Hace mucho, pero muchos años, un laborioso padre decidió repartir sus bienes y hacienda entre sus dos hijos, a exigencias del menor.
Con la pequeña fortuna en sus manos, el joven partió a un país lejano donde malgastó el dinero, viviendo como un libertino.
Sobrevino, entonces, el hambre en aquel país, y el joven irresponsable, sometido a enormes sufrimientos, volvió con su progenitor solicitando el perdón.
Este, que era un hombre bondadoso, lo recibió con un largo abrazo, organizando de inmediato una fiesta.
“Porque este hijo mío que estaba muerto, ahora ha vuelto a la vida” (San Lucas)
Así, de esta manera ha retornado Hugo Moyano a su hogar: el peronismo.
Del que no debió apartarse jamás.
En un malhadado momento de su vida sindical, Moyano, tropezó con las luces artificiales que irradiaba el kirchnerismo.
Creyendo ver peronismo en ese espacio político se unió a él.
Desandar la ruta habla bien del camionero, quien de todos modos no podrá correr el cuerpo ante la responsabilidad que le cabe.
En hora buena descubre el sovietismo, esto es el autoritarismo y el cesarismo del gobierno actual, heredero moral y político de los salvajes que asesinaron a Vandor, Kloosterman, Alonso y Coria, entre otros.
En buena hora percibe que fue usado cuando ocurrió el conflicto con el campo, dejándose manosear por las autoridades nacionales.
Fue su lealtad a un espacio y a un proyecto político, ajeno y extraño al movimiento obrero, lo que le impidió ver la realidad.
Pues no creo que Moyano acepte el viejo cuento de la oligarquía terrateniente.
Sus muchachos, con seguridad, debieron ponerlo al tanto de lo que ocurría en el interior profundo de la patria.
La soja y los cereales, al fin y al cabo, lo sacaban ellos de los campos.
Finalmente se dio cuenta que los Kirchner son vengativos, algo más que evidente, pero que en boca del Secretario General de la CGT adquiere una dimensión extraordinaria.
Desde lo individual ha dado un paso sin retorno, al afirmar que la señora se halla imposibilitada emocionalmente de apiadarse de argentinos que, como ella, han pasado por el drama de la muerte, como los fallecidos en la estación del Once.
Atrapada en su narcisismo, fue incapaz de comunicarse con el camionero cuando este perdió a su hijo. Nada queda en pie de una relación que no debió haber sido.
Ha descubierto que el Partido Justicialista es una cáscara vacía donde no se hace peronismo.
Y renunció a su jefatura.
Vació de trabajadores a una estructura política anquilosada e ineficiente.
Bien, con todas estas verdades, de “última hora”, Moyano no tiene nada que hacer al lado de Cristina.
La dureza y la sinceridad de sus palabras indican que ya no tiene vuelta.
Si a esta partida le adicionamos que otro compacto grupo de sindicatos jamás acompañaron esta política, la ecuación sindical para el kirchnerismo se encuentra agotada.
Resta saber si Moyano logrará consolidarse en la conducción del movimiento obrero, asumiendo un nuevo mandato.
Si este fuera el caso estaríamos frente al acontecimiento más importante de los últimos años, puesto que estaría indicando que el conjunto del movimiento, acompaña el enojo de los trabajadores con el gobierno, sobreviniendo la deseada e higiénica fractura entre kirchnerismo y peronismo.
Si no fuera así, los dirigentes que asuman la conducción deberían adoptar como suyos los reclamos de Moyano y en este caso estaríamos en el mismo lugar.
Francamente la CGT nada tiene que hacer al lado de Cristina, ella encarna una cultura política ajena a esta matriz popular.
Las cosas han quedado muy claras en el acto organizado por agrupaciones políticas camporistas, por lo tanto antiperonistas, en el estadio de Velez, el viernes 27 de abril.
Desde el inicio, en el 2003, el kirchnerismo se identificó con Cámpora y con los “49 maravillosos días” de su gobierno.
El primer acto organizado por ellos fue el 11 de marzo del 2004, triunfo electoral del Doctor Cámpora, dejando pasar la fecha más trascendente del 23 de setiembre cuando el General Perón arrasó en las urnas con el 62% de los votos.
Y ciertamente por el espíritu vengativo, que guardan en sus pliegues, recuerdan maliciosamente la responsabilidad que le cupo a la CGT en la renuncia de Cámpora y el desplazamiento de la guerrilla de la estructura del estado y del partido.
Algo que la CGT debiera recordar con sano orgullo.
Perón asociado al movimiento obrero los derrotó y apartó del justicialismo.
El camporismo bautizó, entonces, a esta saludable y patriótica alianza, como el “giro a la derecha”.
En su discurso del 1 de mayo, cuando los echó de la plaza, entre otras cosas asestó:
“Hoy, en el día del trabajador, quiero rendir homenaje a esas organizaciones y a esos dirigentes sabios y prudentes que han mantenido fuerza orgánica. Que han visto caer a sus dirigentes asesinados sin que haya todavía sonado el escarmiento”
Si es para desandar el camino bienvenido, entonces, compañero Moyano.
CLAUDIO CHAVES
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