La vi venir agarrada de la nada

Hace unos días en el micro centro de la ciudad de Buenos Aires, una mujer cayó desde el piso 23 de un edificio encima de un automóvil taxímetro.



El conductor del vehículo dijo “la vi venir (caer) agarrada de la nada"

Nunca una expresión tan patética y tan real, simbolizó la vivencia del hombre post moderno.

Aquel que ha intentado despojarse del sustento de sus mayores, en especial de las creencias, los ideales y los valores morales.

Algunos porque la evolución ha demostrado que eran errados, o imperfectos, y otros porque no condicen con la ética y la estética de esta post modernidad.

Pero en su gran mayoría no han podido ser reemplazados, a veces sustituidos por elementos de otro coleto o que nada tienen que ver y que manifiestan en su concreción en el área de la voluntad y del comportamiento como fuera de rol.

Y vemos periodistas actuar de jueces y de fiscales, sindicalistas emitiendo consignas legislativas, grupos populares actuando de fuerzas policiales o de ocupación y funcionarios del Estado stand by a la espera de las circunstancias y a ver que pasa.

Nada es claro ni preciso.
Ninguna norma es aceptada por ser ley y como tal mandato para todo habitante de la nación.

Hay interpretaciones de todo tipo, las menos son de los especialistas, y las más de quienes no lo son.

¿Y al hombre que lo sostiene?

Ha cuestionado la educación, la fe, la solidaridad, el derecho y hasta la justicia.

Hay una especie de anomia existencial en la cual nos movemos, y vamos hacia delante y hacia atrás, pendulando entre un libertinaje y un autoritarismo.

Estamos agarrados de la nada... 

Pero de la nada existencial, aquella que Heidegger decía que existía, pero sujeta al ser.

Pareciera que estamos sujetos a la nada.

¿Qué es lo que vale?

¿Cuál es mi deber?

¿Quién soy y que debo ser?

¿Qué debo a la humanidad y al otro?

¿Qué es ser bueno?

Ojalá la sociedad tuviera parámetros con que medir la respuesta a estas cuestiones.


Elías D. Galati

wolfie@speedy.com.ar