Por el Dr. Jorge B. Lobo Aragón (*)
Es necesario que los representantes del pueblo propicien el necesario análisis de la permanente violencia que se pone de manifiesto en hechos cotidianos, que tienen entre sus principales origen la situación socio- económica de muchos desocupados cuyas fuerzas morales están debilitadas o directamente no existen.
La violencia actual por otra parte supera el promedio de irracionalidad que caracterizaron estos hechos en épocas pasadas.
Anteriormente se perpetraba en casos psicopáticos puntuales o por reacción violenta del afectado.
El robo como ejemplo, consistía simplemente en apoderarse de lo ajeno sin más trámite.
Hoy estas acciones están vinculadas estrechamente a la agresión violenta sin motivo aparente y la mayoría de las veces totalmente injustificadas, luego de consumado el hecho.
Se mata por matar; se ataca por dañar.
Feliz es el que es asaltado sin agresión.
Por otra parte los delincuentes son cada vez más jóvenes.
En la mayoría de los casos las drogas y el alcohol sirven de incentivo para cometer el delito.
A nivel popular se ha tomado conciencia de no ofrecer resistencia al ladrón;
no protestar;
entregar todas las pertenencias;
no mirarlo fijamente...
Tomando las prevenciones y cuidados que forma parte de la “nueva cultura” en cuanto al trato que hay que dispensar al delincuente.
Sin embargo a pesar de ello los hechos que se suceden son cada vez más cruentos, feroces y sanguinarios.
(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo del Dr. Jorge B. Lobo Aragón (Abogado, ex Juez y Fiscal en lo Penal y ex Legislador) por gentileza de su autor.
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