviales en su manzana y que el 25,7% tuviera calles sin pavimentar.
Salvia dijo a La Nacion que los disturbios de estos días se gestan desde hace más de cinco décadas (ver aparte). "Se creó toda una cultura de marginalidad que necesita vivir en algún lado", explica. "Todo esto se forma sin que, al mismo tiempo, haya por parte del Estado un plan de construcción de viviendas, como tampoco el desarrollo económico y social de esas áreas", agregó.
La inversión pública en este rubro ha llegado a los sectores más bajos de los asalariados formales, pero ha dejado fuera a las clases más bajas de indigentes que trabajan en la informalidad. Un estudio del Ministerio de Planificación, sobre la base de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), que elabora el Indec, demuestra que el déficit habitacional es enorme y que, aun en los casos en los que existe una vivienda, sus condiciones son muy precarias. De los 7.245.436 hogares estimados por la EPH, que abarcan a 24.007.368 personas (el 70% de la población), hay 1.799.994 en condiciones deficitarias.
Alto nivel de hacinamiento
En cuanto al régimen de tenencia de viviendas, poco ha cambiado en la Argentina en los últimos años.
El porcentaje de propietarios en 2004 era igual que el que se registró en 2009 (el 71%), mientras que los inquilinos pasaron de 13 a 15%, y los ocupantes, de 16 a 14 por ciento.
Asimismo, 1.572.259, el 21,7%, presentan condiciones de hacinamiento.
"Este es uno de los principales aspectos del déficit habitacional cualitativo de nuestro país y una de las consecuencias del déficit cuantitativo, ambos de muy lenta reducción en las últimas tres décadas", se afirma en el estudio.
La construcción de nuevas viviendas no es, según Salvia, la solución al problema. "Atender cada demanda puntual y entregar tierras y viviendas a los sectores que viven en esta marginalidad lo único que va a hacer es multiplicar las demandas para que el Estado resuelva esta necesidad", señala.
Según opina, esta inversión debería acompañarse con un programa de desarrollo económico y social (poner salud, educación, correo, registro civil, desarrollar programas laborales productivos, etcétera). "Si no, lo que se edifique se va a convertir en nuevas áreas marginales rápidamente"
- ¿Qué modelo aplicar entonces?
El especialista dice que las casas no se pueden regalar, sino que se tienen que facilitar planes de pago accesible, se deben desplazar las villas hacia el tercer cordón, acompañar con un programa de desarrollo y delinear un proyecto que retenga a la gente en los grandes centros que expulsan población hacia la Capital.
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