"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 25 de abril de 2014

Financial Times sobre Cristina:

"No son los fascistas, es su mala gestión"
Otro duro editorial de una publicación del extranjero contra la política económica de Cristina Fernández. Esta vez se trata del diario británico 'Financial Times', lectura obligada en materia económica por los hombres de negocios.
El matutino aborda las últimas medidas económicas del gobierno nacional y concluye que “la idea de una revolución pragmática en Venezuela y Argentina hay que tomarla con pinzas”, en referencias al giro ortodoxo que tomó la administración kirchnerista a la que culpa por “los controles de precios, las amenazas de expropiación y la mala gestión”.

Financial Times sobre Cristina: "Esto no es ideología sino una simple observación. Otros países de izquierda en la región, como Bolivia, no padecen una inestabilidad económica similar. Tampoco son extraordinarias las tan alabadas mejoras sociales: otros países latinoamericanos redujeron la pobreza en igual medida sin distorsionar sus economías o sembrar tanta discordia."

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24).- El prestigioso diario británico 'Financial Times', considerado la Biblia de las publicaciones económicas en el mundo, volvió a dedicarse a la política económica argentina, especialmente tras el giro ortodoxo que tomó la administración de Cristina Fernández.
En un artículo conocido este jueves (24/04) titulado Latin rebels turn to pragmatism (Los rebeldes latinos giran al pragmatismo), el matutino pone la lupa sobre las medidas económicas de los países de América Latina reconocidos por su populismo como Ecuador, Bolivia, Venezuela  y Argentina
Pero sobre estos dos últimos advierte que habría que “tomar con pinzas” sus últimas decisiones.
A continuación el texto que traduce hoy el diario El Cronista: 
El año pasado, la presidenta izquierdista argentina Cristina Fernández, juró que su país nunca devaluaría. Pero en enero lo hizo.
Hace seis años, el mandatario ecuatoriano de izquierda Rafael Correa, conocido internacionalmente por haber protegido al fundador de WikiLeaks Julián Assange en la embajada de su país en Londres, defaulteó deuda soberana por u$s 3.200 millones. 
Sin embargo, ahora anticipándose a una emisión de bonos por u$s 700 millones, Correa está seduciendo a los mismos inversores internacionales que llamó “monstruos”.
Hasta la socialista Venezuela está mostrando señales de pragmatismo; se decidió a suavizar los controles cambiarios.
Los inversores festejaron y los mercados se recuperaron.  
Los “chicos malos” de Latinoamérica empiezan a poner en orden sus economías, parece.
Este es un fascinante giro de los últimos acontecimientos.
Durante la década pasada, estos tres países –más sus aliados del denominado grupo Alba, Bolivia, Nicaragua y la comunista Cuba– recalentaron cada porción de la retórica antiimperialista que pudieron desterrar de los años setenta para rugir contra el arrogante Occidente y las fuerzas impersonales del neoliberalismo.
Durante mucho tiempo, pudieron hacerlo.
Los precios de las materias primas eran altos y la liquidez internacional, abundante.
China estaba despreocupada con préstamos multimillonarios en dólares.
Las relaciones norte-sur no importaban; estaba de moda el exclusivo comercio sur-sur.
Esas opiniones nunca representaron a la opinión latinoamericana mayoritaria: el grupo Alba representa sólo 10% del producto económico anual de la región. Pero definitivamente el más ruidoso. Para muchos simpatizantes, eso era suficiente.
Pero ya no.
Las tasa de interés occidentales están subiendo y la economía china en desaceleración puso tope a los precios de los commodities.
Beijing también empezó a contener su veloz expansión del crédito, tanto en el país como en el exterior.
Se dice que los acuerdos con complicaciones agotaron la paciencia de Beijing con Venezuela y Argentina. En el futuro, las inversiones chinas en Latinoamérica, en especial en infraestructura, probablemente se concentren en países más seguros y menos riesgosos.
Ya no les es fácil jugar a ser chicos malos.
De ahí las ofensivas amistosas y el apuro por ser pragmáticos antes de que se afiancen los años flacos y la financiación se encarezca.
La pregunta es qué tan verdadera es esta conversión.
Esa es la pregunta clave para los inversores con mala memoria, hambre de rendimiento y que están pensando en creerse el aparente cambio de actitud

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