"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

sábado, 22 de enero de 2011

La otra dimensión

Cuento

Sentado junto a la puerta de un tren metropolitano, una calurosa tarde verano, entre somnoliento y agobiado, rumoreaba la lentitud del viaje.

De repente, el tren desapareció y me encontré en otra dimensión.

Un prado verde y hermoso, una suave brisa que silbaba entre los árboles y unos cuantos gnomos que me miraban.

Para mi asombro, conocían quien era y de donde venía.

Uno me preguntó:  Porque no habia paz en nuestro mundo.

No supe que contestarle.

Otro me preguntó si yo tenía paz interior.

Qué me quieres preguntar, contesté.

Me dijo que era estar en paz con uno mismo, ser feliz y transmitir esa paz y felicidad a los que me rodeaban.

Me puso mal y le dije que era imposible en nuestro mundo, con la vida que se llevaba, los problemas que había.

Que había que trabajar mucho, el tiempo no alcanzaba y la plata tampoco. Que el mundo estaba lleno de injusticias y además las demandas de la familia y del trabajo.

Que uno veía como la clase dominante se llenaba los bolsillos, como nadie era responsable de nada y robaba a manos llenos y eso nos hacia rencorosos, sentir envidia de quienes ganaban fortunas y querer ser nosotros igual aunque hubiera que pisotear a los semejantes.

Me contestó que ahí estaba la causa, si uno en vez de amar sentía rencor nunca podía vivir en paz.

Que era una elección, como uno vivia… y agitando las manos a modo de saludos se perdieron entre los árboles.

Sentí que era un mensaje y que algo me decía.

Me senté en la hierba y pensé.

¿Y si el hombre creyera?

Si creyera en el amor, que la paz es posible y en la solidaridad.

¿Y que era eso de la paz interior?

¿Acaso la paz del alma?

Pero habría que creer en el alma, como el espíritu del hombre, el soplo de la vida, que me hace el que soy y lo que soy.

Y creer que allí mora Dios.

Y creer que sostiene el ser, que lo hace humano y lo identifica con los hombres.

Que es el origen, la palabra que engendra, el amor que da vida.

Que es la imagen, la proyección y la consecuencia del amor divino.

Y que debemos darnos cuenta, comprender la verdad, hacerla propia y vivir a partir de ella.

Que la verdad te hace lilbre, te hace elegir por ti mismo, y te permite llenar la vida de la auténtico.

De la justicia, de la bondad, de la solidaridad y del amor. Sobretodo del amor.

De un amor total, incondicional, al hombre, a sí mismo, a la naturaleza como reflejo del amor a Dios.

Y que ese vivir de acuerdo a la verdad te permite ser bueno, vivir en orden y en paz.

Que es una forma de vida que se elige.

Una elección de adentro hacia fuera. Desde mi yo hacia el otro, y hacia los otros.

Que hacer hermanos a todos los hombres y nos proporciona la felicidad….

Abrí los ojos sobresaltado.

El tren estaba vacío, con las puertas abiertas y detenido en la Estación Terminal.

Me levanté despacio y descendí al anden.

Por primera vez me sentí en paz.


Elías D. Galati

wolfie@speedy.com.ar

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