Argentina e Irán. “Dos almas que en el mundo”.
escribe Osiris Alonso D’Amomio,
especial para JorgeAsísDigital
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Consigna la Garganta Persa:
“Fueron los judíos. Ellos mismos”.
¿Se esperaba, acaso, otra respuesta?
¿Creían que los persas iban a entregar, en bandeja, las cabezas de los ocho acusados?
Para sublime algarabía del doctor Nissman.
“Fueron los judíos. Ellos mismos”.
¿Se esperaba, acaso, otra respuesta?
¿Creían que los persas iban a entregar, en bandeja, las cabezas de los ocho acusados?
Para sublime algarabía del doctor Nissman.
Desagraviar a Zuain
Eduardo Zuain, el vice canciller, merece un desagravio. Debería participar de mejores misiones. Pasó de secundar a Alfredo Forti, vice ministro de Defensa, en Ghana, por el papelón de La Fragata(que llegó para quedarse), a secundar a la doctora Angélica Abbona, Procuradora del Tesoro, en Ginebra, por el papelón de las negociaciones secretas con los iraníes. Acompañado por otra dama igualmente digna. La embajadora Susana Ruiz Cerruti, que distaba, según nuestras fuentes, de actuar en sintonía con la señora Procuradora.
Parte del inventario valorable de la Casa Casta, Ruiz Cerruti es la capacitada especialista de cancillería en indagar entre los dossiers jurídicos. Supo participar decorosamente en otros papelones geopolíticos, que debieran confortar, después de todo, al vicecanciller Zuain. Evocar, sin ir más lejos, la negociación en La Haya, con los uruguayos que encabezaba el extinto Héctor Gross Spiell. Por Botnia.
En Ginebra, la ciudad que Borges escogió para morir, el vice canciller y sus dos mujeres contaron con la apoyatura profesional del embajador Alberto D’Alotto, acreditado ante los Organismos Internacionales que conoce de memoria, desde que era funcionario de Archibaldo Lanús, con aquel plantel extraordinario que incluía al fiscal Strassera, encargado del humanismo, y al indemne Hernán Patiño Mayer.
Pero D’Alotto fue, aparte, el antecesor de Zuain. Es quien le transfirió la patriótica responsabilidad. La causa perdida de contener los arrebatos del señor canciller, Héctor Timerman. El optimista admirable, que considera, sin ruborizarse, que la “primera ronda de negociaciones” entre Argentina e Irán fue positiva. “Dos almas que en el mundo”. Felicitaciones.
Parte del inventario valorable de la Casa Casta, Ruiz Cerruti es la capacitada especialista de cancillería en indagar entre los dossiers jurídicos. Supo participar decorosamente en otros papelones geopolíticos, que debieran confortar, después de todo, al vicecanciller Zuain. Evocar, sin ir más lejos, la negociación en La Haya, con los uruguayos que encabezaba el extinto Héctor Gross Spiell. Por Botnia.
En Ginebra, la ciudad que Borges escogió para morir, el vice canciller y sus dos mujeres contaron con la apoyatura profesional del embajador Alberto D’Alotto, acreditado ante los Organismos Internacionales que conoce de memoria, desde que era funcionario de Archibaldo Lanús, con aquel plantel extraordinario que incluía al fiscal Strassera, encargado del humanismo, y al indemne Hernán Patiño Mayer.
Pero D’Alotto fue, aparte, el antecesor de Zuain. Es quien le transfirió la patriótica responsabilidad. La causa perdida de contener los arrebatos del señor canciller, Héctor Timerman. El optimista admirable, que considera, sin ruborizarse, que la “primera ronda de negociaciones” entre Argentina e Irán fue positiva. “Dos almas que en el mundo”. Felicitaciones.
El límite del absurdo
Aún nadie se explica, con irritante sensatez, para qué demonios se trasladaron hacia Ginebra. Ni qué es lo que se negocia. O qué es lo que cambió. Y por qué. El secreto de estado, como concepto, sirve también para maquillar la improvisación. Pero permite conjeturar acerca de algo denso. Específico. El petróleo.
La perplejidad alcanza, según nuestras fuentes, a Itzhak Shoham. Es el vicedirector del Departamento para América Latina del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel, que intentó encontrar alguna respuesta. Como Reuven Ezer, otro paisano que es subjefe de Informaciones. Se sobreentiende que Ezer debe estar bastante surtido de data por el mítico Mossad, que parece ser menos eficiente que la Cooperativade Crédito 25 de Mayo.
Es aconsejable, en diplomacia, mantener algún límite, así sea incierto, hasta para el absurdo. Sobre todo cuando la información se encuentra disponible. A merced. Al alcance fácil de cualquier secretaria con redacción propia que sepa captar otros idiomas.
Resulta innecesario el conocimiento de la lengua farsi para saber que el gobierno de Mahmud Ahmadinejad se desliza por la pendiente menos brillante de su mandato. En su último año, Ahmadinejad se encuentra, incluso, más desprestigiado adentro de Irán que afuera, donde se sitúa como exclusivo Eje del Mal.
Anda tan mal el Eje de Ahmadinejad, con tanta banda, que lo único meritorio que pudo presentar en Teherán, al regreso del periplo de Nueva York, fue el avance en la relación con la Argentina.
El lejano país del sur emergía para construir, con Irán, la delicia del aislamiento recíproco. Trátase del hallazgo conceptual que sacude a la materia geopolítica. Consiste en juntarse para aislarse más. Doblemente. Un negocio que conduce, derecho, hacia la ruina.
Podía demostrarle Ahmadinejad a Ali Khamenei, el Guía de la Revolución Islámica (que lo detesta) que Irán después de todo no está tan sólo y castigado en el mundo. Las sanciones económicas que atormentan a la sociedad persa se ven recompensadas por el éxito febril de su diplomacia. Gracias al impulso del amigo Chávez, el Bolivariano leal que los acompaña a ambos, y los respalda en cualquier parada. Y gracias a la intermediación eficaz del carnicero sirio Bashar Al Assad, se facilitaba el diálogo con la Argentina. El país que le reclamaba el garrón de ocho funcionarios por Interpol. Por un terrible atentado que le atribuían, que derivó en 85 muertos. Con la rotunda legitimación de su justicia inapelable. Y con la inconfesable necesidad de aproximarse, oportunamente, a través de la mera denuncia, hacia los Estados Unidos e Israel. Por suerte, gracias a Chávez, los argentinos entraban en las razones del diálogo.
Resulta innecesario el conocimiento de la lengua farsi para saber que el gobierno de Mahmud Ahmadinejad se desliza por la pendiente menos brillante de su mandato. En su último año, Ahmadinejad se encuentra, incluso, más desprestigiado adentro de Irán que afuera, donde se sitúa como exclusivo Eje del Mal.
Anda tan mal el Eje de Ahmadinejad, con tanta banda, que lo único meritorio que pudo presentar en Teherán, al regreso del periplo de Nueva York, fue el avance en la relación con la Argentina.
El lejano país del sur emergía para construir, con Irán, la delicia del aislamiento recíproco. Trátase del hallazgo conceptual que sacude a la materia geopolítica. Consiste en juntarse para aislarse más. Doblemente. Un negocio que conduce, derecho, hacia la ruina.
Podía demostrarle Ahmadinejad a Ali Khamenei, el Guía de la Revolución Islámica (que lo detesta) que Irán después de todo no está tan sólo y castigado en el mundo. Las sanciones económicas que atormentan a la sociedad persa se ven recompensadas por el éxito febril de su diplomacia. Gracias al impulso del amigo Chávez, el Bolivariano leal que los acompaña a ambos, y los respalda en cualquier parada. Y gracias a la intermediación eficaz del carnicero sirio Bashar Al Assad, se facilitaba el diálogo con la Argentina. El país que le reclamaba el garrón de ocho funcionarios por Interpol. Por un terrible atentado que le atribuían, que derivó en 85 muertos. Con la rotunda legitimación de su justicia inapelable. Y con la inconfesable necesidad de aproximarse, oportunamente, a través de la mera denuncia, hacia los Estados Unidos e Israel. Por suerte, gracias a Chávez, los argentinos entraban en las razones del diálogo.
Llave en mano
Cualquier alfabetizado, de formación regular, podía advertir que las negociaciones de Ginebra no iban a servir para un pepino. O sólo para incorporar otro eslabón en la cadena de papelones infinitos que atentan contra la hipotensión de Nuestra César. Y con su circunstancia sanitaria que deriva en Lipotimia de Estado (cliquear).
Mientras los argentinos de la comitiva se sentaban en la sala de Ginebra con los interlocutores persas, el embajador artículo quinto Ramin Mehmanparast, desde Teherán, anunciaba que no estaban dispuestos a aceptar, ni remotamente, la culpabilidad de nadie. Eran todos inocentes. Podían colaborar para esclarecer sobre los verdaderos responsables de los atentados.
Adivinen quiénes, para los persas, son.
Mientras los argentinos de la comitiva se sentaban en la sala de Ginebra con los interlocutores persas, el embajador artículo quinto Ramin Mehmanparast, desde Teherán, anunciaba que no estaban dispuestos a aceptar, ni remotamente, la culpabilidad de nadie. Eran todos inocentes. Podían colaborar para esclarecer sobre los verdaderos responsables de los atentados.
Adivinen quiénes, para los persas, son.
La base del relato se encuentra sostenida por pilares firmes.
En su insano juicio, nadie puede atreverse a impugnar la minuciosidad costosamente investigativa del fiscal Alberto Nissman. Aunque el producto final se haya inspirado en los sustanciales refritos de la investigación del denostado juez Galeano. Ambas investigaciones están inspiradas, a su vez, según nuestras fuentes, en inteligencias que suelen recibirse empaquetadas al vacío. “Llave en mano”. Para ser presentadas, y con claros objetivos de lucimiento, por la inteligente franquicia local.
En su insano juicio, nadie puede atreverse a impugnar la minuciosidad costosamente investigativa del fiscal Alberto Nissman. Aunque el producto final se haya inspirado en los sustanciales refritos de la investigación del denostado juez Galeano. Ambas investigaciones están inspiradas, a su vez, según nuestras fuentes, en inteligencias que suelen recibirse empaquetadas al vacío. “Llave en mano”. Para ser presentadas, y con claros objetivos de lucimiento, por la inteligente franquicia local.
Osiris Alonso D’Amomiopara JorgeAsisDigital.com
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