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jueves, 25 de octubre de 2012

La triste despedida de Ghana, en medio del "operativo ocultamiento"


La Fragata Libertad en Ghana
Los 281 tripulantes salieron en medio de estrictas medidasde seguridad
Por Elisabetta Piqué  | LA NACION

ACCRA, Ghana.- Así como fue un escándalo que uno de los buques de la Armada más simbólicos del país quedara atrapado sin salida en este país de Africa Occidental, igual de bochornosa fue ayer la evacuación de sus 281 tripulantes.

Un virtual "operativo ocultamiento", que incluyó un impresionante dispositivo de seguridad puesto a punto por fuerzas locales, impidió a la prensa cubrir normalmente este regreso sin gloria de los marinos argentinos. Imposible fue presenciar el abandono de la nave -no querido por nadie y cuestionado por la mayoría de los marinos- y el posterior embarque en un avión de Air France alquilado por el Gobierno, que despegó con cuatro horas de atraso y llegó esta madrugada a Buenos Aires.

Para evitar que hubiera imágenes de tripulantes con caras adustas o en lágrimas al atravesar la planchada para dejar en tierra africana la emblemática Fragata Libertad -uno de los barcos más queridos para los argentinos y "segunda casa" de los marinos-, desde la mañana el puerto de Tema blindó su acceso a los periodistas.

"No, hoy no puede entrar la prensa", explicaron en la entrada, donde a diferencia de los días anteriores, además de reinar inflexibilidad, se veía gran cantidad de personal de seguridad desplegado. La parte del muelle ocupado por la Fragata -que deberá en breve mudarse porque allí molesta, ya que ocupa un lugar que deberían estar utlizando otros barcos y le hace perder plata al puerto- se convirtió en una "zona roja", inaccesible. Para evitar imágenes de un final hiriente y vergonzoso, en el muelle hasta habían bloqueado los accesos laterales al buque.

"Está lleno de policías, de personal de seguridad del puerto, militares y agentes, que le acaban de secuestrar a alguien su cámara", iba informando mi taxista, William, que cada tanto hablaba en dialecto ashanti -la lengua local, aparte el inglés- con un chofer amigo que se encontraba adentro del puerto.

Hicieron falta varias horas para cargar en cuatro contenedores de 12 metros cada uno valijas, trolleys y demás pertenencias de los 281 tripulantes , entre los cuales estaban los 36 marinos extranjeros que también estaban en el buque escuela que terminó abruptamente su 43° viaje de instrucción. De no haber sido por la retención de la Fragata en esta ex colonia británica, luego de un fallo judicial que hizo a lugar a un reclamo de fondos buitre, todos ellos deberían haber regresado al puerto de Buenos Aires el 8 de diciembre.

Imposible saber si hubo ceremonia de despedida con himnos, salutaciones y formaciones especiales a la hora de abandonar la nave, un momento que les quedará impreso en el alma a los marinos. En la víspera, de hecho, hubo quienes se animaron a decirle a esta cronista, sin pelos en la lengua, que dejaban la Fragata con inmenso dolor. Y en contra de su voluntad, indignados por la falta de una solución -que para ellos hubiera pasado por el pago de la fianza que exigía la justicia ghanesa- y cumpliendo una orden presidencial que no compartían.

Vestidos de impecable uniforme, con camisa blanca y pantalón negro, antes de subirse a nueve ómnibus, los 281 tripulantes saludaron al capitán de navío Pablo Lucio Solano y a los 44 marinos que, junto a él, se quedarán aquí para ocuparse del mantenimiento de la Fragata hasta nuevo aviso.

Los autobuses salieron del polvoriento puerto de Tema pasadas las 13 hora local. Para despistar a los periodistas que montaron guardia en la normal salida del puerto -reparándose de una atroz resolana debajo de un árbol de una estación de servicio-, los ómnibus usaron una salida secundaria, partiendo a gran velocidad por una calle no asfaltada y llena de baches, que se había convertido en un barrial de tierra roja debido a la lluvia de la mañana. Imposible seguir el convoy, que abría y cerraba un vehículo militar al mejor estilo SWAT, armado hasta los dientes. A diferencia de los autos de los periodistas que intentaban seguirla, la caravana de autobuses de los marinos, que incluía los camiones con los contenedores y demás pertenencias, lograba avanzar rápidamente, evitando el infernal tránsito de Tema y de la periferia de esta capital. En el convoy también iban autos oficiales, en los que viajaban autoridades locales y la delegación argentina, encabezada por la embajadora en Nigeria, Susana Pataro.

Desde las ventanillas, los marinos vieron entonces por última vez las palmeras, el océano y las playas contaminadas adyacentes al puerto, las filas de coloridos quioscos de la ruta que venden de todo -alfombras, muebles, electrodomésticos, comida, ropa, columnas-, la contaminación, la pobreza, los riachuelos que sirven de basurales, los barrios de casillas con techos de chapas y las vendedoras con cargamentos sobre sus cabezas.

Como era esperable, los 281 marinos jamás llegaron a pisar la terminal del aeropuerto internacional de Accra, donde otro grupo de periodistas de agencias internacionales y de medios locales montaba guardia. El convoy ingresó por una zona militar, llegando directamente a los pies del avión de Air France que los esperaba. Ahí mismo, alejados de los zooms, para que tampoco quedaran imágenes de un capítulo triste, se hicieron los trámites de inmigración. La salida del vuelo fue a las 18.04, cuatro horas más tarde de lo previsto.

Imposible saber a qué se debió semejante demora. Si al papeleo o a la voluntad de que los marinos llegaran a Buenos Aires tras la medianoche. El "operativo ocultamiento" de la evacuación de los 281 marinos de la Fragata Libertad, varada en esta tierra quién sabe por cuánto tiempo más, había concluido.

LOS BONISTAS DE ITALIA, A LA CARGA

ACCRA, Ghana.- El grupo de bonistas italianos que representa Nicola Stock salió ayer a tirar dardos contra la Argentina, acusándola de no estar pagando los costos implícitos en la disputa que mantienen desde hace años ante el Ciadi, el Tribunal del Banco Mundial.

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